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08 octubre 2018

La bienaventurada Virgen María del Buen Remedio, Patrona de la Orden de la Santísima Trinidad.


Los religiosos trinitarios, que tienen como fin especial el de honrar a la Trinidad divina con particular culto de devoción, promover esta fundamental devoción y ejercitar las obras de misericordia para socorrer a los necesitados, ya desde el origen de la Orden ha venerado con singular devoción a la Virgen María, sagrario de la augusta Trinidad, bajo el título del “Buen Remedio”.

En efecto, San Juan de Mata, padre, fundador y legislador, profesó una ardiente devoción a la Madre de Dios y, amparado en su protección, propagó y consolidó esta sagrada Orden, entregando a sus hijos, como muy rica herencia, la devoción mariana. Este culto especial a la Madre de Dios, la cual cura los males de cuantos recurren a ella con confianza, se ha mantenido a través de los siglos entre ellos, y aún hoy día está en todo su vigor y se mantiene floreciente.

El Capítulo General de 1959, habiendo constatado que el culto a la Madre de Dios, transmitido por la tradición, era en efecto una devoción especialmente sentida en la Orden, manifestó, interpretando los sentimientos de todos los religiosos, el vivo deseo de que la ínclita Virgen María, venerada bajo el título indicado, fuese constituida por la Autoridad de la Santa Sede, celestial Patrona de toda la Orden Trinitaria.

Por tanto, nos, en la confianza de que esto avivará más a los miembros de esta familia religiosa a honrar con perenne y ardiente amor a la Virgen María, adornada con este dulce título y, a que movidos por su ejemplo, se dedicarán especialmente a llevar alivio y remedio a los más necesitados, determinamos acceder gustosamente a tal petición. Oído, por tanto, el parecer de la Sagrada Congregación de Ritos, con pleno conocimiento y tras madurado examen, en virtud de nuestra potestad y de la Autoridad Apostólica, por las presentes constituimos y declaramos a perpetuidad a la bienaventurada Virgen María bajo el título del “Buen Remedio”, celestial patrona principal, a la par que Santa Inés, virgen y mártir, de toda la Orden de la Santísima Trinidad, atribuyendo a su celebración todos los honores y privilegios que legítimamente competen a los Patronos de las Órdenes y Congregaciones religiosas, y concediendo al mismo tiempo la autorización de celebrar todos los años su fiesta el día 8 del mes de octubre.


De la Carta Apostólica Sacrarium Trinitatis Augustae del papa Juan XXIII (AAS LIII, 1961, 602-604)

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