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01 febrero 2018

Que los sacerdotes sean pastores cercanos y no “patrones de finca".


A Jesús le gustaba sentirse en medio del pueblo, eliminar toda distancia entre él y aquellos que le seguían con esperanza.

Jesús no abre una oficina de asesoría espiritual con un cartel que diga: ‘El profeta recibe lunes, miércoles, viernes de 3 a 5.
La entrada cuesta esto o, si prefiere, podemos hacer una oferta’. No, Jesús no hace eso.
Tampoco abre un estudio médico con un cartel que ponga: ‘Los enfermos deben venir tal día, tal día y tal día y se curarán’. No. Jesús se pone en medio del pueblo.

Esa es la figura de pastor que Jesús nos propone: un sacerdote santo que acompaña a su pueblo.

Es así cómo la mujer enferma consigue acercarse a Jesús y curarse después de tocar su manto.
El pastor, en el día de su ordenación, tanto sacerdotal como episcopal, es ungido con el santo óleo. Pero el verdadero óleo, el interior, es el óleo de la cercanía y de la ternura.

Al pastor que no se hace cercano, le falta algo. Puede que sea un ‘patrón de la finca’, pero no un pastor. Un pastor al que le falta la ternura es un pastor rígido que bastonea a sus ovejas. Cercanía y ternura: lo vemos aquí. Así era Jesús”.

El Pastor que sigue a Jesús “termina su día agotado de hacer el bien”.
De esa manera, el pueblo sentirá la presencia de Dios vivo.

Os propongo rezar por los pastores, “para que el Señor les de esta gracia de caminar con el pueblo, de estar presentes en medio del pueblo con ternura y cercanía.

Y cuando el pueblo encuentra al pastor, siente esa cosa especial que sólo se siente en presencia de Dios, que es como termina el pasaje del Evangelio de hoy: ‘Quedaron fuera de sí, llenos de estupor’. El estupor de sentir la cercanía y la ternura de Dios en el pastor”.


(Homilía. Santa Marta. Papa Francisco, 30-1-2018)

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