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20 enero 2016

Hoy nos ayuda a reflexionar sobre la Pobreza, el P. Francisco Méndez.


Meditando en el verdadero espíritu de pobreza que debemos tener me pregunto ¿en qué estará nuestra pobreza? Y me doy cuenta que el espíritu de pobreza no está ni en el comer, ni en el vestir, ni en el tener.
Dios nos llama a ser pobres y éste es el principio de nuestra hermosa vocación, porque como dice San Pablo “a los que predestina para el Cielo, primero los hace semejantes a El, para que gustando de su cáliz tengamos participación en su Reino”.
Hija mía somos pobres por amor a Jesucristo pobre, que tan pobre se hizo que nació en un pesebre, en una cueva como meditamos en Navidad y tuvo por compañeros a la vaca y a la mula, al nacer; y al morir a dos ladrones y durante toda su vida, fue tan pobre que vivía de limosna y sus discípulos para comer tenían que coger algunas espigas y desgranarlas; y murió desnudo en una cruz. ¿Quién no se anima, con tal ejemplo?
Dios es nuestro dueño y según nos dice San Pablo “así como el que hace cacharros coge el barro y de él fabrica un tiesto artístico o un vaso para la limpieza sin que el barro pueda quejarse, así puede Dios de nosotros hacer hombres ricos o pobres, sin que podamos quejarnos de ello”.
¿Qué es lo que ganamos? ¿No es el cielo? ¿No lo ha dicho el Salvador, que el que deja las cosas de la tierra adquiere el ciento por uno y además la vida eterna?
Animémonos, pues, Hijita y seamos pobres.; pero pobres verdaderos no perdiendo el tiempo, no malgastando las cosas, trabajando sin descanso y cuando todo esto se nos haga duro, miremos a Jesucristo y llenémonos de ánimo. Y estemos seguros de ir por el camino real al cielo, de amar a Dios, de agradarle ahora, de poseerle después.

(Escrito. Fundador de las HH Trinitarias de Madrid)

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