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08 mayo 2016

Reflexión de la Solemnidad de la Ascensión del Señor.


Durante todos estos domingos de Pascua, hemos estado escuchando en la lecturas dominicales que Jesús nos daba indicaciones como por ejemplo, que a pesar de las contrariedades y persecución seamos fieles; que la señal por las que nos conocerán que somos sus discípulos es por la forma de amarnos; que el nunca nos va a dejar solos… Y antes de enviarnos al Espíritu Santo, tiene que subir al Padre.
Hoy domingo, celebramos la Ascensión del Señor. Jesús, al ir al Padre, no va a un lugar físico, ni a una nueva “dimensión”. Él regresa al lado del Padre. Ir al cielo, es ir a Dios. Pero no se va y se despreocupa de nosotros, al revés. Hoy sigue en nosotros, sigue vivo. Solo hace falta que le prestemos un poco de atención y nos pongamos en su presencia.

La lectura de los Hechos de los Apóstoles, es el comienzo del libro de los Hechos de los Apóstoles. Es una continuidad del Evangelio de Lucas.
Narra la Ascensión del Señor que había ocurrido en Betania. Los apóstoles todavía pensaban que iba a restaurar el poder político en Israel. Es decir, ellos seguían sin enterarse de que estaba sucediendo y pensaban en llegar a más. Cuanto más poder mejor.
Pero el Señor en Pentecostés, le hará entender y comprender, que el poder que ellos quieren, no es el que quiere Jesús.

La lectura de los Efesios, nos recuerda que Cristo es presentado como manifestación de la fuerza poderosa de Dios, que le hace resucitar y subir al cielo, por encima de todo lo creado. El poder que tiene Cristo, no es un poder como lo entiende nuestro mundo. Es un poder que libera de la opresión y el miedo, en definitiva, nos libera del pecado.
La Iglesia, sigue esta liberación, ya que es la plenitud de la obra de Dios. Ella contempla, es cuerpo y plenitud de Cristo libertador. Jesús está permanentemente a la derecha del Padre, y es la fuerza del espíritu la que nos unifica.

En el Evangelio de Lucas, nos muestra la aparición pascual en Galilea. Jesús triunfa antes las limitaciones terrenas. Nos habla del retorno de Cristo a la gloria del Padre, como anticipo de lo que nos ocurrirá a nosotros y nos muestra el inicio de la nueva vida y permanente junto a Dios. Jesús está sentado a la derecha del Padre nos quiere decir que a partir de ese momento Cristo inaugura el reino de Dios. Reino que no será destruido jamás. Reino que nunca pasará. Y nosotros, pertenecemos a ese Reino. De nosotros depende que este Reino, se extienda por toda la tierra y seamos portadores de esta Buena Noticia.

Que la Virgen María, madre de la Misericordia y esperanza nuestra, nos ayude a comprender cada día el Mensaje del Reino. Que nosotros, que somos seguidores del Señor, no nos quedemos mirando al cielo, a ver cuándo viene el Señor, sino, que miremos a cada hermano que se acerca a nuestro lado, que seamos alegres, y sepamos alabar y anunciar fielmente con nuestros actos y nuestras palabras que Cristo vivo está.
Que así sea.


Más en:
http://www.revistaecclesia.com/reflexion-la-solemnidad-la-ascension-del-senor-8-5-2016-fray-jose-borja/

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