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31 enero 2016

Evangelio. Domingo IV del Tiempo Ordinario.


Según San Lucas 4, 21 - 30.

En aquel tiempo, Jesús comenzó a decir en la sinagoga: «Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy». Y todos daban testimonio de Él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca. Y decían: «¿No es éste el hijo de José?». Él les dijo: «Seguramente me vais a decir el refrán: ‘Médico, cúrate a ti mismo’. Todo lo que hemos oído que ha sucedido en Cafarnaúm, hazlo también aquí en tu patria». Y añadió: «En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su patria. Os digo de verdad: Muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses, y hubo gran hambre en todo el país; y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda de Sarepta de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue purificado sino Naamán, el sirio».
Oyendo estas cosas, todos los de la sinagoga se llenaron de ira; y, levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad, y le llevaron a una altura escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad, para despeñarle. Pero Él, pasando por medio de ellos, se marchó.



Reflexión.

Jesús enseña que la salvación es para todos, no solo para unos pocos supuestamente elegidos por su origen o raza. No hace falta ser superhombres... Solo llevar una vida coherente y transparente.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios, 12,31–13,13.


Ambicionad los carismas mejores. Y aún os voy a mostrar un camino excepcional. Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles; si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden. Ya podría tener el don de profecía y conocer todos los secretos y todo el saber, podría tener fe como para mover montañas; si no tengo amor, no soy nada. Podría repartir en limosnas todo lo que tengo y aun dejarme quemar vivo; si no tengo amor, de nada me sirve. El amor es paciente, afable; no tiene envidia; no presume ni se engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Disculpa sin limites, cree sin limites, espera sin limites, aguanta sin límites. El amor no pasa nunca. ¿El don de profecía?, se acabará. ¿El don de lenguas?, enmudecerá. ¿El saber?, se acabará. Porque limitado es nuestro saber y limitada es nuestra profecía; pero, cuando venga lo perfecto, lo limitado se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre acabé con las cosas de niño. Ahora vemos confusamente en un espejo; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es por ahora limitado; entonces podré conocer como Dios me conoce. En una palabra: quedan la fe, la esperanza, el amor: estas tres. La más grande es el amor.


Reflexión.

El amor mueve la gran aventura de la vida y es la fuerza para el hombre y el mundo. El amor es la solución para todos los problemas del género humano, Que siempre sea fiel y sincero.

30 enero 2016

Carta Encíclica del Papa Francisco: "LAUDATO SÍ". Sobre el cuidado de la casa común.


Introducción.

1. «Laudato si’, mi’ Signore» – «Alabado seas, mi Señor», cantaba san Francisco de Asís. En ese hermoso cántico nos recordaba que nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos: «Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba».

2. Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que «gime y sufre dolores de parto» (Rm 8,22). Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf. Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura.

Nada de este mundo nos resulta indiferente

3. Hace más de cincuenta años, cuando el mundo estaba vacilando al filo de una crisis nuclear, el santo Papa Juan XXIII escribió una encíclica en la cual no se conformaba con rechazar una guerra, sino que quiso transmitir una propuesta de paz. Dirigió su mensaje Pacem in terris a todo el «mundo católico », pero agregaba «y a todos los hombres de buena voluntad ». Ahora, frente al deterioro ambiental global, quiero dirigirme a cada persona que habita este planeta. En mi exhortación Evangelii gaudium, escribí a los miembros de la Iglesia en orden a movilizar un proceso de reforma misionera todavía pendiente. En esta encíclica, intento especialmente entrar en diálogo con todos acerca de nuestra casa común.

4. Ocho años después de Pacem in terris, en 1971, el beato Papa Pablo VI se refirió a la problemática ecológica, presentándola como una crisis, que es « una consecuencia dramática » de la actividad descontrolada del ser humano: « Debido a una explotación inconsiderada de la naturaleza, [el ser humano] corre el riesgo de destruirla y de ser a su vez víctima de esta degradación ».También habló a la FAO sobre la posibilidad de una «catástrofe ecológica bajo el efecto de la explosión de la civilización industrial», subrayando la «urgencia y la necesidad de un cambio radical en el comportamiento de la humanidad», porque «los progresos científicos más extraordinarios, las proezas técnicas más sorprendentes, el crecimiento económico más prodigioso, si no van acompañados por un auténtico progreso social y moral, se vuelven en definitiva contra el hombre».

5. San Juan Pablo II se ocupó de este tema con un interés cada vez mayor. En su primera encíclica, advirtió que el ser humano parece «no percibir otros significados de su ambiente natural, sino solamente aquellos que sirven a los fines de un uso inmediato y consumo». Sucesivamente llamó a una conversión ecológica global. Pero al mismo tiempo hizo notar que se pone poco empeño para «salvaguardar las condiciones morales de una auténtica ecología humana». La destrucción del ambiente humano es algo muy serio, porque Dios no sólo le encomendó el mundo al ser humano, sino que su propia vida es un don que debe ser protegido de diversas formas de degradación. Toda pretensión de cuidar y mejorar el mundo supone cambios profundos en «los estilos de vida, los modelos de producción y de consumo, las estructuras consolidadas de poder que rigen hoy la sociedad».El auténtico desarrollo humano posee un carácter moral y supone el pleno respeto a la persona humana, pero también debe prestar atención al mundo natural y «tener en cuenta la naturaleza de cada ser y su mutua conexión en un sistema ordenado». Por lo tanto, la capacidad de transformar la realidad que tiene el ser humano debe desarrollarse sobre la base de la donación originaria de las cosas por parte de Dios.

6. Mi predecesor Benedicto XVI renovó la invitación a «eliminar las causas estructurales de las disfunciones de la economía mundial y corregir los modelos de crecimiento que parecen incapaces de garantizar el respeto del medio ambiente». Recordó que el mundo no puede ser analizado sólo aislando uno de sus aspectos, porque «el libro de la naturaleza es uno e indivisible», e incluye el ambiente, la vida, la sexualidad, la familia, las relaciones sociales, etc. Por consiguiente, «la degradación de la naturaleza está estrechamente unida a la cultura que modela la convivencia humana ». El Papa Benedicto nos propuso reconocer que el ambiente natural está lleno de heridas producidas por nuestro comportamiento irresponsable. También el ambiente social tiene sus heridas. Pero todas ellas se deben en el fondo al mismo mal, es decir, a la idea de que no existen verdades indiscutibles que guíen nuestras vidas, por lo cual la libertad humana no tiene límites. Se olvida que «el hombre no es solamente una libertad que él se crea por sí solo. El hombre no se crea a sí mismo. Es espíritu y voluntad, pero también naturaleza». Con paternal preocupación, nos invitó a tomar conciencia de que la creación se ve perjudicada «donde nosotros mismos somos las últimas instancias, donde el conjunto es simplemente una propiedad nuestra y el consumo es sólo para nosotros mismos. El derroche de la creación comienza donde no reconocemos ya ninguna instancia por encima de nosotros, sino que sólo nos vemos a nosotros mismos».

Unidos por una misma preocupación

7. Estos aportes de los Papas recogen la reflexión de innumerables científicos, filósofos, teólogos y organizaciones sociales que enriquecieron el pensamiento de la Iglesia sobre estas cuestiones. Pero no podemos ignorar que, también fuera de la Iglesia Católica, otras Iglesias y Comunidades cristianas –como también otras religiones– han desarrollado una amplia preocupación y una valiosa reflexión sobre estos temas que nos preocupan a todos. Para poner sólo un ejemplo destacable, quiero recoger brevemente parte del aporte del querido Patriarca Ecuménico Bartolomé, con el que compartimos la esperanza de la comunión eclesial plena.

8. El Patriarca Bartolomé se ha referido particularmente a la necesidad de que cada uno se arrepienta de sus propias maneras de dañar el planeta, porque, «en la medida en que todos generamos pequeños daños ecológicos», estamos llamados a reconocer «nuestra contribución –pequeña o grande– a la desfiguración y destrucción de la creación». Sobre este punto él se ha expresado repetidamente de una manera firme y estimulante, invitándonos a reconocer los pecados contra la creación: «Que los seres humanos destruyan la diversidad biológica en la creación divina; que los seres humanos degraden la integridad de la tierra y contribuyan al cambio climático, desnudando la tierra de sus bosques naturales o destruyendo sus zonas húmedas; que los seres humanos contaminen las aguas, el suelo, el aire. Todos estos son pecados». Porque «un crimen contra la naturaleza es un crimen contra nosotros mismos y un pecado contra Dios».

9. Al mismo tiempo, Bartolomé llamó la atención sobre las raíces éticas y espirituales de los problemas ambientales, que nos invitan a encontrar soluciones no sólo en la técnica sino en un cambio del ser humano, porque de otro modo afrontaríamos sólo los síntomas. Nos propuso pasar del consumo al sacrificio, de la avidez a la generosidad, del desperdicio a la capacidad de compartir, en una ascesis que «significa aprender a dar, y no simplemente renunciar. Es un modo de amar, de pasar poco a poco de lo que yo quiero a lo que necesita el mundo de Dios. Es liberación del miedo, de la avidez, de la dependencia». Los cristianos, además, estamos llamados a « aceptar el mundo como sacramento de comunión, como modo de compartir con Dios y con el prójimo en una escala global. Es nuestra humilde convicción que lo divino y lo humano se encuentran en el más pequeño detalle contenido en los vestidos sin costuras de la creación de Dios, hasta en el último grano de polvo de nuestro planeta ».

San Francisco de Asís

10. No quiero desarrollar esta encíclica sin acudir a un modelo bello que puede motivarnos. Tomé su nombre como guía y como inspiración en el momento de mi elección como Obispo de Roma. Creo que Francisco es el ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecología integral, vivida con alegría y autenticidad. Es el santo patrono de todos los que estudian y trabajan en torno a la ecología, amado también por muchos que no son cristianos. Él manifestó una atención particular hacia la creación de Dios y hacia los más pobres y abandonados. Amaba y era amado por su alegría, su entrega generosa, su corazón universal. Era un místico y un peregrino que vivía con simplicidad y en una maravillosa armonía con Dios, con los otros, con la naturaleza y consigo mismo. En él se advierte hasta qué punto son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior.

11. Su testimonio nos muestra también que una ecología integral requiere apertura hacia categorías que trascienden el lenguaje de las matemáticas o de la biología y nos conectan con la esencia de lo humano. Así como sucede cuando nos enamoramos de una persona, cada vez que él miraba el sol, la luna o los más pequeños animales, su reacción era cantar, incorporando en su alabanza a las demás criaturas. Él entraba en comunicación con todo lo creado, y hasta predicaba a las flores «invitándolas a alabar al Señor, como si gozaran del don de la razón». Su reacción era mucho más que una valoración intelectual o un cálculo económico, porque para él cualquier criatura era una hermana, unida a él con lazos de cariño. Por eso se sentía llamado a cuidar todo lo que existe. Su discípulo san Buenaventura decía de él que, «lleno de la mayor ternura al considerar el origen común de todas las cosas, daba a todas las criaturas, por más despreciables que parecieran, el dulce nombre de hermanas». Esta convicción no puede ser despreciada como un romanticismo irracional, porque tiene consecuencias en las opciones que determinan nuestro comportamiento. Si nos acercamos a la naturaleza y al ambiente sin esta apertura al estupor y a la maravilla, si ya no hablamos el lenguaje de la fraternidad y de la belleza en nuestra relación con el mundo, nuestras actitudes serán las del dominador, del consumidor o del mero explotador de recursos, incapaz de poner un límite a sus intereses inmediatos. En cambio, si nos sentimos íntimamente unidos a todo lo que existe, la sobriedad y el cuidado brotarán de modo espontáneo. La pobreza y la austeridad de san Francisco no eran un ascetismo meramente exterior, sino algo más radical: una renuncia a convertir la realidad en mero objeto de uso y de dominio.

12. Por otra parte, san Francisco, fiel a la Escritura, nos propone reconocer la naturaleza como un espléndido libro en el cual Dios nos habla y nos refleja algo de su hermosura y de su bondad: «A través de la grandeza y de la belleza de las criaturas, se conoce por analogía al autor» (Sb 13,5), y «su eterna potencia y divinidad se hacen visibles para la inteligencia a través de sus obras desde la creación del mundo» (Rm 1,20). Por eso, él pedía que en el convento siempre se dejara una parte del huerto sin cultivar, para que crecieran las hierbas silvestres, de manera que quienes las admiraran pudieran elevar su pensamiento a Dios, autor de tanta belleza. El mundo es algo más que un problema a resolver, es un misterio gozoso que contemplamos con jubilosa alabanza.

Mi llamado

13. El desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar. El Creador no nos abandona, nunca hizo marcha atrás en su proyecto de amor, no se arrepiente de habernos creado. La humanidad aún posee la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común. Deseo reconocer, alentar y dar las gracias a todos los que, en los más variados sectores de la actividad humana, están trabajando para garantizar la protección de la casa que compartimos. Merecen una gratitud especial quienes luchan con vigor para resolver las consecuencias dramáticas de la degradación ambiental en las vidas de los más pobres del mundo. Los jóvenes nos reclaman un cambio. Ellos se preguntan cómo es posible que se pretenda construir un futuro mejor sin pensar en la crisis del ambiente y en los sufrimientos de los excluidos.

14. Hago una invitación urgente a un nuevo diálogo sobre el modo como estamos construyendo el futuro del planeta. Necesitamos una conversación que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos. El movimiento ecológico mundial ya ha recorrido un largo y rico camino, y ha generado numerosas agrupaciones ciudadanas que ayudaron a la concientización. Lamentablemente, muchos esfuerzos para buscar soluciones concretas a la crisis ambiental suelen ser frustrados no sólo por el rechazo de los poderosos, sino también por la falta de interés de los demás. Las actitudes que obstruyen los caminos de solución, aun entre los creyentes, van de la negación del problema a la indiferencia, la resignación cómoda o la confianza ciega en las soluciones técnicas. Necesitamos una solidaridad universal nueva. Como dijeron los Obispos de Sudáfrica, «se necesitan los talentos y la implicación de todos para reparar el daño causado por el abuso humano a la creación de Dios». Todos podemos colaborar como instrumentos de Dios para el cuidado de la creación, cada uno desde su cultura, su experiencia, sus iniciativas y sus capacidades.

15. Espero que esta Carta encíclica, que se agrega al Magisterio social de la Iglesia, nos ayude a reconocer la grandeza, la urgencia y la hermosura del desafío que se nos presenta. En primer lugar, haré un breve recorrido por distintos aspectos de la actual crisis ecológica, con el fin de asumir los mejores frutos de la investigación científica actualmente disponible, dejarnos interpelar por ella en profundidad y dar una base concreta al itinerario ético y espiritual como se indica a continuación. A partir de esa mirada, retomaré algunas razones que se desprenden de la tradición judío-cristiana, a fin de procurar una mayor coherencia en nuestro compromiso con el ambiente. Luego intentaré llegar a las raíces de la actual situación, de manera que no miremos sólo los síntomas sino también las causas más profundas. Así podremos proponer una ecología que, entre sus distintas dimensiones, incorpore el lugar peculiar del ser humano en este mundo y sus relaciones con la realidad que lo rodea. A la luz de esa reflexión quisiera avanzar en algunas líneas amplias de diálogo y de acción que involucren tanto a cada uno de nosotros como a la política internacional. Finalmente, puesto que estoy convencido de que todo cambio necesita motivaciones y un camino educativo, propondré algunas líneas de maduración humana inspiradas en el tesoro de la experiencia espiritual cristiana.

16. Si bien cada capítulo posee su temática propia y una metodología específica, a su vez retoma desde una nueva óptica cuestiones importantes abordadas en los capítulos anteriores. Esto ocurre especialmente con algunos ejes que atraviesan toda la encíclica. Por ejemplo: la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de que en el mundo todo está conectado, la crítica al nuevo paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnología, la invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso, el valor propio de cada criatura, el sentido humano de la ecología, la necesidad de debates sinceros y honestos, la grave responsabilidad de la política internacional y local, la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida. Estos temas no se cierran ni abandonan, sino que son constantemente replanteados y enriquecidos.

28 enero 2016

¿Quién es San Juan de Mata...? Fundador de la Orden de la Santísima Trinidad el 17 de diciembre de 1198.



La Orden Trinitaria, está de fiesta.



Hoy celebramos la octaba de San Inés, Patrona de la Orden.

También cuenta la tradición que en este día tuvo lugar la Primera Misa de San Juan de Mata. 

Al elevar la Sagrada Forma, tuvo la visión de los tres Ángeles, y la inspiración de fundar la Orden de la Santísima Trinidad y de los Cautivos.
Esa visión quedó plasmada para siempre en un mosaico que mandó hacer el mismo y que hoy en día se conserva en Roma.
Gracias Señor por ese don tan preciado que es el carisma Trinitario.
¡¡Felicidades!!

27 enero 2016

La unidad está en el camino.


"Yo soy el más pequeño de los apóstoles [...] porque perseguí a la iglesia de Dios. Por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia para conmigo no ha sido en vano" (1 Cor 15,9- 10). El apóstol Pablo resume el significado de su conversión. Se llevó a cabo después del encuentro deslumbrante con Cristo resucitado (cf. 1 Cor 9,1) en el camino de Jerusalén a Damasco, no es principalmente un cambio moral, pero la experiencia de la gracia transformadora de Cristo, y al mismo tiempo de la llamada a una nueva misión, para proclamar a todos que Jesús quien primero persiguió al perseguir a sus discípulos. En ese momento, de hecho, Pablo entiende que entre el Cristo eternamente viviente y sus seguidores hay una unión real y trascendente:. Jesús vive y está presente en ellos y ellos viven en Él La vocación a ser un apóstol no está basado en el mérito humano Pablo, quien es considerado "humilde" y "indigno", sino en la infinita bondad de Dios, que lo eligió y le confió el ministerio.

Esta comprensión de lo que sucedió en el camino de Damasco es atestiguado por San Pablo también en la primera carta a Timoteo: " Doy gracias a aquel que me permitieron , a Cristo Jesús nuestro Señor , porque me tuvo por fiel juzgado por ponerme a su servicio , que antes era un blasfemo , un perseguidor y un violento. Pero he recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad, y la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y amor que es en Cristo Jesús "( 1,12-14 ) . La abundante misericordia de Dios es la única razón por la cual se basa en el ministerio de Pablo , y es al mismo tiempo lo que el Apóstol tiene que anunciar a todos .

La experiencia de San Pablo, es similar a la de las comunidades a las que el apóstol Pedro dirigió su primera carta. San Pedro se dirige a los miembros de la comunidad pequeña y frágil, expuesta a la amenaza de persecución y les son aplicables los títulos gloriosos adscritos al pueblo santo de Dios, "una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa, pueblo adquirido por Dios» ( 1 Pe 2,9). Para los primeros cristianos, como hoy para todos nosotros bautizados, es una fuente de consuelo y de constante maravilla saber que ha sido seleccionado para formar parte del plan de salvación de Dios, realizada en Jesucristo y en la Iglesia. "Señor, ¿por qué yo?"; "¿Por qué nosotros?". Dibujamos aquí el misterio de la misericordia y la elección de Dios: el Padre ama a todos y quiere salvar a todos, y esto requiere un poco de "conquistar" su gracia, porque a través de ellos su amor llegue a todos. La misión de todo el pueblo de Dios es proclamar las maravillas del Señor, sobre todo el misterio pascual de Cristo, por quien hemos pasado de las tinieblas del pecado y la muerte, la gloria de su vida, la nueva y eterna (cf. 1 Pe 2,10).

A la luz de la Palabra de Dios que hemos escuchado, y que nos guió durante esta Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, realmente podemos decir que todos los creyentes en Cristo somos "llamados a proclamar las maravillas de Dios" (cf. 1 2.9 pt). Más allá de las diferencias que aún nos separan alegría reconocer que en el origen de la vida cristiana no es siempre una llamada cuyo autor es Dios. Podemos avanzar en el camino hacia la comunión plena y visible entre los cristianos no sólo cuando lleguemos a los demás, pero sobre todo en la medida que nos convertimos al Señor, que por su gracia nos elige y nos llama a ser sus discípulos. Y los medios de conversión permiten que el Señor vive y trabaja en nosotros. Por esta razón, cuando los cristianos juntos de diferentes Iglesias escuchar la Palabra de Dios y tratar de ponerlo en práctica, realizan pasos muy importantes hacia la unidad. No es sólo la llamada que nos une; También compartimos la misma misión:. Proclamar a todas las maravillosas obras de Dios Como san Pablo, y, como los fieles que escribe San Pedro, que no puede dejar de proclamar el amor misericordioso que ha conquistado y nos cambiado. Como viaje que hacia la plena comunión entre nosotros, ya podemos desarrollar múltiples formas de colaboración, van de la mano y trabajar juntos para promover la difusión del Evangelio. Y caminar y trabajar juntos, nos damos cuenta de que ya estamos unidos en el nombre del Señor. La unidad está en el camino.

En este extraordinario Año Jubilar de la Misericordia , se tiene en cuenta que no puede haber una auténtica búsqueda de la unidad cristiana sin depender totalmente de la misericordia del Padre . En primer lugar pedir perdón por el pecado de nuestras divisiones , que son una herida abierta en el Cuerpo de Cristo. Como Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia Católica , quiero pedir clemencia y perdón por el comportamiento no evangélicos en poder de los católicos contra los cristianos de otras iglesias . Al mismo tiempo , invito a todos los hermanos y hermanas católicos a perdonar, ahora o en el pasado, han sido ofendidos por otros cristianos . No podemos deshacer lo que ha sido, pero no vamos a permitir que el peso de los pecados del pasado continúan contaminando nuestras relaciones. La misericordia de Dios renueva nuestras relaciones.

En esta atmósfera de intensa oración , un saludo fraterno a Su Eminencia Metropolitano Gennadios , representante del Patriarcado Ecuménico , Su Gracia David Moxon , representante personal en Roma del arzobispo de Canterbury , y todos los representantes de las diversas Iglesias y comunidades eclesiales de Roma, reunidos aquí esta noche. Con ellos hemos pasado a través de la Puerta Santa de esta basílica recordar que la única puerta que conduce a la salvación es Jesucristo nuestro Señor , el rostro misericordioso del Padre . Dirijo un cordial saludo a los jóvenes ortodoxos y Ortodoxo estudiar aquí, en Roma , con el apoyo del Comité de Colaboración Cultural con las Iglesias ortodoxas , que opera en el Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos , así como estudiantes del Instituto Ecuménico de Bossey , en una visita aquí a Roma para profundizar en el conocimiento de la Iglesia Católica .

Queridos hermanos y hermanas , unámonos en oración hoy que Jesucristo dirigida al Padre : " puede ser una [ ... ] para que el mundo crea" ( Jn 17:21 ) . La unidad es un don de la misericordia de Dios el Padre . Aquí ante la tumba de St. Paul , apóstol y mártir, mantuvo en esta espléndida Basílica , sentimos que nuestra humilde petición sea apoyada por la intercesión de la multitud de mártires cristianos de ayer y de hoy. Ellos han respondido generosamente a la llamada del Señor , dio testimonio fiel , con su vida , las maravillas que Dios ha hecho por nosotros, y la experiencia que ya están en plena comunión con la presencia de Dios el Padre. Apoyado por su ejemplo - este ejemplo que hace la sangre simplemente ecumenismo - y confortado por su intercesión , se convirtiesen a Dios nuestra oración humilde.

(Homilía del Papa Francisco en el día de la conversión de San Pablo)

26 enero 2016

Si un sacerdote elige ser una persona normal, un sacerdote será mediocre, o algo peor.


Queridos hermanos y hermanas, Os saludo con afecto y agradezco el cardenal Scola por sus amables palabras. Me alegra encontrarme con vosotros con ocasión del quincuagésimo aniversario de aquí: en el Año Santo de la Misericordia usted está celebrando , por lo tanto , también un jubileo de acción de gracias a Dios , la roca sobre la que construir la vida , porque " su fidelidad dura por siempre " ( cf. Sal 117,2 ) . No te olvides de esto: Dios es fiel .

Beato Pablo VI bendijo el Seminario Lombardo en 11 de noviembre 1965 por lo que la nueva casa fue habitada a la altura del Concilio Vaticano II, en la que los padres sintieron fuertemente que, "derribado los muros que durante demasiado tiempo había cerrado la iglesia en una privilegiada ciudadela, que era el momento de anunciar el Evangelio de una manera nueva "(Misericordiae Vultus, 4). Así, en "años romanos", que no sólo se estudian, pero la formación sacerdotal verdadera, también preparado para actuar en ese impulso del Espíritu, para ser "el futuro de la Iglesia" después de que el corazón de Dios; no de acuerdo a las preferencias de cada uno o de las modas del momento, pero como el anuncio del Evangelio requiere. Para preparar bien necesita un buen trabajo, pero sobre todo una conversión interior, que arraiga el ministerio diario en la primera llamada de Jesús y revivir en la relación personal con él, como lo hizo el apóstol Pablo, de la que hoy recordamos su conversión.

Me gustaría en este sentido para llamar su atención sobre un modelo que ya se conocen bien: San Carlos Borromeo. Padre de Certeau presentó su vida como un "movimiento de conversión" constante, se estiró para reflejar la imagen del Pastor: "Él se identificó con esto, la alimentó con su vida, sabiendo que el discurso va en bienes en dinero de sangre: sanguinis ministros, eran para él los verdaderos sacerdotes. Se dio cuenta entonces los perdendovisi imagen. Puso toda su "pasión" de reproducir "(Diccionario biográfico de la lengua italiana, XX, 1977, p. 263). Por lo tanto, el gran trabajo de los teólogos de la época, que culminó con la celebración del Concilio de Trento, fue implementado por los pastores sagrados como el Borromeo. Queridos amigos, ustedes son los herederos y testigos de una gran historia de la santidad, que tiene sus raíces en sus clientes, Obispos Ambrosio y Carlos, y en tiempos más recientes se ha visto, incluso entre los alumnos, tres Bendito y tres Siervos de Dios. Este es el objetivo de luchar por!

A menudo, sin embargo, parece ser una tentación en el camino de ser rechazado: el de la normalidad, un pastor que sólo una vida "normal".
Entonces este sacerdote comienza a conformarse a recibir un poco de atención, el ministerio juez basa en sus logros y se encuentra en la búsqueda de lo que les gusta, convirtiéndose cálido y verdadero interés en los demás. El "normal" para nosotros es en cambio la santidad pastoral, el don de la vida. Si un sacerdote elige ser una persona normal, un sacerdote será mediocre, o algo peor.

San Carlos quería pastores que eran siervos de Dios y los padres de las personas, especialmente para los pobres. Pero - siempre hay bueno recordar - puede proclamar las palabras de la vida sólo aquellos que hacen su vida un diálogo constante con la Palabra de Dios, o mejor, con Dios que nos habla. En estos años no se le da la misión de trabajar en este diálogo de la vida: el conocimiento de las diversas disciplinas que estudian no es un fin en sí mismo, sino que debe ser implementado en la conversación de la oración y encuentro con gente real. Se beneficia formar "segregado"; la oración y la cultura pastoril son piedras que llevan de un edificio: siempre deben estar firmemente unidos a apoyarse unos a otros, así cimentó juntos, por los sacerdotes de hoy y de mañana son hombres y pastores espirituales misericordiosos, internamente unificado por el amor del Señor y capaces de difundir la alegría del Evangelio en la sencillez de la vida. La evangelización, hoy en día, parece que llamar a tener que volver sólo el camino de la simplicidad. La simplicidad de la vida, para evitar toda forma de duplicidad y lo mundano, lo cual es suficiente la comunión genuina con el Señor y con los demás; simplicidad del lenguaje: no predicadores de doctrinas complejas, pero heraldos de Cristo, muerto y resucitado por nosotros.

Otro aspecto esencial que quiero destacar es la necesidad de ser un buen sacerdote, el contacto y la proximidad al Obispo. La característica del sacerdote diocesano es precisamente el de la diócesis, y de la diócesis tiene su piedra angular en el informe con frecuencia con el obispo, en el diálogo y discernimiento con él. Un sacerdote que no tiene una relación constante con su obispo lentamente isla desde el diocesana cuerpo y disminuye su fertilidad, precisamente porque se ejerce el diálogo con el Padre de la Diócesis. 

Por último, me gustaría decir que estoy encantado no sólo por sus fructíferos esfuerzos en los estudios, sino también por la dimensión global de su comunidad: provienen de diversas regiones de Italia, África, América Latina, Asia y otros países los europeos. Deseo de cultivar la belleza de la amistad y el arte de establecer relaciones, para crear una Fraternidad Sacerdotal fuertes detalles de diversidad. So'll siempre muy acogedor y enriquecer esta casa! A partir de ahora, cuando voy a la Basílica de Santa María la Mayor, voy a pensar en esta reunión y que recordaré delante de la Virgen Madre. Pero, te lo ruego, lo mismo por mí! Gracias.

(Discurso del Papa Francisco. Sala Clementina, 25 de enero)

25 enero 2016

Hoy conocemos la vida de "Madre Mariana" fundadora de las Hermanas Trinitarias de Madrid.


Mariana Allsopp González Manrique nace el 24 de noviembre de 1854, en Tepic, México.

Sor Mariana de la Santísima Trinidad, fue elegida por Dios para colaborar con él en su misión redentora y liberadora. Fundó junto al Padre Méndez el Instituto de Hermanas Trinitarias para que se dedicara a la acogida, liberación y promoción de la juventud más necesitada. Ella es en la Iglesia, y para cuantos llegan a conocerla, como “un faro que en medio del mar hace comprender al navegante su ruta” (Madre Mariana, Cartas)

En la vida de Sor Mariana, desde su niñez hasta su vocación definitiva, encontramos episodios reveladores de su gran destino; también encontramos abundantes ejemplos de una capacidad intuitiva que la presentaban por encima de las habituales preocupaciones de la gente de su tiempo. Todos los que con ella se relacionaban quedaban admirados de sus hechos y dichos que parecían dictados directamente por Dios. De ahí su serena sonrisa y bondadosa mirada, con la que cautivaba lo mismo a gente sencilla que a gente culta.

María Ana Allsopp nace el día 24 de Noviembre de 1854, en la ciudad de Tepic (México) donde su padre ejercía la carrera diplomática. Es la segunda de cinco hermanos, que crecen felices rodeados del amor de sus padres y de una educación cristiana impregnada de alegría y confianza. Pero un suceso inesperado abre un nuevo cauce a su vida: cuando sólo tiene ocho años muere su madre: Poco después tiene que abandonar la tierra que la vio nacer.
Su padre, don Juan Allsopp, decide que María Ana y sus cuatro hermanos se trasladen a Madrid donde podrán recibir una educación esmerada junto a la familia de su madre. Comienza entonces una nueva etapa en su vida.

La separación de su padre y de su tierra dejan en María Ana una huella importante. Pero los años siguientes, hasta su juventud, van a transcurrir en un hogar feliz. Mariama recuerda con cariño hermosos episodios de su adolescencia y juventud vividos en “la casa de la alegría” con sus hermanos, sus primos, su abuela y sus tíos.
Por los cargos que desempeñaba su padre, y el lugar que en Madrid ocupa la familia de su madre a los 21 años es presentada en Palacio una vez restaurada la Monarquía. A partir de entonces acude a las fiestas de la alta sociedad con naturalidad y gran desapego. Es simpática, risueña y sobre todo muy personal.
Tenía muchas amigas, pero una de ellas fue muy especial: María, la Virgen Madre, Maestra y AMIGA
En su infancia la adopta como Madre, en su juventud la siente también como amiga, y en su madurez acude a ella como Maestra y guía de su alma. A ella le confió siempre sus más íntimos deseos.

La vida de María Ana va a tomar una dirección irreversible cuando descubre en su corazón el mayor don con el que fue agraciada su alma: el Amor del Señor. Un amor incondicional, que no conoce posiciones, que no juzga ni condena, que perdona siempre, que en todo momento busca darse. Siente que el Amor de Jesús no tiene frontera, que une y jamás separa, que acoge siempre, y tiene predilección por los que este mundo rechaza.
De él se enamora apasionadamente. Y desde entonces sólo busca saber dónde y cómo vivir para Él.

Ese amor tan exquisito siente que empieza a realizarse de una manera plena en la caridad para con los más pobres y marginados. Con ellos se encuentra de una forma asidua en las Escuelas Dominicales y el Hospital de San Juan de Dios de Madrid.

Es así como conoce el submundo de la corte de Madrid. En las escuelas dominicales, se encontraba con obreras, pobres, mendigas y muchas que aún tenían la esperanza de lograr un futuro digno. En el hospital de San Juan de Dios, eran mujeres, muchas de ellas aún muy jovencitas, que ejercieron la prostitución por necesidad la mayoría de las veces, y ahora sentían que ya ni para eso servían. Con frecuencia habían sido engañadas, y otras veces obligadas por su condición de pobres y tantas circunstancias injustas. Con sus vidas rotas y sin esperanza desahogaban sus almas buscando un poco de consuelo.
A estas mujeres entregaba María Ana lo mejor de su juventud, arrastrando con su ejemplo, a otras amigas suyas.

(www.hermanastrinitarias.net)

(Continuará..)

24 enero 2016

La Iglesia celebra hoy el día de la Infancia Misionera. Este año el lema es: G R A C I A S


- ¿Qué es?

Es una institución de la Iglesia universal para promover la ayuda recíproca entre los niños del mundo. Nació en 1843,por iniciativa del obispo francés ForbinJanson,que invitó a los niños de su diócesis a colaborar con otros niños de China. Desde 1922 tiene el rango de Obra Misional Pontificia,que depende directamente del Papa.La cooperación que Infancia Misionera promueve entre los niños es la ocasión para suscitar en ellos el intercambio de sus bienes.El lema de esta Obra Pontificia es "Los niños ayudan a los niños!".
Los primeros protagonistas de Infancia Misionera son los niños.Independientemente del color de su piel,su cultura o del lugar donde viven,todos los niños de Infancia Misionera rezan unos por otros y se ayudan con sus pequeñas aportaciones.A la vez, invitan a los adultos a sumarse solidariamente con su cooperación económica y con su oración y sacrificios.Por este bello intercambio de bienes,se propone como lema:"Gracias"

- Oración.

Señor, Tú nos escuchas cuando rezamos; entras en nuestra vida y nos das fuerza para construir un mundo mejor y más bonito. Por eso te decimos: "¡Gracias!". Señor, a través de tu Palabra, la Biblia, nos das a conocer lo bueno que eres con nosotros y nos enseñas a compartir y a ser solidarios. Por eso te decimos: "¡Gracias!". Señor, nos encanta descubrir que cada persona y los diferentes pueblos de la Tierra son un don tuyo, un regalo que nos haces. Por eso te decimos: "¡Gracias!". Señor, nos has hecho parte de una gran familia que se llama "la Iglesia" y que es misionera, porque lleva la Buena Noticia a todos. Por eso te decimos: "¡Gracias!". Haz, buen Dios, que seamos siempre agradecidos, como nuestra Madre, la Virgen María. Amé.


-Vídeo.


Evangelio. Domingo III del Tiempo Ordinario.


Según San Lucas 1, 1 - 4. 4, 14-21.

Querido Teófilo:
Muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han verificado entre nosotros, siguiendo las tradiciones transmitidas por los que primero fueron testigos oculares y luego predicadores de la palabra. Yo también, después de comprobarlo todo exactamente desde el principio, he resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.
En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan. Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor.» Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él.
Y él se puso a decirles: «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.»


Reflexión.

Querido Teófilo, (Teo- Dios. Filo- Amigo): Querido amigo de Dios.
El mensaje que quiere transmitir Dios a la humanidad mediante su Palabra es una buena noticia para los desvalidos, un anuncio de libertad para los cautivos y los oprimidos, una promesa de salvación. Un mensaje que llena de esperanza a toda la humanidad. Nosotros, hijos de Dios en Cristo por el sacramento del bautismo, también hemos recibido esta unción y participamos en su misión: llevar este mensaje de esperanza por toda la humanidad.

Lectura de la Primera Carta del Apostol San Pablo a los Corintios, 12, 12-30.


Lectura 12,12-30.

Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. El cuerpo tiene muchos miembros, no uno solo. Si el pie dijera: «No soy mano, luego no formo parte del cuerpo», ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Si el oído dijera: «No soy ojo, luego no formo parte del cuerpo», ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Si el cuerpo entero fuera ojo, ¿cómo oiría? Si el cuerpo entero fuera oído, ¿cómo olería? Pues bien, Dios distribuyó el cuerpo y cada uno de los miembros como él quiso. Si todos fueran un mismo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Los miembros son muchos, es verdad, pero el cuerpo es uno solo. El ojo no puede decir a la mano: «No te necesito»; y la cabeza no puede decir a los pies: «No os necesito.» Más aún, los miembros que parecen más débiles son más necesarios. Los que nos parecen despreciables, los apreciamos más. Los menos decentes, los tratamos con más decoro. Porque los miembros más decentes no lo necesitan. Ahora bien, Dios organizó los miembros del cuerpo dando mayor honor a los que menos valían. Así, no hay divisiones en el cuerpo, porque todos los miembros por igual se preocupan unos de otros. Cuando un miembro sufre, todos sufren con él; cuando un miembro es honrado, todos se felicitan. Pues bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro. Y Dios os ha distribuido en la Iglesia: en el primer puesto los apóstoles, en el segundo los profetas, en el tercero los maestros, después vienen los milagros, luego el don de curar, la beneficencia, el gobierno, la diversidad de lenguas. ¿Acaso son todos apóstoles? ¿O todos son profetas? ¿O todos maestros? ¿O hacen todos milagros? ¿Tienen todos don para curar? ¿Hablan todos en lenguas o todos las interpretan?


Reflexión.

El mensaje principal es que la alegría es una consecuencia clara de la cercanía del Señor. Pablo, nos va a contar, esa organización que es la Iglesia, nuestra Asamblea.
Sabiendo que Cristo es nuestra cabeza.

22 enero 2016

Jornada de Ayuno y Oración por los frutos del nuevo Plan Pastoral.



El Plan Pastoral de la Conferencia Episcopal Española, presentado recientemente, establece la celebración de un día de ayuno y oración, hoy 22 de enero, para pedir la ayuda de Dios y disponernos a colaborar con todas nuestras fuerzas en la gran tarea misionera. A esta jornada de ayuno y oración, en fecha próxima a la celebración de la conversión de san Pablo, están invitados a unirse todos los sacerdotes, consagrados y laicos.
“Somos conscientes y estamos persuadidos -dicen los obispos- que para evangelizar es preciso «renovar nuestro encuentro personal con Jesucristo»”.

(Más en http://www.conferenciaepiscopal.es/)

¿Sabíais que la Conferencia Episcopal Española nos ha invitado hoy a una jornada de ayuno y oración?



21 enero 2016

Hoy celebramos el día de Santa Inés, Virgen y Mártir.

Considerada en la Iglesia como patrona de la pureza, es una de las más populares santas cristianas, y su nombre está incluido en el canon de la misa. Debido a sus riquezas y hermosura, la santa –a la edad de trece años- fue pretendida por varios jóvenes de las principales familias romanas; sin embargo, la joven había consagrado su virginidad al Señor Jesús.

Ante esta negativa, sus pretendientes la denunciaron como cristiana al gobernador, quien utilizó halagos y amenazas para persuadirla, pero todo fue en vano, pues Inés se mantuvo firme en su decición. Al ver esto, el gobernador la envió a una casa de prostitución, donde acudieron muchos jóvenes licenciosos pero que no se atrevieron a acercársele, pues se llenaron de terror y espanto al ser observados por la santa. El gobernador enfurecido la condenó a ser decapitada. El cuerpo de la santa fue sepultado a corta distancia de Roma, junto a la Vía Nomentana.

Llamados a ser mensajeros de alegría. Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos.


El Espíritu del Señor Dios me acompaña, pues el propio Señor me ha ungido, me ha enviado a dar la buena noticia a los pobres. Is 61, 1-4 

¡Qué bueno, qué agradable es que los hermanos vivan juntos! Sal 133 

Llénenme de alegría teniendo el mismo pensar, alimentando el mismo amor, viviendo en armonía, compartiendo los mismos sentimientos. Flp 2, 1-5

Les he dicho esto para que participen de mi alegría y la alegría de ustedes sea completa. Jn 15, 9-12


La alegría del evangelio llama a los cristianos a vivir la profecía de Isaías: «El Espíritu del Señor Dios me acompaña, pues el propio Señor me ha ungido, me ha enviado a dar la buena noticia a los pobres». Anhelamos la Buena Noticia que sane nuestros corazones rotos y nos libere de todo lo que nos ata y nos hace prisioneros.
•Cuando estamos tristes a causa de nuestro propio sufrimiento, podríamos no tener la fuerza para proclamar la alegría que nos trae Jesús. Sin embargo, aun cuando nos sentimos incapaces de dar algo a los demás, si damos testimonio de lo poco que tenemos, Jesús lo multiplica en nosotros y en las personas que están a nuestro alrededor.
•En el evangelio Jesús dice: «Como el Padre me ama a mí, así los amo yo a ustedes» y «se amen los unos a los otros como yo los he amado». Es así que descubrimos su alegría en nosotros de modo que nuestra alegría pueda ser completa. Este amor mutuo y alegría mutua es el corazón de nuestra oración por la unidad. Como dice el salmista: «¡Qué bueno, qué agradable es que los hermanos vivan juntos!».


- ¿Qué es lo que sofoca la alegría en el mundo y en las Iglesias?

-¿Qué podríamos recibir de otros cristianos para que la alegría de Jesús esté en nosotros, haciéndonos así testigos de la Buena Noticia?

Oración

Dios de amor, mira nuestro deseo de servirte a pesar de nuestra pobreza espiritual y nuestras pocas habilidades. Colma el deseo más profundo de nuestro corazón con tu presencia. Llena nuestros corazones rotos con tu amor que sana para que podamos amar como tú nos has amado. Danos el don de la unidad para que podamos servirte con alegría y compartir tu amor con todos.
Esto pedimos en el nombre de tu Hijo Jesucristo, nuestro Señor. Amén

Identidad y Misión del Cristiano.


La identidad apostólica marca pues al bautizado tan profundamente como el Bautismo mismo. La incorporación a la Iglesia supone la obligación de confesar delante de los hombres la fe que recibieron de Dios mediante la Iglesia.
La Iglesia, al precisar quiénes son los fieles cristianos, da un lugar central a esa misión apostólica: Son fieles cristianos quienes, incorporados a Cristo por el Bautismo, se integran en el Pueblo de Dios, y hechos partícipes a su modo por esta razón de la función sacerdotal, profética y real de Cristo, cada uno según su propia condición, son llamados a desempeñar la misión que Dios encomendó cumplir a la Iglesia en el mundo.

La misión que forma parte de la identidad de todo bautizado implica y exige el cumplimiento de la misión propia a la que cada uno está llamado en el servicio de la Iglesia. El compromiso activo con la misión apostólica del Pueblo de Dios se hace vida en la entrega a los horizontes concretos de servicio apostólico a los cuales el Señor convoca a cada uno.

Del tratado de san Ambrosio, obispo, sobre las vírgenes.

NO TENÍA AÚN EDAD DE SER CONDENADA, PERO ESTABA YA MADURA PARA LA VICTORIA

Celebramos hoy el nacimiento para el cielo de una virgen, imitemos su integridad; se trata también de una mártir, ofrezcamos el sacrificio. Es el día natalicio de santa Inés. Sabemos por tradición que murió mártir a los doce años de edad. Destaca en su martirio, por una parte, la crueldad que no se detuvo ni ante una edad tan tierna; por otra, la fortaleza que infunde la fe, capaz de dar testimonio en la persona de una jovencita.

¿Es que en aquel cuerpo tan pequeño cabía herida alguna? Y, con todo, aunque en ella no encontraba la espada donde descargar su golpe, fue ella capaz de vencer a la espada. Y eso que a esta edad las niñas no pueden soportar ni la severidad del rostro de sus padres, y si distraídamente se pican con una aguja, se ponen a llorar como si se tratara de una herida.

Pero ella, impávida entre las sangrientas manos del verdugo, inalterable al ser arrastrada por pesadas y chirriantes cadenas, ofrece todo su cuerpo a la espada del enfurecido soldado, ignorante aún de lo que es la muerte, pero dispuesta a sufrirla; al ser arrastrada por la fuerza al altar idolátrico, entre las llamas tendía hacia Cristo sus manos, y así, en medio de la sacrílega hoguera, significaba con esta posición el estandarte triunfal de la victoria del Señor; intentaban aherrojar su cuello y sus manos con grilletes de hierro, pero sus miembros resultaban demasiado pequeños para quedar encerrados en ellos.

¿Una nueva clase de martirio? No tenía aún edad de ser condenada, pero estaba ya madura para la victoria; la lucha se presentaba difícil, la corona fácil; lo que parecía imposible por su poca edad lo hizo posible su virtud consumada. Una recién casada no iría al tálamo nupcial con la alegría con que iba esta doncella al lugar del suplicio, con prisa y contenta de su suerte, adornada su cabeza no con rizos, sino con el mismo Cristo, coronada no de flores, sino de virtudes.

Todos lloraban, menos ella. Todos se admiraban de que con tanta generosidad entregara una vida de la que aún no había comenzado a gozar, como si ya la hubiese vivido plenamente. Todos se asombraban de que fuera ya testigo de Cristo una niña que, por su edad, no podía aún dar testimonio de sí misma. Resultó así que fue capaz de dar fe de las cosas de Dios una niña que era incapaz legalmente de dar fe de las cosas humanas, porque el Autor de la naturaleza puede hacer que sean superadas las leyes naturales.

El verdugo hizo lo posible para aterrorizarla, para atraerla con halagos, muchos desearon casarse con ella. Pero ella dijo:

«Sería una injuria para mi Esposo esperar a ver si me gusta otro; él me ha elegido primero, él me tendrá. ¿A qué esperas, verdugo, para asestar el golpe? Perezca el cuerpo que puede ser amado con unos ojos a los que yo no quiero».

Se detuvo, oró, doblegó la cerviz. Hubieras visto cómo temblaba el verdugo, como si fuese él el condenado; como temblaba su diestra al ir a dar el golpe, cómo palidecían los rostros al ver lo que le iba a suceder a la niña, mientras ella se mantenía serena. En una sola víctima tuvo lugar un doble martirio: el de la castidad y el de la fe. Permaneció virgen y obtuvo la gloria del martirio.

20 enero 2016

Hoy nos ayuda a reflexionar sobre la Pobreza, el P. Francisco Méndez.


Meditando en el verdadero espíritu de pobreza que debemos tener me pregunto ¿en qué estará nuestra pobreza? Y me doy cuenta que el espíritu de pobreza no está ni en el comer, ni en el vestir, ni en el tener.
Dios nos llama a ser pobres y éste es el principio de nuestra hermosa vocación, porque como dice San Pablo “a los que predestina para el Cielo, primero los hace semejantes a El, para que gustando de su cáliz tengamos participación en su Reino”.
Hija mía somos pobres por amor a Jesucristo pobre, que tan pobre se hizo que nació en un pesebre, en una cueva como meditamos en Navidad y tuvo por compañeros a la vaca y a la mula, al nacer; y al morir a dos ladrones y durante toda su vida, fue tan pobre que vivía de limosna y sus discípulos para comer tenían que coger algunas espigas y desgranarlas; y murió desnudo en una cruz. ¿Quién no se anima, con tal ejemplo?
Dios es nuestro dueño y según nos dice San Pablo “así como el que hace cacharros coge el barro y de él fabrica un tiesto artístico o un vaso para la limpieza sin que el barro pueda quejarse, así puede Dios de nosotros hacer hombres ricos o pobres, sin que podamos quejarnos de ello”.
¿Qué es lo que ganamos? ¿No es el cielo? ¿No lo ha dicho el Salvador, que el que deja las cosas de la tierra adquiere el ciento por uno y además la vida eterna?
Animémonos, pues, Hijita y seamos pobres.; pero pobres verdaderos no perdiendo el tiempo, no malgastando las cosas, trabajando sin descanso y cuando todo esto se nos haga duro, miremos a Jesucristo y llenémonos de ánimo. Y estemos seguros de ir por el camino real al cielo, de amar a Dios, de agradarle ahora, de poseerle después.

(Escrito. Fundador de las HH Trinitarias de Madrid)

Oración por la Unidad de los Cristianos.


Pero ustedes son raza elegida, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo de su posesión, destinado a proclamar las grandezas de quien los llamó de las tinieblas a su luz maravillosa. Ustedes que antes eran «no pueblo» son ahora pueblo de Dios; ustedes que no eran amados, son ahora objeto de su amor.
(1 Pedro 2, 9-10) 

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La llamada a ser pueblo de Dios

San Pedro le dice a la Iglesia primitiva que en su búsqueda de sentido antes de encontrarse con el evangelio era «no pueblo». Pero a través de la escucha de la llamada a ser «raza elegida» de Dios y de recibir el poder de salvación de Dios en Jesucristo, se ha vuelto «pueblo de Dios». Esta realidad se expresa en el bautismo, que es común a todos los cristianos, en el que renacemos del agua y del Espíritu Santo (cfr. Juan 3, 5). En el bautismo morimos al pecado 9 para resucitar con Cristo a una nueva vida de gracia en Dios. Constituye un desafío cotidiano mantenernos conscientes de esta nueva identidad que tenemos en Cristo:
¿Cómo entendemos nuestra vocación común de ser «pueblo de Dios»?
¿Cómo expresamos nuestra identidad bautismal de ser «sacerdocio real»?

Escuchando las grandezas de Dios

El bautismo nos abre a un nuevo y apasionante viaje de la fe uniendo a cada cristiano con el pueblo de Dios que peregrina a lo largo de los siglos. La palabra de Dios –las Escrituras que los cristianos de todas las tradiciones rezan, estudian y meditan– es el fundamento de una comunión real aunque incompleta. En los textos sagrados que compartimos oímos acerca de las grandezas de Dios en la historia de la salvación, sacando a su pueblo de la esclavitud; y de la gran obra de Dios: la resurrección de Jesús de la muerte que inauguró una nueva vida para todos nosotros. Más aún, la lectura orante de la Biblia lleva a los cristianos a reconocer las grandezas de Dios en sus propias vidas:
¿De qué manera reconocemos y respondemos a las grandezas de Dios en el culto y el canto y en el trabajo a favor de la justicia y la paz?
¿De qué manera valoramos la Escritura como Palabra viva de Dios que nos llama a una unión mayor y a la misión?


Respuesta y proclamación 

Dios nos ha elegido pero no como si esto fuera un privilegio. Nos ha hecho santos, pero no en el sentido de que los cristianos son más virtuosos que los demás. Nos ha elegido para llevar a cabo una misión. Somos santos en la medida en que estamos comprometidos con la obra de Dios, que es siempre la de llevar su amor a todos los pueblos. Ser un pueblo sacerdotal significa estar al servicio del mundo. Los cristianos viven esta llamada bautismal y dan testimonio de las grandezas de Dios de distintas maneras: 

.Curando las heridas: Las guerras, los conflictos y los abusos han herido la vida emocional y relacional de la gente de Letonia y de otros países. La gracia de Dios nos ayuda a pedir perdón por los obstáculos que impiden la reconciliación y la sanación, de obtener misericordia y de crecer en santidad. 10
.Buscando la verdad y la unidad: La conciencia de nuestra identidad común en Cristo nos empuja a trabajar para superar las cosas que aún nos dividen como cristianos. Como los discípulos de Emaús, estamos llamados a compartir nuestra experiencia para poder descubrir que en nuestra común peregrinación Jesucristo está en medio de nosotros.
.Un compromiso activo a favor de la dignidad humana: Los cristianos que han sido sacados de las tinieblas a su luz maravillosa reconocen la enorme dignidad de toda vida humana. A través de proyectos sociales y caritativos nos acercamos a los pobres, los necesitados, los adictos y los marginados. 
Al considerar nuestro compromiso por la unidad de los cristianos, ¿por qué cosas deberíamos pedir perdón?
Conociendo la misericordia de Dios, ¿cómo nos comprometemos en proyectos sociales y caritativos con otros cristianos?

La celebración ecuménica utiliza los símbolos de la Biblia, una vela encendida y la sal para representar visiblemente las grandezas de Dios que estamos llamados como cristianos bautizados a proclamar al mundo. Tanto la luz como la sal son imágenes del evangelio que Jesús utiliza en el Sermón de la Monta- ña (cfr. Evangelio de Mateo 5, 13-16). 
Describen nuestra identidad cristiana: ustedes son la sal... ustedes son la luz… Y describen también nuestra misión: sal de este mundo… luz del mundo. 
La sal y la luz son signos de lo que los cristianos debemos ofrecer a los hombre y mujeres de nuestro tiempo: llevamos una palabra de Dios que da sabor a la vida, que tantas veces puede parecer sosa y vacía; y llevamos una palabra de gracia que guía y ayuda a las personas a ver y a entender sus vidas y su mundo.

El Papa Francisco habla hoy miércoles en la audiencia sobre la semana que estamos celebrando de Oración por la Unidad de los Cristianos.


- Queridos hermanos y hermanas:

El texto de la primera carta de san Pedro que hemos escuchado, centra la reflexión de la Semana de Oración para la Unidad de los Cristianos. El Apóstol se dirige a la primera generación de fieles para que tomen conciencia del don que han recibido por el bautismo. Del mismo modo, todos nosotros, durante esta Semana de Oración, estamos llamados a redescubrir nuestro bautismo, y a hacerlo juntos todos los cristianos, católicos, protestantes y ortodoxos, dejando atrás lo que divide.

Compartir el Bautismo significa que todos somos pecadores y que necesitamos la salvación que Dios nos ofrece, todos experimentamos la misma llamada a salir de las tinieblas e ir al encuentro de Dios lleno de misericordia. Precisamente en el bautismo, nos sumergimos en la fuente de la misericordia y de la esperanza, de la que nadie está excluido, esta experiencia de gracia crea un vínculo indisoluble entre los bautizados, de modo que nos consideremos realmente hermanos y miembros de un solo pueblo de Dios, capaz de anunciar las maravillas que él ha obrado a partir del testimonio sencillo y fraterno de la unidad, así como del compromiso mutuo de poner en práctica las obras de misericordia corporales y espirituales, realizando nuestra común misión de transmitir a los otros la misericordia que hemos recibido, empezando por los pobres y abandonados.


- Saludos:

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. En esta Semana de Oración pidamos que todos los discípulos de Cristo encontremos el modo de colaborar juntos para llevar la misericordia del Padre a cada rincón de la tierra. Que Dios los bendiga.

18 enero 2016

El Beato Manuel González, Obispo de Málaga y obispo de los Sagrarios Abandonados, pronto será santo.


El Beato Manuel González García, beatificado el 29 de abril de 2001 por el papa Juan Pablo II, será canonizado. La Comisión Médica ya había dado hace unas semanas su aprobación al milagro necesario para la canonización; y ahora ha sido la Comisión de Teólogos la que «ha aprobado el milagro que le convertirá en santo».
Ya solo queda la ratificación por parte de la Congregación para la Causa de los Santos y que el Santo Padre ponga la fecha para su canonización.

Ese milagro permitió la curación de una mujer de Madrid afectada por un linfoma agresivo. A su marido le entregó una novena y una reliquia Francisco Teresa León, antiguo párroco de Requena de Campos que ejerce en Madrid. Cabe recordar que en Requena de Campos, en diciembre de 1953 y en la persona de Sara Ruiz Ortega, que entonces tenía 18 años, se dio el primer milagro de Manuel González. Estaba deshauciada por los médicos a causa de una gravísima peritonitis tuberculosa, que la había dejado paralítica. Fracisco Teresa León fue a por la reliquia a la Casa de Nazaret de Palencia e hizo que se la pusieran bajo la almohada, sin que ella lo supiera, y comenzaron una novena de oración a Dios por la intercesión de Manuel González. A partir de ese momento, y de forma absolutamente inexplicable para la ciencia médica, se produjo un cambio brusco y radical en el estado de la enferma que, pocos días después, tras cinco años de gravísima enfermedad, se levantaba y hacía vida normal.

Sorprendidos por un abrazo.


El año santo de la misericordia nos recuerda que «Dios siempre es el primero en amar», sin condiciones, y nos acoge así como somos para abrazarnos y perdonarnos como un padre. 

El apóstol Juan continua hablando a los primeros cristianos sobre los dos mandamientos que Jesús nos ha enseñado: amar a Dios y amar al prójimo. Se lee, de hecho, en el pasaje de su primera carta (4, 7-10) «Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios». Y «esta palabra “amor” es una palabra que se usa muchas veces y no se sabe, cuando se dice, qué significa exactamente». ¿Qué es, entonces, el amor?

Pensamos en el amor de las telenovelas: no, eso no se parece al amor. Eso que parece amor es en realidad entusiasmo por una persona y después se apaga».

La verdadera pregunta, por lo tanto, es: «¿de dónde proviene el verdadero amor?». Escribe san Juan: «Todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios, porque Dios es amor». El apóstol no dice «todo amor es Dios». Lo que dice es «Dios es amor». Y continúa Juan, «Dios nos ha amado tanto que envió a su Hijo unigénito, para que vivamos por medio de él». Por ello, «es Dios quien da su vida en Jesús, para darnos a nosotros la vida». De ahí que, «el amor es hermoso, amar es hermoso y en el cielo habrá sólo amor, la caridad: lo dice Pablo». Y si el amor «es hermoso, se hace siempre fuerte y crece en el don de la propia vida: crece en el darse a los demás».

«En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó». Hago hincapié en que «Dios nos amó primero; él nos ha dado la vida por amor, ha dado la vida y a su Hijo por amor». Por eso «cuando encontramos a Dios, siempre hay una sorpresa: es él quien nos espera primero: es él quien nos encuentra».

En el Evangelio de Marcos (6, 34-44), que narra el episodio de la multiplicación de los panes, invito a mirar a Jesús. «Esa gente lo seguía para escucharlo, porque hablaba como uno que tiene autoridad, no como los escribas». Pero «él miraba a esa gente e iba más allá. Precisamente porque amaba, dice el Evangelio, “se compadeció de ellos”, que no es lo mismo que tener pena». La palabra justa es precisamente «compasión: el amor lo lleva a “sufrir con” ellos, a involucrarse en la vida de la gente». Y «el Señor está siempre ahí, amando primero: él nos espera, él es la sorpresa».

Es precisamente esto lo que le sucede, a «Andrés cuando va a Pedro y le dice: “Hemos encontrado al Mesías, ¡ven!. Pedro va a Jesús, este lo mira y le dice: “¿Tú eres Simón? Serás Pedro”. Lo esperaba con una misión. Antes lo había amado Él».

Lo mismo sucede «cuando Zaqueo, que era pequeño, se subió al árbol para ver mejor a Jesús». Jesús «pasa, mira hacia arriba y dice: “Desciende Zaqueo, quiero ir a cenar a tu casa”. Y Zaqueo, que quería encontrar a Jesús, se dio cuenta que Jesús lo estaba esperando».

También Natanael que «acude a ver a quién dicen que es el mesías, con un poco de escepticismo». A él Jesús le dice: «Te he visto bajo el árbol de higos». Por lo tanto, «siempre Dios ama primero». Lo vemos también en la parábola del hijo pródigo: «Cuando el hijo, que había gastado todo su dinero de la herencia del padre en una vida de vicios, vuelve a casa, se da cuenta que el padre lo estaba esperando. Dios siempre es el primero en esperarnos. Siempre antes que nosotros. Y cuando el otro hijo no quiere ir a la fiesta porque no entiende el comportamiento del padre, el papá va a buscarlo. Y así hace Dios con nosotros: siempre es el primero en amarnos».

Podemos ver en el Evangelio, cómo ama Dios: cuando tenemos algo en el corazón y queremos pedir perdón al Señor, es Él quien nos espera para darnos el perdón».

Este año de la misericordia, «también es un poco esto: que nosotros sepamos que el Señor nos está esperando, a cada uno de nosotros». Y nos espera «para abrazarnos, nada más, para decir: “Hijo, hija, te amo. He dejado que crucificaran a mi Hijo por ti; este es el precio de mi amor, este es el regalo de amor”».

Pensar siempre en esta verdad: «El Señor me espera, el Señor quiere que yo abra la puerta de mi corazón, porque Él está ahí y me espera para entrar». Sin condiciones.

Claro que alguno podrá decir: «Pero, padre, a mí me gustaría pero ¡tengo muchas cosas feas dentro!». A este respecto, «¡Es mejor!¡mejor! Porque te espera, así como eres, no como te dicen que “se debe hacer. Se debe ser como eres tú. Te ama así, para abrazarte, besarte, perdonarte».

De aquí os exhorto a ir sin tardanza al Señor y decir: «Tú sabes, Señor, que yo te amo». O, si «no me siento capaz, decirla de este otro modo: “Tú sabes, Señor, que yo querría amarte, pero soy muy pecador, muy pecadora”». Con la certeza que Él hará como el padre «con el hijo pródigo que se ha gastado todo el dinero en los vicios. No te dejará terminar tu discurso, con un abrazo te hará callar: el abrazo del amor de Dios».


(Homilía del Papa Francisco en Santa Marta)

17 enero 2016

Evangelio. Domingo II del Tiempo Ordinario.


Según San Juan 2, 1 - 12.

En aquel tiempo, se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: «No tienen vino». Jesús le responde: «¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora». Dice su madre a los sirvientes: «Haced lo que Él os diga».
Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una. Les dice Jesús: «Llenad las tinajas de agua». Y las llenaron hasta arriba. «Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala». Ellos lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían sacado el agua, sí que lo sabían), llama el maestresala al novio y le dice: «Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora».
Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en Él sus discípulos. Después bajó a Cafarnaúm con su madre y sus hermanos y sus discípulos, pero no se quedaron allí muchos días.



Reflexión.

La mediación que Dios ha escogido para hacerse presente entre los hombres y comunicarse profundamente con ellos, es Jesucristo. La obra de Dios llega al corazón del mundo por la humanidad de Jesucristo y, secundariamente, por la presencia de María. Poco sabían los novios de Caná a quién habían invitado a su boda. La invitación respondía probablemente a algún vínculo de amistad o parentesco. En aquellos momentos, Jesús todavía no había hecho ningún milagro y la importancia de su persona era desconocida.

Oración por los emigrantes y refugiados.


Señor Dios, Tú, que has creado todos los pueblos a tu imagen, te adoramos. Elevamos nuestros corazones y nuestras voces hacia Ti.

Te pedimos por los países y los pueblos, de donde han huido los refugiados.

Que la paz entre los pueblos, la reconciliación a todos los niveles, y el desarrollo humano para todos, pueda convertirse en realidad.

Te pedimos por los países de origen de todos los emigrantes, que buscan mejores condiciones de vida, para ellos y para sus familias. Te pedimos por sus jefes, para que se comprometan con el bienestar de su pueblo.

Te pedimos por los «extranjeros » que viven en nuestros países, que terminan en los suburbios y en los barrios pobres de las grandes ciudades, donde comparten su vida con los marginados o con los que están sin trabajo.

Te pedimos por todos los que tienen el poder de decidir los acuerdos y las leyes internacionales. Que miren, no sólo por los intereses de sus propios países, sino que tomen en consideración la situación de los países pobres del mundo.

Abre nuestros corazones, nuestras casas, y nuestras iglesias a los extranjeros, refugiados, y a todos los que buscan asilo político. Que se sientan acogidos e integrados en nuestra sociedad.

Te pedimos por todos los cristianos y por los hombres y mujeres de buena voluntad. Que la comunidad cristiana nacida de Pentecostés, en la «diferencia de culturas », se abra a los emigrantes, no sólo para acogerlos, sino sobre todo para crear la «comunión” entre las diferentes comunidades, y vivir así la universalidad de la Iglesia

Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor, que era un refugiado y que ha plantado su tienda entre nosotros.

Jornada Mundial del Emigrante y Refugiado 2016.



Pidamos hoy por los emigrantes y refugiados que vienen pensando en un futuro "mejor".



Por los emigrantes y refugiados que se juegan la vida por un "futuro" mejor, y que a veces ni llegan...



15 enero 2016

Del 18 al 25 de enero se celebra la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos que este año lleva el lema, “Destinados a proclamar las grandezas del Señor”.


Un año más nos preparamos para celebrar la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, haciendo nuestro el deseo del Señor expresado en su oración a Dios Padre en la última cena: «que ellos también sean uno en nosotros para que el mundo crea» (Jn 17, 21). Esta iniciativa a la que se adhieren la mayoría de las denominaciones cristianas empezó su andadura en 1908 y desde entonces se ha ido constituyendo en una cita anual que nos damos los cristianos para rezar por la plena unidad visible de la Iglesia de Cristo. 
El lema elegido es: «Destinados a proclamar las grandezas del Señor». Este lema se inspira en un pasaje de la Primera Carta de san Pedro (2, 9-10), que es el texto bíblico de referencia para este año. La idea fundamental que se quiere transmitir es que todos los bautizados, aunque formen parte de diferentes Iglesias y comunidades eclesiales, comparten la misma vocación de proclamar las grandezas del Señor

El tema de este año se entiende aún mejor a la luz de la historia de Letonia, que existió por primera vez como estado de 1918 a 1940 y recuperó su independencia en 1991, después de los duros años del régimen soviético, en los que muchos cristianos padecieron la tortura, el exilio y la muerte a causa de su fe en Jesucristo. Esta comunión en el sufrimiento creó una profunda unión entre los cristianos letones, que pertenecen más o menos en proporción igual a la Iglesia católica, ortodoxa y luterana, y les llevó a descubrir su común sacerdocio bautismal que les capacita para ofrecer sus sufrimientos en unión con los sufrimientos de Cristo y para dar testimonio común de su fe. La unión entre los cristianos de Letonia también fue importante a la hora de luchar juntos por la independencia del país. Inspirándonos pues en esta propuesta que se nos hace este año desde Letonia, nos uniremos a los cristianos de todo el mundo durante la Semana de Oración, descubriendo nuestro sacerdocio común que se fundamenta en el bautismo, que se administra válidamente en las distintas Iglesias y comunidades eclesiales y que nos capacita para dar testimonio de las «grandezas», las maravillas que hace el Señor en nuestras vidas y en las de los demás. A lo largo de este último año han tenido lugar importantes acontecimientos relacionados con el ecumenismo y el diálogo interreligioso que nos abren a la esperanza y nos mueven a un compromiso mayor. En este sentido, cabe recordar las reiteradas afirmaciones del papa Francisco sobre el escándalo que supone la desunión y la importancia que tiene para él la búsqueda de la unidad de los cristianos: «Alcanzar esa meta, hacia la cual nos encaminamos con confianza, representa una de mis principales preocupaciones, por la cual no dejo nunca de orar a Dios». Así les dijo a una delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla que lo visitó el 27 de junio 2015, con ocasión de la solemnidad de san Pedro y san Pablo. En nuestro contexto español queremos destacar la visita que realizó el cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, a Valencia a principios de marzo del año pasado. Organizada por la Facultad de Teología de Valencia, el Centro Ecuménico Interconfesional de Valencia y el Centro Ecuménico Padre Congar, tuvo varios momentos señalados, como la conferencia que impartió el 4 de marzo en la Facultad de Teología San Vicente Ferrer con el elocuente título: «Ut unum sint: El ecumenismo como obligación eclesiológica del Concilio Vaticano II».

También cabe señalar en el contexto actual la tan dolorosa persecución de cristianos en distintas partes del mundo, las afirmaciones del papa Francisco sobre el «ecumenismo de la sangre», que ya ha repetido en diferentes ocasiones. Una de ellas ha sido un video-mensaje con motivo de una jornada de diálogo.

En Europa cada día nos damos más cuenta de la importancia que tiene el diálogo interreligioso para luchar juntos contra un laicismo beligerante que pretende excluir a Dios y a la religión del espacio público. También es cada vez más evidente la necesidad de ese diálogo para aislar al fanatismo nihilista que nada tiene que ver con una vivencia auténtica de la religión, y para construir un futuro de paz verdadera y estable. 

SIT Informa: Aumenta la persecución de cristianos...





Los cristianos, a lo largo de los dos mil años de existencia, nunca han sufrido una persecución tan intensa, aunque esta es variable dependiendo de cada país,.

El informe de Portes Ouvertes divide la persecución en tres niveles, que van desde una persecución extrema a fuerte, y cuatro tendencias:

La tendencia en la persecución es un fenómeno social claramente creciente, tanto en métodos como en cuanto al número de países. No se contempla la tendencia en los países europeos y EEUU en los que de forma sutil, y en nombre de la laicidad y la aconfesionalidad, se cometen cada vez más atentados contra el artículo 2 (1) de la Declaration on Rights of Persons Belonging to National or Ethnic, Religious and Linguistic Minorities. UN (1992)

Tendencia 1: La persecución progresa de forma continua

Existen países en donde la persecución de la fe cristiana y a su práctica pública y privada va en aumento con respecto a años anteriores.

Tendencia 2: El extremismo islámico es la primera fuente de persecución a los cristianos

Es la situación más conocida, entre otras razones, por la crudeza de sus acciones. La persecución islamista se extiende por todo el mundo. De hecho, de los cincuenta países en donde existe objetivamente persecución a los cristianos, 35 de ellos es el islamismo la causa.

Tendencia 3: Rechazo a coexistir con los cristianos.

Dice el informe que este tipo de expresión anticristiana adquiere un tinte claramente de limpieza étnica y se da fundamentalmente entre cristianos y musulmanes. Según nos se describe se daría en Medio Oriente, África, Asia y América Latina.

Tendencia 4: Persecución de Estado.

En este apartado recoge el informe a países que utilizan la religión por razones nacionalistas. Se trataría de una religión atea, como en Corea del Norte, o de su utilización como identidad nacional, como sucede en la India con el hindusimo, aunque en detrimento de las minorías religiosas.

Los países que han incrementado la persecución serían: Eritrea, Pakistán y Tadjistan. Los países que entra en la lista: Níger, Bahrein, Sri Lanka y Mauritania.


(http://sit-perseguidos.org/persecucion-de-cristianos-en-2016/)

SIT Informa: Nadie puede sobrevivir con falta de esperanza.



14 enero 2016

Hoy conocemos el Testamento, misión, muerte y partida a la casa del Padre Méndez, Fundador de las Hermanas Trinitarias de Madrid.


El señor, Méndez, a quien enseguida empezaron a llamar popularmente “padre Méndez”, con misericordia entrañable fundó el Instituto de vida religiosa de las Hermanas Trinitarias para que atendieran a las jóvenes que no encontraban una puerta abierta cuando querían huir del vicio y del mal, ni unos brazos que acogieran a quienes, lejos de Dios y de sí mismas, anhelaban volver a la Casa del Padre.
Le dolía el drama de los que sufren injustamente. Por eso decide construir y ofrercer hogares que tuvieran la puerta siempre abierta, a cualquier hora del día y de la noche, donde no sólo se pudiera dar cama, pan y consuelo, sino además celebrar una fiesta por el regreso a la Casa del Padre.

Busca a su prójimo por las calles y caminos, plazas y estaciones, cárceles y hospitales, para mostrarle el rostro del padre que tiene entrañas de amor u misericordia.
Sale de noche con lluvia o nieve a buscar a sus “golfillos” que se cobijaban bajo un banco, envueltos en periódicos, los arropa bajo su manteo, hasta llevarlos a una casa que sea para ellos su casa familiar.

Encuentra su felicidad cuando el que se ha marchado vuelve a casa y él le insiste: “Es tu casa, esto es tuyo, y yo estoy contento porque has vuelto…”
Sale en busca del que se ha perdido o escapado del rebaño. Tiene tanta paciencia que hasta dieciséis veces vuelve a salir en busca de uno de ellos.
Le apasiona el reino de Dios y desgasta su vida construyéndolo, porque:

Ha conocido a Dios Padre, ha puesto su amor en su Hijo, Jesucristo, y se ha dejado conducir por el Espíritu Santo de amor, fuego que abrasa y anima su vida. Su felicidad radicaba en «hacer en todo su voluntad".
El Espíritu del Señor le unge, habita en él y mueve su vida, por eso nada teme, porque Dios está con él.

Quiso dar a toda su vida y su obra el acento de una espiritualidad, profundamente cristiana, la que nace de la misma Santísima Trinidad: porque toda vida cristiana nace del bautismo en el nombre de la Santísima Trinidad, porque toda obra apostólica se realiza dentro del misterio trinitario y porque también en la historia de la Iglesia se ha invocado siempre a la Santísima Trinidad para toda obra de liberación, de redención y salvación, y de un modo formal y doblemente explícito, desde San Juan de Mata y su gran fraternidad de consagrados trinitarios.

Precisamente en las primeras Constituciones que escribió para el Instituto, aprobadas por la Santa Sede en 1901, establece un «cuarto voto", llamado de «celo por la salvación de las almas». Este implicaba, dentro del misterio de amor de la Santísima Trinidad, que las Hermanas consideraran a las jóvenes con el mismo cariño de una madre con sus hijas, yendo a buscarlas a donde estuviesen.
Para la vida cristiana y religiosa y para el trabajo apostólico, el padre Méndez proponía dos amores: el amor a la Eucaristía y el amor a la Virgen María, bajo la advocación de Madre del Buen Consejo.

La desmesura de amor del padre Méndez le llevó, desde 1915, a iniciar una obra de redención, esta vez en favor de los niños abandonados y explotados de la ciudad,los llamados cariñosamente "golfillos", eran chavales que merodeaban en busca de un trozo de pan, de un refugio seguro; en definitiva de una oportunidad.
Para ellos abrió un Hogar en Madrid, que llamó con razón, "PORTA COELI", otra puerta que debía estar siempre abierta como puerta del Cielo. Al igual que con las chicas, se procuraba el cariño y ambiente distendido, propio de una verdadera familia. nada escatimaron para formar hombres virtuosos, instruidos, sacando de ellos todas las cualidades que encerraban.Además de la cultura general, los chicos aprendian en los talleres un oficio según su gusto y aptitud: carpintería, imprenta, orfebrería, cerrajería, sastrería y zapatería. También recibian catequesis y la adecudad formación espiritual, pues querian prepararlos integramente para el futuro.

"EL ALMA NECESITA LUZ PARA SU INTELIGENCIA, FORTALEZA PARA SU VOLUNTAD, CONSUELO PARA SU CORAZÓN, ESTO SÓLO LO ENCONTRAMOS EN JESUCRISTO"


La madrugada del martes 1 de Abril de 1924, ya primavera legal, era, sin embargo, de auténtico invierno en Madrid.A las cuatro habían llamado a la Casa Madre desde Porta Coeli por teléfono: “El Padre se está muriendo”.
La Madre Mariana y las Consejeras se echaron las capas como mantones por encima del hábito y callejearon los veinte minutos, desde Marqués de Urquijo hasta García de Paredes, como una exhalación, entre la lluvia y la nieve, mezclada con granizo, del frío que hizo todo aquel día.
Subió al primer piso. Cuando entró en la habitación de aquel Hogar bautizado por él mismo “Puerta del Cielo”, oyó respirar a don Francisco trabajosamente pero sosegadamente. (...)
Él mismo, consciente de cómo estaba, pidió a esas horas de la noche, pero ya 1 de Abril, el sacramento de la Unción de los enfermos y el Viático. Las hermanas despertaron a los golfillos. Eran las dos de una madrugada infinita.
Y a la “casa Madre”: "Hijas mías, esto se acaba”, sonrió a un grupo de hermanas, como si fuera su despedida apostólica.
Mirando a la Madre Mariana y a sus Hijas las Trinitarias les dijo sus últimas palabras:
“Hijas mías, no pidáis nunca nada sino cumplir en todo la voluntad de Dios. Si alguien os ofende, perdonadle sin demora”.

Poco después, con una voz casi imperceptible, espirando: “Ya no puedo hablar”.

Enseguida se quedó mirando al infinito con paz y serenidad, expresando satisfacción en el rostro. Al final, se le fueron cerrando los párpados y, expirando, entregó el espíritu. Eran las 13:45.

DE CRUZ Y GLORIA EN LA "PUERTA DEL CIELO