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23 enero 2017

Lunes. Rezamos por la Unidad de los Cristianos.


- Miqueas 6, 6-8

Se te ha hecho conocer lo que está bien

- Salmo 25, 1-5

Señor, muéstrame tus caminos

- 1 Juan 4, 19-21

Amemos, pues, nosotros porque Dios nos amó primero

- Mateo 16, 24-26

El que entregue su vida por mi causa, ese la encontrará

- Comentario

Por medio de la muerte y la resurrección de Jesucristo hemos sido liberados de crearnos nuestro propio sentido y de vivir solo a partir de nuestras fuerzas. Por el contrario, vivimos en el poder dador de vida de Cristo, que vivió, murió y resucitó por nosotros. Cuando «perdemos» nuestra vida por él, la encontramos.

Los profetas se enfrentaron constantemente a la pregunta acerca del modo correcto de vivir cara a Dios. El profeta Miqueas encontró una respuesta muy clara a esta pregunta: «respetar el derecho, practicar con amor la misericordia y caminar humildemente con tu Dios». El autor del salmo 25 sabía que no podemos hacer esto por nuestra cuenta y clamaba a Dios para que le diera luz y fuerza.

En los últimos años, el aislamiento social y la creciente soledad se han vuelto asuntos importantes en Alemania, como también en otras sociedades contemporáneas. Los cristianos están llamados a desarrollar nuevas formas de vida comunitaria en las que compartimos nuestros medios de sustento con los demás y afianzamos la ayuda entre las generaciones. El llamamiento evangélico a no vivir para nosotros mismos sino para Cristo es también un llamamiento a abrirnos a los demás y a romper las barreras que nos aíslan.

- Preguntas

¿De qué manera nuestra cultura nos tienta a vivir solo para nosotros mismos en vez de para los demás?
¿De qué formas podemos vivir para los demás en nuestra vida de todos los días?
¿Cuáles son las implicaciones ecuménicas del llamamiento a no vivir ya para nosotros mismos?

- Oración

Dios Padre nuestro,
en Jesucristo nos has liberado para una vida que va más allá de nosotros mismos.
Condúcenos con tu Espíritu
y ayúdanos a vivir nuestras vidas como hermanos y hermanas en Cristo,
que vivió, sufrió, murió y resucitó por nosotros
y que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

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