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26 junio 2016

Reflexión del XIII Domingo del Tiempo Ordinario.


El domingo pasado, nos hacíamos una pregunta, ¿quién es Dios para nosotros? ¿Qué lugar ocupa en nuestra vida?
Y reflexionábamos que a veces pensamos que por ser cristianos, ir a la Eucaristía, rezar… como que nos vamos a quitar de problemas. No vamos a tener enfermedades, que no tendremos preocupaciones, sufrimientos… Y es al contrario. Cuánto más fe, mas recemos y más vayamos a Misa, veremos las cosas con un nuevo sentido, una fuerza para afrontar cada problema o situación, que por nuestras fuerzas humanas no podemos, pero con la fe sí.

En este domingo XIII del tiempo ordinario, vamos a ver las condiciones para seguir a Jesús. Seguir a Jesús no es fácil. Seguir a Jesús, requiere una renuncia, un sacrificio. Para seguir a Jesús, hay que olvidarse de todo lo que este mundo nos ofrece, evitar “contaminarnos” de esta sociedad que nos pide en muchas ocasiones, ir en contra del Evangelio.
Cuando estemos inmersos en el camino de Jesús, habiendo dejado todo atrás, y no mirando al pasado, sino el aquí y ahora, veremos como se cumple sus palabras “mi yugo es suave, y mi carga ligera”. Merece la pena seguir a Jesús, aunque a veces cueste renunciar a los placeres temporales que la sociedad actual nos ofrece fácil. ¡Ánimo!

En la Primera Lectura del libro de los reyes, nos narra la vocación del profeta, Eliseo. Siendo un rico campesino, araba en su finca, cuando lo encuentra Elías. Lo llama, y Eliseo no sabe negarse. Abandona a su familia y se pone de inmediato al servicio de Dios.
Hace un proceso vocacional: Dios le llama, el responde, rompe con el pasado, le sigue, y comienza una vida. Una misión.

En la segunda lectura que es de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Galacia, se nos recomienda que seamos libres por amor y que ese amor, nos lleve a ser esclavos de los hermanos. Pablo descubre, que el mensaje de Jesús, cuando es un amor de verdad, nos hace libre, nos impulsa al servir a los hermanos con total disponibilidad y entrega.
La única libertad como dice Pablo es la que viene del Espíritu. Libera de la esclavitud de la carne y del egoísmo. Ser libre es estar abierto al amor, no es hacer lo que yo quiera, cuando quiera, a la hora que quiera, no. Es saber dar respuesta con responsabilidad de esa libertad. Y que mejor, que poner las bases en el amor y el servicio.
Ser verdadero cristiano, seguir a Jesús lleva tres indicaciones: La primera, se libre uno mismo. La segunda, estar llamado a ayudar a ser libres a los que están a nuestro alrededor. Y la tercera, coger como modelo a Jesús, que siendo libre, dio su vida por amor, sirviendo a todos, hasta las últimas consecuencias.

En el Evangelio de Lucas, nos habla del desprendimiento que Jesús exige a los tres candidatos para seguirle radicalmente. Vemos como Jesús, habla “duro” con rotundidad. Les habla con una cierta urgencia. Les dice: “sígueme”, es que… es que… es que… Y Jesús no se anda con rodeos, nada de “es que”, déjalo todo, y sígueme ya.
Jesús pide para su seguimiento, disponibilidad. El que le sigue, no puede programar y organizar la vida a exigencias de lo que me guste o me interese.
Jesús pide romper con el pasado. Se necesita ser valiente, mirar adelante para poder realizar el proyecto del Reino de Dios con esperanza y decisión.
Jesús pide una seguridad. Nada de titubeos. Un compromiso sin fecha de caducidad y para siempre.
Hoy en día, Jesús sigue llamando a personas de cualquier raza, pueblo, status social a comprometerse por la causa del Evangelio. Nadie dice que la disponibilidad, la ruptura y el compromiso no sea difícil, pero todo lo que cuesta, merece la pena.
Seguir a Jesús es una invitación y un don de Dios. Pero al mismo tiempo exige nuestra respuesta valiente. A veces habrá momentos de dificultad, como decíamos antes, pero es cuando más al pie del cañón hay que estar. No abandonar porque sea el camino fácil.
Con amor y confianza, todo se puede alcanzar.

Que la Virgen Madre de la Misericordia, nos ayude a empaparnos de las lecturas de hoy.
Todas nos hablan del seguimiento radical y de renunciar a cosas que nos atan. A que seamos libres, y valientes.
Que ella, como modelo de seguimiento incondicional, interceda para que cada día seamos más fieles a la vocación del seguimiento de Jesús, a seguir a Dios cual sea nuestra propia vocación, y a ser libres, para poder hacer libres a los demás.
Cuatro palabras para nuestro día a día: Disponibilidad, fidelidad, confianza y libertad.
Que así sea.

http://www.revistaecclesia.com/reflexion-del-xiii-domingo-del-tiempo-ordinario/

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