Para meditar en grandes verdades me voy a permitir valerme de una idea tan sencilla como práctica. ¿Cuál va a ser ésta? Figurémonos, hijas mías, que la Santísima Virgen quiere que el día 2 de Febrero le hagamos un regalo especial, ya que hace 29 años, que tuvimos el consuelo de que se fundara este Instituto y que desea que cada una de las Trinitarias se convierta en una tortolita espiritual. ¿Cómo podremos hacer esto? Reflexionando un poquito y resolviendo tener las condiciones que tiene la tortolilla material; esta afortunada avecilla estuvo en manos de la Sma. Virgen cuando se presentó en el templo. Abandonémonos en los brazos de nuestra amantísima Madre del Buen Consejo y en medio de nuestras dudas, de nuestras penas, de esos momentos de lucha que tiene la Trinitaria, digámosle llenas de fervor: ¡Madre mía, oye mi oración! Sin tu consejo, no acierto a obrar el bien.
La tortolilla vuela y yo les aconsejo, amadísimas hijas mías, que volemos también nosotras en pos de la perdida oveja; la tortolilla canta y cuando se oyen sus dulces arrullos, recuerda una la obligación que tiene de cantar al Señor sus alabanzas. Bendita sea la Religiosa que dedica su lengua a bendecir al Señor y constantemente exclama: “¡Cielos y Tierra, bendecid al Señor!”.
Sor Mariana de la Sma. Trinidad
(Cfr. Cartas Madrid, 28 de Enero de 1914)
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