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15 enero 2017

Reflexión II Domingo del Tiempo Ordinario.


Con la fiesta del Bautismo del Señor, que celebramos el domingo pasado, concluíamos el tiempo de Navidad.
En este II Domingo del Tiempo Ordinario, empezamos a ver a un Jesús que después de ser bautizado por Juan en el Jordán, empieza su vida pública. Aunque hoy, el Evangelio nos recordará de nuevo el Bautismo. Dejemos empaparnos por Aquél que nos ama tal y como somos.

Hoy la Iglesia también celebra la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado.
EL Papa Francisco, en su mensaje nos dice que “ya no es un fenómeno limitado a algunas zonas del planeta, sino que afecta a todos los continentes y está adquiriendo una dimensión cada vez más dramática a nivel mundial”. Tengamos un recuerdo especial en nuestras oraciones por tantas personas (hombres, mujeres y niños) que no sólo buscan un trabajo, sino que son obligados a salir de sus tierras para nada más y nada menos que salvar sus vidas.

En la Primera Lectura que es del Libro de Isaías, se nos muestra un pequeño fragmento del llamado: Cántico del Siervo de Yahvé. En este texto se nos habla que el Siervo no sólo vendrá a restaurar Israel, sino a ser verdadera “luz de las naciones” sin dejar a nadie fuera. En ese tiempo se tenía el pensamiento que había ciertas personas que quedaban fuera de ese ámbito. Pero no. Aunque el Siervo venga, y en muchas personas y pueblos no sea aceptado su mensaje, Yahvé estará a su lado.

En la Segunda Lectura que es del comienzo de la Carta del Apóstol Pablo a Corintios, se nos muestra como Pablo, a pesar de las distancia física, quiere hacerse sentir cercano en sus comunidades y apoyarles en los diferentes momentos y circunstancias. Sus cartas se leían a modo profético y eran proclamadas en voz alta en las reuniones, ya que la mayoría de las personas no sabían leer ni escribir. Les animaba a vivir con coherencia, a pesar de las dificultades, el Evangelio.

En el Evangelio de San Juan, como en los otros tres Evangelio se nos narra el Bautismo del Señor. A nosotros nos puede parecer raro como decíamos el domingo pasado, que Dios se Bautice. Pero el objetivo de este acto, es el mismo que el de su nacimiento: identificarse con la humanidad pecadora. Él, en el Jordán, nos representa a todos. Le da al Bautismo un nuevo sentido, una gracia especial que hasta entonces no tenía.
En el contexto de la comunidad de Juan, se narra el Bautismo desde la propia boca de Juan el Bautista, esto nos hace que pensar que la comunidad va haciendo una comprensión y conocimiento de Jesús.

Que la Virgen María nos ayude a ir descubriendo en nuestra vida las acciones de Dios por medio de Jesús con la fuerza del Espíritu. Que tengamos presentes que somos bautizados y por ello, tenemos un gran compromiso: ser testigos en medio de nuestros ambientes del que seguimos. Y ella interceda ante su Hijo para que nos haga un corazón de carne, sensible ante las dificultades e injusticias que viven de tantos hermanos nuestros, y que a veces miremos para otro lado para no mancharnos las manos.
Que así sea.


Más en:
http://www.revistaecclesia.com/reflexion-ii-domingo-del-tiempo-ordinario-fray-jose-borja/

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