En primer lugar, la Iglesia, como Madre, se dirige a sus fieles. Se dirige a los creyentes.
He leído en varios sitios a personas que se definen “no creyentes” y que dicen que se les “obliga”. La Iglesia no obliga ni prohíbe, sino, que exhorta e informa, a veces con palabras más acertadas y otras con menos acierto, pero siempre, y digo siempre, se dirige a sus fieles, cristianos católicos.
En segundo lugar, la Iglesia no prohíbe la cremación. En el documento, no pone absolutamente en ninguna parte que prohíba la cremación.
Desde el minuto uno que somos engendrados, hasta “el después” de la muerte, somos de Dios. Somos creaturas de Dios.
Si nos vamos al rito de la liturgia “corpore insepulto” se dice: “No está muerto, sino que está dormido”; y al cuerpo se le derrama con agua bendita, como signo del bautismo, y se le perfuma con incienso, como signo que hemos sido templo del Espíritu Santo.
En tercer lugar, la Iglesia exhorta a no tener las urnas con las cenizas en casa, por el debido respeto que merecen. Ya que hay sitios designados para guardarlas con su debida dignidad y devoción.
En cuarto lugar, exhorta a no esparcir las cenizas en ninguna parte, porque merecen un lugar idóneo para que reposen en paz. Un lugar para el recuerdo y la oración.
En quinto lugar, no exhorta a que se le niegue a nadie el funeral. Lo que dice, es que, si la persona difunta, no es cristiana, por coherencia, no se le puede celebrar un funeral religioso católico. Es decir, a un no creyente, no se puede celebrar un funeral cristiano. No por nada, si no, porque va en contra de la persona, por coherencia.
En sexto lugar, las “Reliquias de los Santos”, se veneran en las parroquias. Después de un proceso que dura años, la iglesia, hace a esa persona Beata o Santa, y no esparce las reliquias. Sino, las conserva con devoción y respeto.
Estos pasos, son fruto de la reflexión sobre el documento que la Iglesia, no es que haya sacado ahora, porque ya estaba desde hace años, sólo que se ha hecho eco de nuevo.
Este documento, no es nada nuevo. Podremos estar más de acuerdo o menos, pero, no debemos olvidar, y lo repito de nuevo, que la Iglesia habla para sus fieles, que no obliga, sino, exhorta.
¡Cuidado con malinterpretar las palabras, o quedarnos solamente con titulares y sacar conclusiones erróneas!
Unidos en la oración,
Fray José Borja.
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