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16 mayo 2018

María y la Eucaristía.


No sabemos qué parte tomó María en la institución del Santísimo Sacramento, ni si estuvo en el Cenáculo aquella noche, ni si comulgó o no, con los Apóstoles; de todos modos son muy íntimas las relaciones que entre María y la Eucaristía existen.

1.° El don de María. La Eucaristía es el don de María por excelencia. El hombre tiene necesidad absoluta de Dios. Por un instinto natural, busca a Dios y cuando no lo encuentra se lo fabrica con sus manos como hacen los pobres paganos con sus ídolos... Dios nos concedió a nosotros la gracia de satisfacer a esta necesidad..., primero, por medio de la Encarnación, y luego, por la Eucaristía. Bajó del Cielo a la tierra a hacerse uno como nosotros y así poderle ver, conocer y amar... Era poco... El quería más, y quiso humillarse hasta el punto de que pudiéramos tocarlo..., comerlo... y alimentarnos de El... y esto no unos días... o una temporada..., sino siempre.
Por la Encarnación, tomó un cuerpo humano y vivió entre los hombres, pero muy poco tiempo. Sólo vivió en Palestina y unos treinta y tres años... ¿Qué era esto para toda la humanidad?... Por eso, inventó el modo de estar con todos y cada uno realmente presente..., íntimamente unido..., con la unión más perfecta que existe, que es la de la alimentación, por la cual lo que comemos se hace una sola cosa con nosotros... y esto para siempre..., hasta el fin de los siglos. Por tanto, la Eucaristía es una Encarnación continuada..., es la aplicación práctica de la Encarnación a todos y cada uno de los hombres..., es el modo que Dios tiene de satisfacer a la necesidad que todos tenemos de Él. Ahora pregúntate: y ese don de la Encarnación, ¿quién nos le dio?... El Padre Eterno, pero por medio de María... Jesús encarnó y nació, pero por María... Ella fue la que dio al mundo a Jesús... Luego si la Eucaristía es la continuación de la Encarnación, es bien claro que es la continuación del don de María. Ella continúa dándonos diariamente a Jesús como un día nos lo dio en el portal de Belén.  Adán nos perdió por comer el fruto que le dio la mujer. «La mujer que me diste por compañera me ha dado el fruto y he comido»... Así pecó Adán... Nosotros podemos decir lo mismo: «Señor, la mujer que nos has dado por Madre nos ha dado y nos está dando el fruto bendito de su seno y por eso vivimos..., de Él nos alimentamos»...

2.° El sacramento de María. Así se puede llamar a la Eucaristía. En los demás Sacramentos, no tiene Ella parte alguna. En éste la tiene y muy principal. La carne de Cristo, dice Santo Tomás, no es más que la carne virginal de María. Ella, pues, es la que facilitó la materia divina de este sacramento. La Virgen, con su fiat, trajo al Hijo de Dios del seno del Padre al suyo inmaculado... El sacerdote, en la consagración, repite un milagro semejante, y a sus manos baja el mismo Hijo de Dios, pero ya hecho Hijo de María. Las palabras del sacerdote son, pues, como una repetición de las de María... El prodigio que ellas obran, es como el prodigio y la continuación de las maravillas de Nazaret. Así se ha dicho que la Eucaristía es una continuación de la obra de María. Esta obra consistió en amar y adorar a su Jesús corno a su Hijo y como a su Dios. Jesús se hizo Niño para arrastrarnos, con su encanto y amor, al amor de Dios. Pero de hecho, ¿cuántos conocieron y amaron a aquel Niño Dios? María fue el modelo de las almas enamoradas de Jesús... Ella le amó con toda la intensidad. ¡Y qué grande era! Ahora, en la Eucaristía, Jesús se hace pan y alimento de los hombres... ¿Para qué?... También para buscar nuestro amor. Se anonadó al hacerse hombre...; más aún se anonada al hacerse pan... y en ese anonadamiento, apenas si tiene otro cariño y amor verdadero que el de su Madre.  Sólo Ésta, con su amor, es capaz de compensarle esa humillación y anonadamiento. Al amar a Jesús en la Eucaristía, piensa que estás continuando la obra de amor que María comenzó en Belén... Ahora, como entonces, la mayor parte de los hombres no le conocen..., ni le aman..., ni le agradecen lo que por ellos hace... Ahora también, como entonces, hace falta quien supla esa ingratitud..., esa enorme falta de amor. Entonces fue María..., ahora debes ser tú, con Ella y a imitación de Ella...

3.° El consuelo de María. ¡Qué tristeza produciría todo esto en el corazón de la Santísima Virgen!..., cuando Ella viera a aquel Niño precioso y encantador, desconocido de unos..., despreciado de otros... y hasta perseguido en su misma cuna… cuando Ella considerara en su Hijo al Hijo de Dios... ¿qué sufrimiento sería el suyo al verle así tan escondido que nadie le daba el culto de adoración que merecía? Es evidente que Jesús, ni en su vida privada..., ni en la pública..., menos aún en su pasión y muerte, recibió los honores divinos a que tenía derecho... y la Santísima Virgen tendría en ese un verdadero tormento. Pues bien, la Eucaristía es la que puede consolar a la Santísima Virgen..., aquí puede Jesús ser honrado en aquel cuerpo..., en aquella misma carne y sangre que tomó de María...; ahora, la Santísima Virgen, queda ya satisfecha y consolada cuando ve a las almas acercarse a honrar..., a adorar..., a amar la Hostia sacrosanta de nuestros altares. ¿No querrás dar este consuelo a tu Madre y a la vez este honor debido a Jesús?... ¿Crees que en tu vida eucarística así lo haces?... ¿Está tu alma contenta de ella?...

4.° La Comunión de María. Si no es cierto que María comulgara en el día de la última cena, no se puede dudar de que, al menos, muchas veces después, comulgara da manos de San Juan. ¡El apóstol virgen dando la Comunión a la Virgen de las Vírgenes!... ¡Qué espectáculo más sublime!... ¡Qué comunión!... ¡Con qué gusto entraría Jesús en el alma de María!... ¡Qué bien se encontraría allí!... Si ya había antes elegido El su purísimo seno para encarnar..., ¿cómo no elegir ahora su corazón para morar en él? Y la Virgen bendita, ¿cómo se prepararía?... ¿Qué acción de gracias?... Si un San Luis pasaba toda la semana pensando en la comunión y empleaba tres días en prepararse y otros tres en dar gracias..., ¿qué haría María? Imítala en su fervor..., comulga tú también con María y como María . Pasa así tu vida metido de lleno en la Santísima Eucaristía...

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