“No se puede seguir a Jesús sin seguir a la Iglesia. Quien cede a la tentación de ir por su cuenta corre el riesgo de no encontrar nunca a Cristo". (Papa Benedicto XVI).
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14 abril 2017
Reflexión. Viernes Santo.
Ayer, Jueves Santo, celebrábamos el día del Amor fraterno.
Jesús elige el momento para enseñar a sus discípulos, que no solamente se actúa con la palabra, sino, que lo esencial es son los actos. Él predicó, hizo gestos de milagros, curó… Pero, lo importante es que ayer, estando a la mesa con sus discípulos, tomo pan, lo partió y se lo dio a ellos diciendo: “Tomad y Comed esto es mi Cuerpo”. Cogiendo una copa, a punto de terminar la cena, se la pasó diciendo: “Tomad y Bebed, esta es mi Sangre derramada por vosotros y por muchos. Haced esto, en memoria mía”.
Y se ciñó una toalla y se puso a lavar los pies a todos.
Hoy, Viernes Santo, vuelve hacer el último gesto de AMOR supremo. Entrega su vida, muere por la salvación de todos y cada uno de nosotros. Parece que todo ha terminado, que la muerte todo lo rompe. Cae la esperanza, las confianzas… Pero, la última palabra no la tiene la muerte, ni el último ruido es los golpes del mazo clavando a Jesús en la Cruz. No hay vida, sin muerte. Acompañemos fielmente a Jesús en estas horas de dolor de su Pasión y de su Muerte.
Esta celebración, no es una Misa, sino, que se le llama Oficio.
La oración de los fieles, tienen una características particular, ya que no es como habitualmente se hace. Es una oración-petición, un rezo universal por todos y para todos.
Adoraremos la Santa Cruz de nuestro Señor Jesucristo, que es el centro de la celebración de hoy.
Pasaremos a comulgar, y nos despediremos… Todo es austeridad, silencio y tristeza.
En la Primera Lectura del Profeta Isaías, nos presenta el sufrimiento y el sacrificio expiatorio. El siervo es presentado como el que sufre por consecuencia de los pecados de todos. Habla de “nosotros”, son sus sufrimientos que vienen de Yahvé, pero traen la sanación y la justicia. Como apreciamos en la lectura, y mucho tiempo hemos tenido teológicamente y eclesialmente hablando esa imagen de Dos enfadado, castigado e indignado por nuestros pecados, en Cristo Jesús, se nos muestra otro Dios radicalmente opuesto. Un Dios cercano, que perdona, que sufre con el que sufre. Dios es amor y perdón.
En la Segunda Lectura de la Carta a los Hebreos, nos enseña como para aquellas personas, todo lo relacionado con la transcendencia y la santidad que se atribuían a Dios, hacía imposible el contacto con los hombres y mujeres con Dios. Nos presenta un contexto religioso lejano, distante, que solamente podían acceder las categorías sacerdotales con unos determinados requisitos. Por eso, al final del mismo texto, muestra a un Jesús, cercano, como sumo sacerdote, uno que ha penetrado los cielos y nos abre las puertas a todos por iguales.
Con Cristo, se ha acabado las categorías, las distancias… Todos somos acogidos por Dios sin discriminación.
En la Pasión de Jesucristo, según San Juan, nos muestra a un Jesús que muere en la preparación a la Pascua, coincidiendo con el momento en que los corderos eran sacrificados.
Resalto del texto la última frase que Jesús dice en la Cruz: “Todo está cumplido”. Un cumplimiento, en que Jesús se ha entregado por completo, ha derramado toda la sangre que tiene, es la prueba máxima del AMOR, no hay más que se pueda hacer.
En la Cruz, Jesús nos muestra la voluntad y la acción de Dios en favor de los que no cuentan, de los últimos de la sociedad. La llamada de Jesús, el ejemplo de entregarse hasta no quedar una gota de aliento ni de sangre, es a una entrega ilusionada, una llamada sincera, coherente y fiel… A veces, podremos ser uno de tantos de los amigos de Jesús que pensaremos que es una locura, que es un sinsentido, pero, ahí sigue estando Él en una Cruz que guarda la Vida, nos otorga salvación y se ha entregado por AMOR a todos nosotros.
De la entrega nace la verdadera Vida.
Que junto con María, la Virgen, sepamos estar al pie de la Cruz sin dudar.
Ella, fiel seguidora que estuvo en todo momento acompañado a su Hijo, sea para todos nosotros ejemplo de coherencia, fortaleza y fidelidad para todos los que crucificados de nuestro mundo, donde Jesús hoy, se hace presente.
Que así sea.
Más en:
http://www.revistaecclesia.com/esta-cumplido-por-fray-jose-borja/
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