Despierta, Señor, mi corazón,
que se contenta con realidades triviales,
que ha perdido la fuerza y el fuego del amor.
Despierta, Dios de la esperanza, mi sed de ti:
he andado bebiendo aguas estancadas
que no sacian mi deseo de infinito.
Despierta, Dios de la luz, tu fuego ardiente.
Purifícame por dentro y por fuera,
y enséñame a vivir despierto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario