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22 enero 2018

¡Escucha el grito de mi pobre pueblo desde todos los rincones de la tierra!.


- (Deuteronomio 1, 19-35) 

El Señor vuestro Dios va delante de vosotros

- (Salmo 145, 9-20) 

El Señor sostiene a cuantos flaquean

- (Santiago 1, 9-11) 

El rico se desvanecerá como la flor de la hierba

- (Lucas 18, 35-43) ¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!

Las economías del Caribe se basaban tradicionalmente en la producción de
materias primas para el mercado europeo y por tanto nunca fueron autosostenibles.
Como consecuencia de ello, para su desarrollo fue necesario endeudarse
en el mercado internacional. Los requerimientos de esta deuda impusieron
restricciones a las inversiones en transporte, educación, sanidad y otros servicios
públicos, lo que tuvo un fuerte impacto sobre todo en los más pobres. La
Conferencia de Iglesias del Caribe, a través de sus contactos internacionales,
ha puesto en marcha una iniciativa para afrontar la crisis actual de la deuda
en la región y para ayudar a los más pobres.

- Reflexión

Nos podemos imaginar el ruido del gentío cuando Jesús entra en Jericó. Muchas
voces acallan el grito del mendigo ciego. Su presencia es embarazosa y
es un estorbo para los demás. Pero a través de todo este tumulto, Jesús oye la
voz del ciego, del mismo modo que en las Escrituras Dios siempre escucha
el grito del pobre. El Señor que sostiene al que flaquea no solo escucha, sino
que interviene. De este modo la vida del mendigo se transforma totalmente.
La desunión de los cristianos puede ser parte del tumulto del mundo y de su
caos. Como las voces que discutían a las afueras de Jericó, nuestras divisiones
pueden ahogar el grito del pobre. Sin embargo, cuando estamos unidos nos
volvemos más plenamente la presencia de Cristo en el mundo, con más capacidad
para oír, escuchar y responder. De este modo, en vez de aumentar el
volumen de la discordia, nos hacemos más capaces de oír y, en consecuencia,
de discernir las voces que más necesitan ser escuchadas.

- Oración

Dios de amor,
que levantas al pobre y desvalido
y restableces su dignidad.
escucha ahora nuestros gritos por los pobres de nuestro mundo,
restablece su esperanza y levántalos,
para que todo tu pueblo pueda ser uno.
Esto te pedimos en el nombre de Jesús.

Amén.

La diestra de Dios está levantando en nuestra tierra.
Levantando a los caídos uno a uno; cada uno es conocido por su nombre, y salvado ahora de la vergüenza, al levantarse la diestra de Dios.

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