Buscar en este blog

17 febrero 2016

Seguimos conociendo la vida de "Madre Mariana" fundadora de las Hermanas Trinitarias de Madrid.


El día 2 de febrero de 1885 María Ana inicia la nueva fundación dirigida por el Padre Méndez junto a cinco jóvenes más. Nacen entonces las Hermanas Trinitarias, cuya vida va a estar consagrada totalmente a Dios Trinidad, y dedicada sin condiciones a la juventud y mujer necesitada.

Las primeras trinitarias contemplan una realidad compleja que está llena de engaños en los que caen las jóvenes más débiles. La mayoría de las veces es porque no hubo quién las orientara, o pidieron ayuda y no se la dieron, porque encontraron todas las puertas cerradas o nadie les dijo que existía otra manera de vivir. Ellas ven que la solución está en levantarlas cuando han caído y evitar que caigan cuando están en peligro.

"Cierto día, el Padre Méndez nos trajo una rama de geranio completamente destrozada, para que viéramos como aquella rama, marchita y despreciada por los transeúntes en medio de la calle, si la poníamos en un tiesto y la cuidábamos con esmero, revivirá. De la misma manera, los jóvenes saldrán adelante, con el esmero, la dedicación y cuidado de las HERMANAS TRINITARIAS"

La nueva fundación trata de dar respuesta a la condición indigna en que viven muchas jóvenes abandonadas hasta de las gentes dedicadas a la piedad, para darles la oportunidad que están esperando.
Para Mariana, toda persona merece una oportunidad, pero más la necesitan aquellos en quienes pocos confían. A la juventud, en general, se le exige mucho, y sólo se suele confiar en quienes demuestran lo que valen.

Las Trinitarias han de mirar a la juventud con otros ojos, de manera que su apuesta ha de ser incondicional. Es una apuesta que siempre confía en sus posibilidades, y además provee su desarrollo.
Pero la juventud es aún más necesitada cuando además de joven es pobre y mujer En esas circunstancias es necesario arriesgar lo que haga falta, para que quienes más lo necesitan, tengan su oportunidad.

"¿Hay nada más hermoso y consolador que dedicar nuestra vida, nuestra salud, y todo cuanto tenemos al servicio de la humanidad pobre, abandonada de todos, tan necesitada?. abramos las puertas de nuestras Casas de día y de noche y abramos sobretodo la puerta de nuestro corazón. ¡Que todas las que lo necesiten encuentren abiertas nuestras puerta. Y cuando el temor nos asalte, recordemos que el marinero cifra su esperanza en su barquilla, el militar en sus armas ¿Y la Trinitaria, no ha de fijar su irada en su Dios?"
Un nuevo camino de evangelio abre una puerta de esperanza para muchas jóvenes mujeres a las que la sociedad cerraba sus puertas. El carisma está impregnado de misericordia y ternura, confianza y caridad. Es como entiende el padre Méndez, Madre Mariana, y las primeras trinitarias, que han de encarnar en el mundo la redención de Jesucristo.
Él pasó por el mundo haciendo el bien a todos, redimiendo y liberando a las personas que eran rechazadas socialmente, amando con clara preferencia a los pobres y a los pecadores, y entregando su vida para la salvación de todos.

El carisma de las hermanas trinitarias ha de encarnar así el amor incondicional de Dios Uno y Trino en el mundo de las jóvenes que se abren a la vida y de la mujer necesitada.
Todas las obras trinitarias serán expresión de la pasión de Dios por salvar a todos: desde la creación de verdaderos hogares familiares en los que se acoge, se da cobijo pan y vestido, trabajo y cultura, se les enseña la doctrina y el arte de ser feliz, hasta las grandes empresas que llegan a crear: fábricas de chocolates o de jabones, y talleres de bordados e imprentas.

Crean y recrean todos los medios necesarios para la rehabilitación y superación personal. Y todo lo que emprenden tiene un único fin: transparentar el inmenso amor de Dios Padre, manifestado en Jesús y perpetuado para siempre en la Eucaristía por la fuerza del Espíritu Santo, para que conozcan a Dios y le amen.
"NO QUIERO VIVIR SI MI VIDA NO ES UN HIMNO DE GLORIA Y ALABANZA A LA SANTÍSIMA TRINIDAD"

María Ana profesó el día 14 de mayo de 1890 con el nombre de Sor Mariana de la Santísima Trinidad. El cambio de nombre era un signo de la nueva vida que comenzaba, en la que la persona que es consagrada para Dios, experimenta como un nuevo nacimiento.
Su vida va a estar ya siempre ligada a Dios Trinidad, a quien se le ha entregado para que haga con ella una puerta por la que puedan encontrar a verdad de sus vidas las jóvenes que andan perdidas por el mundo. Ellas también se merecen la oportunidad de comenzar de nuevo.

Preparada por Dios para llevar adelante la obra que le confía, emprende la aventura, junto a las hermanas que Dios le va dando, de abrir una casa donde puedan ser acogidas las jóvenes y mujeres necesitadas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario