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03 febrero 2018

Entrevista al Obispo de Málaga, Don Jesús Catalá Ibáñez


Jesús Catalá pide a los jóvenes consagrados que lleven a la vida el carisma fundacional
Su mirada es esperanzadora. 

El presidente de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada, Jesús Catalá, obispo de Málaga se fija en lo verdaderamente importante, en la oblación de vida a Dios de cada consagrado.


P. Lleva ya unos meses en esta comisión episcopal.
 ¿Podría compartir con nosotros cómo ve a la vida consagrada hoy en España?

R. Resulta muy esperanzador contemplar que la vida consagrada en general y en España en particular goza de buena salud, a pesar de ciertas voces que alarman sobre la situación de las congregaciones religiosas. Un tema que puede preocupar es el descenso numérico de las vocaciones; pero la fecundidad eclesial de la vida religiosa o de especial consagración no se mide por el número de personas, sino por su presencia cualitativa. No es tan importante la cantidad de actividades que los consagrados realizan, cuanto su oblación a Dios, su oración cotidiana y su testimonio de la vida futura. Quien dirige la Iglesia es el Espíritu Santo y Él suscita en cada momento los carismas necesarios. Existe hoy un renacimiento de nuevas formas de consagración especial y una renovación de antiguas formas.

P. ¿Cuáles son los retos que debe afrontar la vida consagrada hoy?

R. Los retos que la vida consagrada debe afrontar hoy son los mismos que tiene la Iglesia en nuestra sociedad: la secularización, el olvido de Dios, el deseo de autonomía del ser humano olvidándose que es “creatura de Dios”, la excesiva subjetividad, la falta de valores objetivos y permanentes, la no escucha del Evangelio, el rechazo de una relación personal con Jesucristo; y otros tantos retos que el magisterio reciente de la Iglesia ha puesto al descubierto.En el interior de las congregaciones y de las comunidades religiosas tienen que afrontar la edad avanzada de muchas personas y el descendimiento del número de vocaciones, para hacer frente a las tareas que asumían hasta ahora; pero esto lo
están resolviendo con las decisiones que están tomando.

P. La comisión que preside ¿qué líneas se marca en estos años?

R. La comisión episcopal no marca líneas de acción para la vida consagrada. Está formada por varios obispos, que ofrecemos nuestro diálogo, colaboración y ayuda a los responsables de las congregaciones religiosas y de las asociaciones o federaciones. En ese diálogo fraterno se vislumbran caminos de esperanza y se comparten líneas de acción y de renovación.

P. ¿Cómo percibe la comunión eclesial entre las diversas concreciones de
consagración?

R. La comunión eclesial se vive siempre respecto a la Iglesia como sacramento de salvación y signo de comunión. Es tarea de todos procurar una verdadera comunión con el centro eclesial, que es Jesucristo; y con el signo visible de unidad que es el Papa, junto con los obispos como signos de unidad en cada iglesia particular o diócesis. La comunión entre las congregaciones dependerá de la
comunión con el centro visible. Pueden ayudar mucho a la comunión las distintas organizaciones, asociaciones o federaciones entre las familias religiosas. Pero ocurre lo mismo que con el ecumenismo: a mayor unión con Cristo, mayor unidad entre las distintas confesiones.

P. ¿Qué les pediría hoy? ¿Qué les diría en este tiempo de cambios?

R. El papa Francisco ha insistido en que nos encontramos en un “cambio de época”, que es mucho más que un simple tiempo de cambios. Ello requiere una mayor atención a los signos de los tiempos, como animaba ya el Concilio Vaticano II. Es necesario iluminar con la luz del Evangelio las realidades temporales y las nuevas tendencias culturales que ya están presentes. El cambio cultural en nuestro mundo está siendo muy profundo y con retos muy grandes. La vida consagrada tiene que ser consciente de ello y trabajar para seguir transformando el mundo según el designio de Dios.

P. ¿Y a los jóvenes religiosos?

R, Los jóvenes religiosos suelen tener grandes ideales y muchos buenos deseos de cambiar las cosas a mejor. Pero deben saber escuchar a los mayores, que tienen más experiencia y cuya vida no puede ser juzgada a la ligera, aunque no acaben de comprender a los jóvenes. Entre ambos se puede crear un buen equilibrio, que será sin duda más fecundo que ver las cosas solo desde un lado. Es muy importante la fidelidad al carisma fundacional, que es un don del Espíritu; no se trata de cambiar
el carisma, sino de asumirlo y de llevarlo a la vida actual para que sea fecundo.


1 comentario:

  1. Sor Encarnación03 febrero, 2018 20:42

    Buenas noches fray José.
    Me ha gustado mucho la entrevista al Prelado Malacitano.
    Gracias una vez más por todo lo que haces para llevar la Buena Noticia a todas partes.

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