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24 diciembre 2017

Reflexión. Domingo IV de Adviento.


¡Feliz Domingo!

Con este Domingo IV del Tiempo de Adviento, se nos cierra este tiempo de preparación para la venida del Mesias, El Señor.
Jesús va a nacer entre nosotros y cansados de caminar en la oscuridad, vamos a poder vivir como Hijos de la Luz. Una Luz, que procede de un niño que ha nacido de una mujer llamada María. Hoy, nuestro personaje principal de este domingo, es la Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra. Gracias a su “Hágase en mi según tu Palabra” se abrió una puerta de salvación para toda la humanidad. Que María sea para nosotros ejemplo de obediencia, fidelidad y apertura a la voluntad de Dios.


En la Primera Lectura del Libro de Samuel.

Nos cuenta que el profeta Natán era muy importante en la vida del rey de David, en la que hace aparición en momentos decisivos con el fin de indicarle la voluntad de Yahvé.
Dios rechaza un templo para si mismo, como quería David hacer y le promete una dinastía para el rey. Las promesas a David son promesas de Dios a la humanidad entera. Una promesa que nunca caducará. Las riendas las llevará Dios y no en un lugar concreto.
En definitiva, la lectura nos anuncia la llegada del Mesías y que no se puede encerrar entre cuatro paredes.

En la Segunda Lectura de la carta de Pablo a los Romanos.

Nos presenta su propósito de dar gloria a Dios por medio de Jesucristo.
Pablo, nos habla de Jesucristo como una persona que sabe consolidar y fortalece a los creyentes. El anunciaba diciendo “el evangelio que yo os proclamo” y hacía referencia al “Evangelio de Jesucristo”. Un modo particular de entender la “Buena Noticia” y hacerla vida.
Esto le impulsa a Pablo a abrir esta “Buena Nueva” a todas las gentes y a anunciarles el Evangelio, su Muerte y su Resurrección.

En el Evangelio de Lucas.

Hoy contemplamos la escena de la Anunciación donde descubrimos de manera total el Don de Dios de la libertad. El ángel pide permiso, de parte de Dios a María para que comience el plan de salvación. Una mujer sencilla, joven, con limitaciones y dudas… pero, con un fuerte confianza en Dios. Acoge la petición con miedo, pero se abandona a las manos de aquel que sabe ella que no defrauda. Mirar a María es mirar a la Esperanza. Es elegida por Dios para ser la Madre de su Hijo por medio de la concepción por obra del Espíritu Santo.
Lucas, evangelista “mariano” presenta a María como la “llena de Gracia” impregnada de la santidad divina. El ángel revela que el niño que va nacer de ella (sin presencia de varón) será verdaderamente el Hijo de Dios. Es una llamada a ser MADRE del Hijo único de Dios.
Ella nos hace mejor regalo que jamás hemos recibido. Nos regaló a Jesús.

Pidamos a la Virgen que nos ayude a esforzarnos a cumplir la voluntad de Hijo Jesús y sepamos acogerlo con generosidad y sin miedo.

Que así sea.


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