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19 mayo 2018

Sábado. La grandeza de María Inmaculada.


Aunque por tratarse de un misterio no podemos profundizar en él, pues nos perdemos en su inmensidad, no obstante, es muy dulce y consolador meditar las razones que a nuestro entendimiento se le alcanzan fácilmente, para convencernos de cómo María tuvo que ser Inmaculada.

1.° Reina de los ángeles. María tenía que reinar sobre los mismos ángeles y ellos honrarse y alegrarse con tal Reina. Pero ¿cómo habían de tener por tal a una criatura menos pura y perfecta que ellos?... ¿una criatura que aunque por poco tiempo hubiera sido esclava del pecado, esto es, esclava de los otros ángeles que se rebelaron contra Dios? Esto no es posible, la razón humana se resiste a admitir este absurdo. Luego no hay más que sostener que María tuvo que ser pura, santa e inmaculada.

2.° Hija del Padre. Es la Hija predilecta de Dios y por lo mismo la destinó a una grandeza que, fuera de la suya, no hubiera otra igual. Quiso juntarla todo lo más posible con la divinidad, de suerte que sin llegar a ser Dios, porque esto no es posible, fuera la que más se acercara a Dios. Ahora bien, si Dios y el pecado son las cosas más opuestas, ¿cómo María había de acercarse tanto a Dios y a la vez tener en su corazón mancha de pecado?... Otro absurdo que no podemos admitir y que nos demuestra su Inmaculada Concepción.

3.° Madre del Hijo. De María, Jesús había de tomar la carne y sangre que como hostia pura y santa ofreciera en la Cruz por la humanidad, pues ¿cómo había de ser pura y santa esa hostia si en su origen estuvo manchada de pecado?... Además, nadie ha podido, elegir madre..., todos hemos tenido la que Dios nos dio..., pero en Cristo no fue así. Él se eligió y formó su Madre como quiso... ahora bien, pudiendo formarla bellísima, pura y santísima en su concepción, ¿la iba a preferir manchada y esclavizada al pecado?... El pueblo cristiano hace muchos siglos decía: «Si no pudo, no es Dios; si pudo y no quiso, no es Hijo; digan, pues, que pudo y quiso»... esto es, no pudo ser por falta de poder, pues Dios todo lo puede, y si pudo formar en gracia a Adán y Eva ¿por qué no a María? Si pudo y no quiso, no demostró un amor digno de un buen hijo a su madre, pues la privó de una belleza y hermosura que precisamente era la que Ella más amaba. Luego, no tuvo más remedio que hacerla Inmaculada.

4.° Esposa del Espíritu Santo. La vida del Espíritu Santo es la gracia santificante y tanto quiso a María, que se desposó con Ella, y la dio su gracia en toda su plenitud... «la llena de gracia». El mismo fue el que misteriosamente y con una operación llena del poder y de la pureza infinita de Dios, formó en el seno de María la habitación para el Hijo de Dios... ¿es posible que una unión tan perfecta e íntima entre María y el Espíritu Santo..., una operación tan santa y divina como la encarnación del Verbo... todo eso fuera a hacerse en una carne manchada de pecado?... ¿Sería esto digno de Dios?  David preparó para hacer un templo a Dios, lo mejor que encontró en la tierra... y el Espíritu Santo para formar aquella viva habitación del Verbo ¿no había de juntar lo mejor del Cielo? Pues entonces, no pudo haber ni sombra de pecado, ya que esto repugnaría en extremo al Hijo de Dios.

5.° Nosotros mismos. Si amamos un poco a María ¿no nos gozamos en verla Inmaculada y en ese misterio no vemos como resumida toda la belleza de María? Si Dios nos hubiera dado a nosotros libertad y poder para dar a María lo que quisiéramos, ¿no la hubiéramos hecho así... Inmaculada... purísima... y santísima?... ¿nos hubiera gustado verla sucia y manchada por el pecado?... ¿Diríamos que la amábamos de veras entonces? Luego, convéncete que ni el Padre, ni el Hijo, ni el Espíritu Santo, pudieron hacer otra cosa más que darla la pureza Inmaculada que posee. Termina dando gracias a Dios por haber hecho así a María... y la enhorabuena a María por ese privilegio... y el parabién a toda la humanidad por tener una Madre así y sólo así.

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