“No se puede seguir a Jesús sin seguir a la Iglesia. Quien cede a la tentación de ir por su cuenta corre el riesgo de no encontrar nunca a Cristo". (Papa Benedicto XVI).
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16 enero 2017
Ángelus del Papa Francisco: 15-1-2017.
La misión de la Iglesia es la de anunciar al mismo Cristo porque Él es solo el que salva a su pueblo.
San Juan predica que el reino de los cielos está cerca, que el Mesías está por manifestarse y necesita prepararse, convertirse y comportarse con justicia y se pone a bautizar en el Jordán para dar al pueblo un medio concreto de penitencia.
Su primer acto público, lo primero que hace cuando deja la casa de Nazaret, cuando tiene 30 años, es este: desciende a Judea, va al Jordán y se hace bautizar por Juan.
Juan queda desconcertado porque el Mesías se ha manifestado de una manera impensable: en medio de pecadores, bautizado como ellos, es más, por ellos. Pero el Espíritu ilumina a Juan y le hace entender que así se cumple la justicia de Dios, se cumple el diseño de salvación: Jesús es el Mesías, el Rey de Israel, pero no con la potencia de este mundo, sino como el Cordero de Dios que toma sobre sí y borra los pecados del mundo.
La Iglesia, en cada tiempo, está llamada a hacer eso que hizo Juan el Bautista. Este gesto litúrgico representa toda la misión de la Iglesia, la cual no se anuncia a sí misma, sino a Cristo; no se lleva a sí misma, sino a Cristo. Porque es solo Él quien salva a su pueblo del pecado, lo libra y lo guía a la tierra de la vida y de la libertad.
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