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12 diciembre 2016

El pesebre es símbolo de fraternidad, de acogida, de compartir, de solidaridad.


Los pesebres hechos en las iglesias, en las casas y en muchos otros lugares públicos son una invitación a hacer un lugar en nuestra vida y en la sociedad a Dios, escondido en el rostro de tantas personas que están en condiciones de malestar, de pobreza y de tribulación.

En la experiencia dolorosa de tantos hermanos y hermanas nuestros, vemos la del niño Jesús, que en el momento de su nacimiento no encontró alojamiento y nació en la gruta de Belén, y después fue llevado a Egipto para huir de la amenaza de Herodes.

En referencia al árbol, os recuerdo también la importancia de cuidar la creación e invitó a contemplar ante los dos símbolos navideños, la “bondad de Dios y su misericordia”.


(Papa Francisco, 9-12-2016).

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