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04 diciembre 2017

(II) Padre Jerónimo Mariano Usera, fundador de las Religiosas del Amor de Dios.


Exclaustración

El 10 de enero de 1835, firma por vez primera como párroco de Pedrazales, un pueblo muy pequeño sobre el que ejercía derecho de patronato el abad de San Martín de Castañeda.
España, en ese momento era el tiempo de la revolución.
Las malas cosechas, la peste del cólera y la continuidad de la Guerra Carlista aumentaron la agitación. El Gobierno de Toreno suprimió los conventos menos de doce profesos.
Pero, el 11 de octubre de 1835, Juan Álvarez de Mendizábal suprimió todos los de las órdenes monacales por ser inútiles para la asistencia espiritual de los fieles, por el grave perjuicio que se seguía de la amortización de sus fincas y por las conveniencia pública de poner éstas en circulación para aumentar los recursos del Estado y abrir nuevas fuentes de riquezas.

El monasterio de San Martín de Castañeda fue cerrado y sus monjes obligados a abandonar el lugar que habitaban desde el siglo XII, errantes y despreciados por las campañas orquestadas por el Gobierno…
Jerónimo era uno de ellos; pero se alejó poco, porque continuó de párroco en Pedrazales.
Con dolor inmenso se despidió de sus hermanos.

Párroco

Inició una vida totalmente distinta a la comunitaria del monje. Era un pueblo muy pequeño y pobre, con 26 casas y unos 50 habitantes.
Aquí pasó sus primeros dos años y medio de exclaustrado, cercano a sus gentes: catequesis, misa dominical, oración del atardecer y atención esmerada a los enfermos.

Después pasó a Pradería, también en Sanabría.
La nueva Parroquia tenia unos 117 habitantes y dos anejos.
Los recorría todos los domingos, montado en su yegua, y siempre que se lo exigían la catequesis o la visita a algún enfermo.
Los otros párrocos oyeron contar a la feligresía mayor, que Jerónimo no había dejado de ir a ninguno de los pueblos, que iba todos los días. Incluso cuando los caminos estaban nevados.

En Pedralba, la Iglesia estaba muy alejada de la población, y reformó una ermita que se llama Santa Lucía, en medio del pueblo, para que las personas pudieran ir y participar de las celebraciones, catequesis, oraciones…

Tuvo que vivir muy pobremente, porque eran muy escasos los recursos económicos de la Parroquia. Su padre enfermó y la posibilidad de regresar al monasterio, era cada vez más lejana. Lo que a Jerónimo le preocupaba era poder prestar un servicio evangélico fiel a las personas.
Un poco ante del mes de septiembre del año 1842, su padre falleció y se quedó a cargo de su madre anciana.

Profesor en Madrid

A pesar de que llamó al Arzobispado de Toledo y en Madrid para prestar su servicio como sacerdote, y al no recibir respuesta, porque habían muchos exclaustrado, decidió compaginar su vida sacerdotal con la de enseñanza.

El 4 de diciembre de 1844 lo nombraron miembro-profesor de la Academia de Ciencias Eclesiásticas por sus méritos literarios e ingresó en la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País.

En el año 1843 publicó La Demostración de la verdad de la Religión Cristiana- Católica- Romana, un breve tratado apologético, género muy frecuente para expresar las ideas del siglo XIX.

En vez de lamentar y atacar los males de su época, en la primera parte de su obra ofrece a ese pueblo las claves de la auténtica evangelización y las bases de la credibilidad de Cristo y en la Iglesia.
En la segunda parte, responde a la postura calvinista de F. Guizot, de moda entre los intelectuales.
Rechaza el impulso de que la libertad moderna proceda de la Reforma, frente al absolutismo de Roma, y expone las grandes creaciones culturales y artísticas de la Iglesia, sus universidades y escritores.


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