“No se puede seguir a Jesús sin seguir a la Iglesia. Quien cede a la tentación de ir por su cuenta corre el riesgo de no encontrar nunca a Cristo". (Papa Benedicto XVI).
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04 mayo 2016
El Papa advierte a cristianos del peligro de convertirse en “momias espirituales”.
El Papa Francisco recordó ayer martes día 3 de mayo en la homilía en la Capilla de Santa Marta, que Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida; sin embargo hay fieles que no viven con coherencia el Evangelio y terminan convirtiendo en cristianos vagabundos o en “momias espirituales”, porque se quedan parados y no avanzan, “no hacen daño, pero no hacen el bien”.
Reflexionó sobre las palabras de Jesús a Tomás: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”, y “el que me ha visto a mí, ha visto al Padre”.
Jesús es el “camino justo” de la vida cristiana, el Papa Francisco señaló que es importante verificar constantemente si lo seguimos con coherencia, si hemos perdido la experiencia de fe, o se nos ha quedado por el camino. Por este camino, advirtió, “hay diversos tipos de cristianos: cristianos momias, cristianos vagabundos, cristianos testarudos, cristianos a mitad de camino.
Explicó también las características de los cristianos que están confundidos, empezando por el cristiano que ‘no camina’, que parece que estuviera embalsamado.
Un cristiano que no camina, que no hace camino, es un cristiano no cristiano. No se sabe lo que es. Es un cristiano un poco ‘paganizado’: está allí, estancado, no va adelante en la vida cristiana, no hace florecer las Bienaventuranzas en su vida, no hace las obras de misericordia… Está parado. Perdónenme la palabra, pero es como si fuera una ‘momia’, allí… una ‘momia espiritual’.
Y hay cristianos que son ‘momias espirituales’. Parados, allí. No hacen daño, pero no hacen el bien.
Explicó que también hay cristianos porfiados.
Dijo que si bien cuando se camina es posible equivocarse de rumbo, lo peor es “la tragedia es ser testarudo y decir: ‘éste es el camino’. Y no dejar que la voz del Señor nos diga que no lo es, que nos diga: ‘vuelve atrás y toma el camino verdadero’”.
Están los cristianos que “caminan, pero no saben dónde van”. “Son errantes en la vida cristiana, vagabundos. Su vida es un ir dando vueltas, aquí y allá, y así se pierden la belleza de acercarse a Jesús, al camino de Jesús.
Pierden el camino, porque van dando vueltas, y tantas veces ese vagabundear, los lleva a una vida sin salida: el vagabundear demasiado se transforma en un laberinto y después no saben cómo salir. Han perdido esa llamada de Jesús”.
Estos cristianos “no tienen brújula para salir y dan vueltas, buscan. Hay otros que en el camino quedan seducidos por una belleza, por algo, y se quedan a mitad de camino, fascinados por lo que ven, por una idea, una propuesta, un paisaje… ¡Y se detienen! ¡La vida cristiana no es una fascinación: es una verdad! ¡Es Jesucristo!”.
Invitó a los fieles a preguntarse “¿cómo va el camino cristiano que empecé en el Bautismo? ¿Estancado? ¿Equivocado? ¿Vagabundeando espiritualmente? ¿Me detengo ante lo que me gusta: mundanidad, vanidad? O sigo siempre hacia adelante, haciendo que sean concretas las Bienaventuranzas y las obras de misericordia”.
El camino de Jesús está lleno de consolaciones, de gloria y también de cruz, pero siempre con la paz en el alma. Y alentó a preguntarnos cómo es nuestro caminar.
“Quedémonos hoy con la pregunta, pero preguntémonos, cinco minutitos… ¿Cómo estoy yo en este camino cristiano? ¿Estancado, equivocado, dando vueltas, parándome ante las cosas que me gustan, o en el camino de Jesús: ‘Yo soy el Camino’? ¡Y pidamos al Espíritu Santo que nos enseñe a caminar bien, siempre! Y, cuando nos cansamos, un pequeño refresco y adelante. Pidamos esta gracia”.
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