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05 enero 2017

“Tenemos hoy la necesidad de una pastoral vocacional con amplios horizontes que aliente a la comunión”.


Una pastoral vocacional capaz de leer con coraje la realidad, con sus luchas y resistencias, reconociendo los signos de generosidad y la belleza del corazón humano.
Tenemos la urgencia de llevar a la comunidad cristiana una nueva ‘cultura vocacional’.

No os canséis de repetiros a vosotros mismos: soy una misión, y no simplemente, tengo una misión. Ser una misión permanente requiere valentía, audacia, fantasía, voluntad de andar con los otros, de ir más allá.

El ‘sí’ total y generoso de una vida entregada es parecido a una fuente de agua, nacida hace mucho tiempo en la profundidad de la tierra, que trata de brotar y salir al exterior mediante un goteo de pureza y frescura. Los jóvenes hoy tienen necesidad de una fuente de agua fresca para saciar su sed, y después proseguir en su camino de búsqueda.

Oriento mi discurso ante el horizonte y el camino hacia la Asamblea Sinodal del año 2018, sobre el tema ‘Jóvenes, fe y discernimiento vocacional’.
En este horizonte se sitúa también vuestro servicio, con su estilo de anuncio y de acompañamiento vocacional.

Tal empeño requiere pasión y sentido de gratuidad. La pasión de la implicación personal, en el saber cuidar las vidas que le son entregadas como cofres en cuyo interior se encuentra un precioso tesoro que debe ser conservado. Y la gratuidad de un servicio y ministerio de la Iglesia que requiere de un gran respeto por aquellos compañeros de camino. Es el empeño de buscar su felicidad, y esto va mucho más allá de sus preferencias y expectativas.

El saber escuchar, el estar dispuesto a dedicar nuestro tiempo a los jóvenes, son las claves para el discernimiento vocacional. Para ser creíbles y entrar en sintonía con los jóvenes, se debe dar prioridad al camino de la escucha, al saber ‘perder tiempo’ en acoger sus demandas y sus deseos.

Vuestro testimonio será más persuasivo si, con alegría y sinceridad, sabéis transmitir la belleza, el estupor y la maravilla de estar enamorados de Dios, hombres y mujeres que viven con gratuidad su elección de vida por ayudar a dejar una impronta inédita y original en la historia.
Esto requiere no dejarse engañar por las tensiones externas, y confiarse a la misericordia y a la lealtad del Señor, reavivando la fidelidad de nuestra elección y la frescura de ese ‘primer amor’.

La prioridad del anuncio vocacional no es la eficacia de lo que hacemos, sino más bien la atención prioritaria a la vigilancia y al discernimiento. Tener una mirada capaz de vislumbrar la positividad de los acontecimientos humanos y espirituales que encontramos; un corazón sorprendido y agradecido ante los dones que las personas traen con ellos.


(El Papa Francisco a los participantes de la Pastoral Vocacional Italiana: 5-1-2017).

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