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07 mayo 2017

Reflexión. Domingo IV de Pascua.


¡Feliz Pascua de Resurrección!
El domingo pasado, las lecturas nos hablaban que para ser verdaderos cristianos, tenemos que tener ese encuentro con Cristo Resucitado. Veíamos, como cada uno de nosotros tenemos un “cachito” de esos dos discípulos de los que nos hablaban en el Evangelio que iban de camino de Emaús. A veces, por el cansancio, la tristeza, la cobardía nos impiden que reconozcamos a Jesús Resucitado que  anda a nuestro lado. Pero, Él sigue acompañándonos a nuestro lado, todos somos invitados en plenitud a esa vida que no acaba.

En este IV Domingo del Tiempo de Pascua, Jesús se nos presenta como el Buen Pastor.
Un Pastor que conoce a cada oveja, que se preocupa, que está pendiente de cada una… Que tiene siempre una puerta siempre abierta y nos espera con los brazos abiertos a que volvamos. Un Pastor que perdona y que es por encima de todo Misericordioso.

En este mes de mayo, mes de la Virgen María, acudamos a Ella para pedirle que nos otorgue esa valentía que tuvo que ella para ser fiel y coherente en el seguimiento de su Hijo Jesús.
María, te pedimos que nos fortalezcas en nuestras debilidades, en nuestras caídas, en nuestros momentos de infidelidad. Que tú seas el cordón que nos lleve a tu Hijo Jesús. No nos deje solos en este peregrinar de la vida. Cúbrenos bajo tu manto  y no nos sueltes de tu mano Madre de Dios, madre nuestra, Refugio de los pecadores, Auxilio de los Cristianos, Salud de los enfermos… Amén.

En la Primera Lectura de los Hechos de los Apóstoles, vemos como Pedro les cuenta a los onces, siendo Pentecostés, la vida de Jesús y les ofrece una nueva vida a ejemplo de Cristo. Solamente la vida adosada al Resucitado, es la que nos puede salvar. No es un Dios de muerto, sino de Vivos. Pedro, pide a todo Israel que reconozca a Jesús, el Mesías, el Salvador… Presenta un cristianismo como novedad fundada en el AMOR. Ya no cabe lugar para la condenación, el pecado, y puestos exclusivos. Jesús rompe con toda clase de exclusión y preferencias. Ahora, es la hora del Amor, de anunciar a todos que Cristo sigue vivo, de bautizar y ser Buena Nueva en medio del mundo.

En la Segunda Lectura de la Primera Carta del Apóstol Pedro, nos presenta a Jesús como el cordero que es llevado al matadero injustamente. Aquella comunidad vio la muerte en la Cruz como un signo injusto. Un varón de dolores, que es justo, humilde y pacífico, que carga con los pecados de otros, que a pesar de que lo insultan no vuelve el insulto, es matado como un malhechor. Esto nos hace ver, que la salvación no se anuncia por imposición violenta, ni por poder, ni por cumplir normas y dogmas a base de miedos, sino, que se anuncia con bondad, con ejemplo de vida y con coherencia. Jesús es Pastor que nos cuida pero nos da la libertad de un Padre (como veíamos en la primera lectura).

En el Evangelio de Juan, nos muestra la imagen de Jesús Buen Pastor. De que Jesús es la Puerta Siempre Abierta que tiene acceso a la vida que no acaba. Si miramos al Antiguo Testamento, vemos como allí ya aparece la imagen del Buen Pastor: Dios cuida a su pueblo como un Pastor a sus ovejas; En Ezequiel, vemos como denuncia también a algunos dirigentes de los pueblos que se aprovechaban del rebaño… Pero también nos dice que Jesús será Buen Pastor y cuidará del pueblo, de su rebaño.
Jesús, es la Puerta que nos abre y nos invita a que formemos parte de su gran familia: La Iglesia. Una puerta que tiene como novedad una vida nueva, donde no hay nadie más que nadie, que la vida se vive en plenitud. Para pertenecer a la familia de Jesús, no hay que hacer oposiciones, ni conseguir un puesto o un doctorado, solamente hace falta atravesar la puerta de la fe, creer en el Resucitado y dejar que el Pastor te guíe. Nos podremos despistar, pero Jesús nos conduce de nuevo, nos acoge y nos da una nueva oportunidad.

Pidamos a la Virgen María, por la familia de los creyentes en Cristo: La Iglesia.
Para que sea fiel a las indicaciones dadas por Jesús, abra las puertas a tantas personas que lo necesitan y no excluya a nadie… Sino que sea un rebaño de justicia, de amor y de paz.
Y a los que tienen “cargos” que el servicio sea el hábito diario para que Evangelio sea cada vez más novedad e interrogante en medio de este mundo que intenta crecer al margen de Dios
Que así sea.


Más en:
http://www.revistaecclesia.com/author/fray-jose-borja/

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