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23 enero 2018

Amarás al extranjero porque vosotros fuisteis extranjeros en Egipto,


- (Levítico 19, 33-34) 

Amarás al extranjero

- (Salmo 146) 

El Señor protege al extranjero

- (Hebreos 13, 1-3) 

Personas hubo que, sin saberlo, alojaron ángeles en su casa

- Mateo 25, 31-46 

Llegué como un extraño, y me recibisteis en vuestra casa
Cuando se convirtió en la primera república negra independiente, Haití abrió
sus puertas para acoger a personas esclavizadas en busca de libertad. En tiempos
recientes, la situación económica ha golpeado duramente a los haitianos,
muchos de los cuales han salido de su país haciendo viajes peligrosos en busca
de una vida mejor. En muchos casos se han encontrado con el rechazo y con
barreras legales. El Consejo de las Iglesias del Caribe se ha implicado en su
defensa, llamando la atención a aquellas naciones que restringen o despojan
a los haitianos de sus derechos de ciudadanía.

- Reflexión

El recuerdo de ser extranjeros en Egipto está en la base del precepto de la Ley
de que el pueblo de Dios debía acoger al extranjero que residía en su seno.
Se albergaba la esperanza de que el recuerdo de su propio exilio estimularía
la empatía y la solidaridad con los exiliados y los extranjeros presentes en un
momento dado. Del mismo modo que para Israel, nuestra experiencia cristiana
compartida de la acción salvadora de Dios va a la par con el recuerdo de
ser extranjeros y estar alienados – en el sentido de la enajenación de Dios y
de su reino. Este modo cristiano de hacer memoria tiene implicaciones éticas.
Dios ha restablecido nuestra dignidad en Cristo y nos ha hecho ciudadanos de
su reino, no a causa de lo que hemos hecho para merecerlo, sino por un libre
don de su amor. Estamos llamados a hacer lo mismo, libremente y movidos
por el amor. El amor cristiano es amar como el Padre, esto es, reconocer la
dignidad y dar dignidad y de este modo traer sanación a la familia humana
quebrantada.

- Oración

Dios eterno,
que no perteneces a ninguna cultura ni tierra sino eres Señor de todos,
y nos llamas a acoger al extranjero que reside entre nosotros.
Ayúdanos con tu Espíritu
para vivir como hermanos y hermanas,
acogiendo a todos en tu nombre
y viviendo según la justicia de tu reino.
Esto pedimos en el nombre de Jesús.

Amén.

La diestra de Dios está plantando en nuestra tierra, plantando semillas de libertad, esperanza y amor;
en esta tierra de muchos pueblos que los hijos junten sus manos y sean uno con la diestra de Dios

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