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01 diciembre 2016

Reflexión de Adviento.

Despierta, Señor, mi corazón,
que se contenta con realidades triviales,
que ha perdido la fuerza y el fuego del amor.

Despierta, Dios de la esperanza, mi sed  de ti:
he andado bebiendo aguas estancadas
que no sacian mi deseo de infinito.

Despierta, Dios de la luz, tu fuego ardiente.
Purifícame por dentro y por fuera,
y enséñame a vivir despierto.

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