“No se puede seguir a Jesús sin seguir a la Iglesia. Quien cede a la tentación de ir por su cuenta corre el riesgo de no encontrar nunca a Cristo". (Papa Benedicto XVI).
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26 junio 2017
El cristiano no consulta horóscopos, vive la voluntad de Dios.
Un cristiano “que está parado” no es un verdadero cristiano, es peligro el “instalarse demasiado” en horóscopos en lugar de “fiarse de Dios”.
En la lectura del Génesis, en la que se habla de Abraham, vemos un estilo de vida cristiana, el estilo de nosotros como pueblo que se basa en 3 puntos: “despojarse”, la “promesa” y la “bendición”.
Ser cristiano lleva siempre esta dimensión de despojarse que encuentra su plenitud en el despojarse de Jesús en la Cruz. Siempre hay un ‘ir’, ‘deja’, para dar el primer paso: ‘deja y vete de tu tierra, de tu parentela, de la casa de tu padre’.
Si hacemos un poco de memoria veremos que en los evangelios la vocación de los discípulos es un ‘ve’, ‘deja’, ‘ven’”.
Por tanto, los cristianos deben tener “la capacidad” de ser despojados porque si no se dejan “despojar y crucificar con Jesús”, no son cristianos auténticos.
El cristiano no tiene el horóscopo para ver el futuro; no va al adivino que tiene la bola de cristal, o a que le lean la mano. No, no. No sabe dónde va. Es guiado. Y esto es como una primera dimensión de nuestra vida cristiana: el despojarse.
¿Pero despojarse para qué? Para ir hacia una promesa.
Y esta es la segunda. Somos hombres y mujeres que caminamos hacia una promesa, hacia un encuentro, hacia algo que debemos recibir en herencia.
Abraham se “fía de Dios”, y siempre está en camino. El camino comienza todos los días desde la mañana; el camino de fiarse del Señor, el camino abierto a las sorpresas del Señor, muchas veces no son buenas, son feas. Pensemos en una enfermedad, en una muerte. Pero es un camino abierto porque yo sé que Tú me llevarás a un lugar seguro, a una tierra que has preparado para mí: el hombre en camino, el hombre que vive en una tienda, una tienda espiritual.
Cuando el alma se acomoda demasiado, se instala demasiado, pierde esa dimensión de ir hacia la promesa y en lugar de caminar hacia la promesa, lleva la promesa y posee la promesa, y esto no funciona, no es cristiano.
El tercer punto es la “bendición”. El cristiano “bendice”, es decir, “dice bien de Dios y dice bien de los otros” y “se hace bendecir por Dios y por los demás”.
Y este es el esquema de nuestra vida cristiana, porque todos debemos bendecir a los otros, ‘decir bien de los demás y decir bien a Dios de los demás.
Estamos acostumbrados a no decir bien del prójimo cuando “la lengua se mueve un poco como quiere”, en lugar de seguir a nuestro Padre.
(Papa Francisco. Lunes 26-6-2017)
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