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21 enero 2018

Reflexión. Domingo III del Tiempo Ordinario.


¡Feliz Día del Señor!

En este Domingo III del Tiempo Ordinario la Iglesia nos propone para nuestra reflexión un bello pasaje Evangélico de Marcos. Jesús nos llama a la conversión, y a creer en la Buena Noticia.
Dios está a nuestro lado, se mete en la historia humana y nos llama a seguirle pero con una condición: Dejarlo todo.
En nuestra vida, hay cosas que nos impiden seguir al Señor. Esas son las cosas que debemos apartarlas para poder decir SÍ, con valentía al Señor.
Es un buen momento de ponernos delante del Señor y ver qué cosas nos ayudan al seguimiento y cuáles no.

En la Primera Lectura de la Profecía de Jonás

Si comparamos los demás profetas con Jonás, vemos como éste, tiene rasgos “antiprofetas”. ¿Por qué? Porque el profeta escucha y anuncia lo que Dios dice, y Jonás se niega.
Él piensa que anunciar a Nínive la conversión, no puede, porque por su ideología, cree que debe ser castigada. Pero, al tener la experiencia de que es tragado por la “ballena” y lo devuelve a la tierra, Dios lo envía de nuevo y esta vez le obedece. Dios cambia su actitud. Pasa de amenazar y destruir a compadecerse porque ve la conversión de Nínive.
Jonás es dominante: No acepta que Dios se compadezca. Porque si es justo, tiene que castigar, no perdona. Por eso, la fe es dejar que Dios actúe por si mismo. A veces podemos parecernos a Jonás y no entender. Pero, no podemos ir delante de Dios. Tenemos (lo repito de nuevo) dejar a Dios ser Dios. A veces, corremos el riesgo de querer manipularlo…

En la Segunda Lectura de Pablo a los Corintios

Vemos como es una comunidad que atraviesa un momento de crisis de identidad y el momento es difícil. Por eso, Pablo hace una proyección escatológica a la luz de la Pascua.
Jesús, al resucitar, se impone un nuevo sistema de valores. Todo cambia. El Reino de Dios es aquí y ahora. Pablo subraya la precariedad de las cosas temporales. Y lo importante es lo que “no pasa” lo que es definitivo. Las necesidades temporales pasan a un segundo plano, el Reino pasa a ser lo primero y al aquí y ahora. No nos podemos dormir en sueños que caducan.

En el Evangelio de Marcos

Lo podemos dividir en dos grandes bloques: El Mensaje de Jesús y la Vocación de algunos discípulos. El Reino de Dios es el proyecto de Dios en la historia humana. Todo ha empezado con Cristo y se encarna en nuestra historia de salvación.
A ésta intervención de Dios debe responder un compromiso por nuestra parte y que se refleja en una conversión. Es decir, un cambio radical de mentalidad y de nuestra vida. No podemos estar “nadando y guardando la ropa”. La radicalidad del Evangelio es adherirnos con todo lo que esto conlleva a Cristo que salva y libera.
De ahí, viene el segundo bloque del Evangelio. Jesús llama a dos parejas de hermanos para que colaboren con Él en su proyecto. Ellos corresponden al llamado y hacen del camino de Jesús, su propio camino. Vivir los valores del Evangelio estando en el mundo, pero, sin compartir la visión del mundo. Ser seguidor de Cristo es ser reflejo de Él en el mundo y dejando a un lado todo lo que pueda oscurecer ese reflejo.

Pidamos a la Virgen María, que nos ayude a decir un SÍ verdadero. Que en los momentos de oscuridad, tristeza o caída, su mano nos proteja y nos fortalezca para levantarnos y seguir el camino para hacer de este mundo, el Reino de Dios.

Tengamos una oración especialmente por todos los cristianos para que haya más unión entre las Iglesias y lleguemos a ser (poniendo todos nuestro granito de arena) una sola Iglesia pastoreada por el único Pastor: Jesucristo.
Que así sea.


Más en:
https://www.revistaecclesia.com/author/fray-jose-borja/

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