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05 julio 2016

La misericordia es una forma de vida.


La misericordia no es una palabra abstracta, sino una forma de vida: se elige ser misericordioso o no serlo y, parafraseando las palabras del apóstol  Santiago,  se podría decir que  la misericordia sin obras está muerta porque lo que hace vivir es su constante dinamismo para salir al encuentro de los que sufren material y espiritualmente.  La misericordia tiene ojos para ver, oídos para escuchar, manos para levantar.

En la vida diaria percibimos las necesidades de los más pobres y probados,  estamos llamados a responder  a sus sufrimientos. “ A veces pasamos ante situaciones de  pobreza dramática y es como si no nos tocasen, todo sigue como si no pasase nada, en una indiferencia que termina por hacernos hipócritas y, sin darnos cuenta, lleva a una forma de letargo espiritual que insensibiliza la mente  y hace la vida estéril. La gente que va por la vida sin darse cuenta de lo que necesitan los demás, sin ver tantas necesidades materiales y espirituales, es gente que pasa sin vivir, es gente que no sirve a los demás y acordáos de esto: el que no vive para servir no sirve para vivir”.

Así,  los que han experimentado en su propia vida la misericordia de Dios no pueden permanecer indiferentes ante las necesidades de sus hermanos. “La enseñanza de Jesús no permite vías de escape: tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; estaba desnudo, era un refugiado, estaba  enfermo, en la cárcel y me ayudásteis .No se puede tergiversar  delante de una persona que tiene hambre: hay que darle de comer. Es lo que Jesús nos dice. Las obras de misericordia no son cuestiones teóricas, sino pruebas concretas. ¡Hay que  arremangarse para aliviar el sufrimiento!”.

Debido a los cambios en nuestro mundo globalizado, algunas pobreza materiales y espirituales se han multiplicado y habría que dar espacio a la imaginación de la caridad para identificar nuevas formas de actuación, así la misericordia será cada vez más concreta. “A nosotros nos toca,  por lo tanto, no bajar la guardia como centinelas, para que  ante las pobrezas causadas por la  cultura del bienestar, la mirada de los cristianos se ofusque y se vuelva incapaz  de mirar a lo esencial”.

Y ese mirar a lo esencial significa “mirar  y ver a Jesús en el enfermo, en el preso, en el desnudo, en el que no tiene trabajo y tiene que sacar adelante a su familia. Ver a Jesús en estos hermanos y hermanas nuestros. Ver a Jesús en quien está solo, triste, en quien se equivoca y necesita consejos, en quien necesita caminar con El en silencio para sentirse acompañado. ¡Estas son las obras que Jesús nos pide! Mirar a Jesús en ellos, en esta gente. ¿Por qué? Porqué Jesús me mira, nos mira a todos”.

(Papa Francisco. 30-6-2016)

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