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09 febrero 2018

Málaga y Granada celebra hoy la Memoria del Beato Capuchino Fray Leopoldo.


Nació el 24 de junio de 1864 en la pequeña localidad de Alpandeire, pueblo situado en la comarca montañosa de la Serranía de Ronda, provincia de Málaga (España).
Su verdadero nombre era Francisco Tomás de San Juan Bautista Márquez Sánchez.

Fue el mayor de cuatro hermanos, tres varones, uno de los cuales murió joven mientras realizaba el servicio militar en la guerra de Cuba, y una mujer. La familia, aunque de condición modesta, poseía tierras dedicadas al cultivo de cereales y almendros, así como algún ganado caprino. Ellos mismos cultivaban el terreno y realizaban las faenas agrícolas, siendo este trabajo su actividad principal.

Su instrucción escolar consistió únicamente en los estudios primarios que siguió en la escuela local sin mostrar capacidades especiales. Desde pequeño mostró inclinación hacia la religión; se sabe que a los diez años protagonizó un incidente que tuvo mucha repercusión entre sus convecinos: mientras se encontraba en el campo, al cuidado de un rebaño de cabras junto con otros niños, el cielo comenzó a nublarse amenazando tormenta. Surgieron varias ideas sobre la actitud que debían tomar.

El futuro fray Leopoldo propuso refugiarse en una peña y rezar el rosario para solicitar la protección de la Virgen, mientras que otro de los pequeños no estaba de acuerdo y consideró preferible dirigirse hacia el pueblo lo antes posible, y así lo decidió. Finalmente todos se encaminaron juntos hacia Alpandeire sin implorar la protección de la Virgen, pero la marcha se vio interrumpida por un rayo que fulminó al joven que había propuesto el apresurado retorno, resultando muerto. Es posible que este suceso del que se habló largamente, influyera en su futura decisión de hacerse fraile.1​

Toda su infancia y juventud transcurrió en Alpandeire dedicado a faenas agrícolas, salvo el periodo de servicio militar (1887-1888), que realizó en el Regimiento de Infantería Pavía en Málaga.

Ingreso en la Orden Capuchina

Decidió dedicarse a la vida religiosa después de haber oído predicar a dos capuchinos en la ciudad de Ronda (durante la beatificación de Diego José de Cádiz en 1894). Tras varios intentos que resultaron fallidos, ingresó en 1899 en calidad de postulante en el convento que poseía la orden capuchina en Sevilla. En 1900 emitió sus votos y recibió como nombre religioso el de fray Leopoldo de Alpandeire. Tras destinos sucesivos en Antequera, Granada y de nuevo Sevilla, el 21 de febrero de 1914 fue trasladado definitivamente al convento de Granada, donde residió durante 42 años.

Su vida en Granada

Permaneció de forma ininterrumpida en esta ciudad entre 1914 y 1956. La mayor parte del tiempo desempeñó la función de fraile limosnero, lo cual le obligaba a recorrer la ciudad a pie y entrar en numerosas viviendas solicitando donativos.

Poco a poco su figura fue haciéndose popular, de modo que numerosas personas solicitaban su consejo o intermediación, empezándose a conocerlo como "el humilde limosnero de las tres Ave Marías", porque así eran las oraciones que dedicaba a quienes le pedían su bendición. Murió el 9 de febrero de 1956. Sus restos mortales descansan en la cripta de la iglesia de los Padres Capuchinos de Granada.

Beatificación

Benedicto XVI al hablar de él dice que «testimonió el misterio de Jesucristo crucificado con el ejemplo y la palabra, al ritmo humilde y orante de la vida cotidiana y compartiendo y aliviando las preocupaciones de los pobres y afligidos».

Carta Apostólica de Beatificación:

Nos, acogiendo el deseo de Nuestro Hermano Francisco Javier Martínez Fernández, Arzobispo de Granada, así como de otros muchos hermanos en el Episcopado y de numerosos fieles, después de haber consultado el parecer de la Congregación para las Causas de los Santos, con Nuestra Autoridad Apostólica, concedemos que el Venerable Siervo de Dios Leopoldo de Alpandeire, de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, que testimonió el misterio de Jesucristo crucificado con el ejemplo y la palabra, al ritmo humilde y orante de la vida cotidiana y compartiendo y aliviando las preocupaciones de los pobres y afligidos, de ahora en adelante pueda ser llamado Beato y que se pueda celebrar su fiesta en los lugares y, según las normas establecidas por el Derecho, el 9 de febrero de cada año, día de su nacimiento para el cielo.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Dado en Roma, junto a San Pedro el día 8 de septiembre del año del Señor 2010, sexto de Nuestro Pontificado. Benedictus, PP. XVI

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