¡Feliz Domingo!
Con la Solemnidad del Bautismo del Señor, se cierra la etapa
de la Navidad y se inicia el tiempo público de Jesús.
En este tiempo de Navidad, hemos visto como Dios se ha ido manifestando en diferentes momentos:
El 25 de diciembre, nacía en la soledad de un establo, acompañado por María y José y rodeado de animales y de personas que estaban de aquel lugar.
El 6 de enero, se manifestaba como Dios en la humildad de un niño, a esos magos que les ofrecían oro, incienso y mirra.
Hoy, lo vemos como un hombre, que va al rio Jordán para ser bautizado por Juan el Bautista y se presenta como la Trinidad.
Un Padre que habla desde el cielo, que confiesa que Jesús es su Hijo Amado y el Espíritu Santo que baja en forma de una paloma.
En este tiempo de Navidad, hemos visto como Dios se ha ido manifestando en diferentes momentos:
El 25 de diciembre, nacía en la soledad de un establo, acompañado por María y José y rodeado de animales y de personas que estaban de aquel lugar.
El 6 de enero, se manifestaba como Dios en la humildad de un niño, a esos magos que les ofrecían oro, incienso y mirra.
Hoy, lo vemos como un hombre, que va al rio Jordán para ser bautizado por Juan el Bautista y se presenta como la Trinidad.
Un Padre que habla desde el cielo, que confiesa que Jesús es su Hijo Amado y el Espíritu Santo que baja en forma de una paloma.
Este camino que hace Dios, es para encontrarse con cada uno
de nosotros.
Se hace uno de nosotros y se manifiesta con sencillez al mundo entero para que el Bautismo recobre un nuevo significado. EL Bautismo nos hace hijos de Dios y hermanos de todos los que nos rodean.
Se hace uno de nosotros y se manifiesta con sencillez al mundo entero para que el Bautismo recobre un nuevo significado. EL Bautismo nos hace hijos de Dios y hermanos de todos los que nos rodean.
En este domingo, después de haber estado para arriba y para
abajo, con fiestas, vacaciones y comidas – cenas, deberíamos pararnos y agradecer
a nuestros padres que un día nos llevaron a la Iglesia para que ella, como
madre, nos acogiera y nos bautizaran.
Es un buen momento para examinar qué estamos haciendo con nuestra vida de cristianos.
Si estamos siendo verdaderos sacerdotes, porque damos testimonio de Cristo con nuestra propia vida: actos y palabras. Una alabanza continua y diaria a Dios.
Si somos verdaderos profetas, que anunciamos a Cristo sin miedo. Si somos cauces entre Dios y los demás.
Si somos verdaderos reyes a imagen de Cristo Rey. Que no espera ser servido, ni coger el primer puesto, sino, que sirve y se pone el último. Que los demás, van por delante.
Es un buen momento para examinar qué estamos haciendo con nuestra vida de cristianos.
Si estamos siendo verdaderos sacerdotes, porque damos testimonio de Cristo con nuestra propia vida: actos y palabras. Una alabanza continua y diaria a Dios.
Si somos verdaderos profetas, que anunciamos a Cristo sin miedo. Si somos cauces entre Dios y los demás.
Si somos verdaderos reyes a imagen de Cristo Rey. Que no espera ser servido, ni coger el primer puesto, sino, que sirve y se pone el último. Que los demás, van por delante.
Ser Bautizado es (como dice Isaías en la Primera Lectura) anunciar
al Mesías, y no como el mundo espera que sea, sino, un Mesías que es pobre y
humilde.
Que no ha venido a ser servido sino a servir (Hechos de los Apóstoles) y que este es mismo Jesús, el Hijo de Dios.
Y (en el Evangelio de Marcos), Juan el Bautista presenta a Jesús, como el que tiene que venir para Bautizar no con agua, sino con Espíritu Santo y fuego.
Y el cielo, certifica eso que Juan dice. Se presenta la Trinidad, tres personas pero diferente en su naturaleza. Voz, Paloma e Hijo.
Que no ha venido a ser servido sino a servir (Hechos de los Apóstoles) y que este es mismo Jesús, el Hijo de Dios.
Y (en el Evangelio de Marcos), Juan el Bautista presenta a Jesús, como el que tiene que venir para Bautizar no con agua, sino con Espíritu Santo y fuego.
Y el cielo, certifica eso que Juan dice. Se presenta la Trinidad, tres personas pero diferente en su naturaleza. Voz, Paloma e Hijo.
Que esta fiesta nos ayude a recordar que somos verdaderos
hijos de Dios, y por consiguiente, a ser fieles al gran compromiso que un día
aceptaron nuestros padres en el Bautismo, y nosotros lo ratificamos en la
plenitud del sacramento de la confirmación.
Que así sea.
Que así sea.
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