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24 julio 2017

Reflexión. Domingo XV del Tiempo Ordinario. 16-7-2017.


El domingo pasado, veíamos como la Palabra de Dios y el Evangelio nos decían que Jesús ha venido a revelar el mensaje del Evangelio a la gente sencilla. Que no hace falta ser un buen teólogo o tener un doctorado en teología para vivir la Buena Noticia. Jesús está con nosotros, no nos deja solos, y con nuestras obras, daremos testimonio de nuestra vida cristiana. Menos palabras, y más actos.

En este domingo XV del Tiempo Ordinario, la Palabra de Dios se asemeja como las gotas de lluvia. Tenemos que dejarnos empapar por la Palabra para que ella nos ayude a trasformar nuestros fallos, en buenas obras… Abrirnos a Dios, para que esa semilla que todos llevamos dentro, florezca y seamos Evangelios vivos que anunciemos con nuestras obras y palabras el mensaje de la Buena Nueva.

Hoy, especial, acordémonos de nuestra Madre la Virgen, en su advocación del Carmen, y dejemos que cada uno de nosotros, seamos flores de ese jardín (significado de la palabra Carmen) y ella sea ejemplo para cada uno de verdadera cristiana, mujer de oración y fidelidad a la meditación de la Palabra de su Hijo Jesús.

En la Primera Lectura del Libro de Isaías, vemos como la Palabra de Dios tiene un papel importante en la vida de cada persona. Se puede secar la hierba, la flor se marchita, pero la palabra de Dios permanece para siempre. Vemos, como el texto deja claro, que Dios habla, actúa y es eficaz. Él no está lejos del ser humano.
Vivimos en una sociedad, en que muchas veces, la palabra no tiene valor. Se promete una cosa, y puede durar lo que tardemos en cambiar de opinión… Pero la Palabra de Dios es eficaz, promete y cumple. La Palaba libera, es la voluntad de Dios. Solo tenemos que cerrar el “paragua”, abrir la Biblia, y dejarnos empapar como cuando cae la lluvia. Dejarnos mojar por su Palabra.

En la Segunda Lectura de la carta de Pablo a los Romanos, vemos como compara los sufrimientos presentes del día a día, con la gloria que se nos tiene preparado un día, que no pasa, no se marchitará. La lectura nos habla de esclavitud, que toda la creación gime de dolor, padecen, sufren… Pero, los cristianos, tenemos al Espíritu que nos fortalece, nos ayude y guía a sobrellevar cada piedra del camino. Poner un toque diferente en nuestra sociedad, es saber alentar con esperanza al prójimo, estar al lado del que sufre y anticipar el reino de Dios, en medio de nuestro mundo que tanta falta le hace de que se moje del Evangelio y de actitudes coherentes de los propios cristianos.

En el Evangelio de Mateo, nos presenta a Dios como un sembrador generoso, que siembra en cada corazón de cada persona su Palabra. Al ser un sembrador misericordioso, no le importa si la semilla cae en el camino, o en las piedras, o entre zarzas. El sembrador conoce la vida de cada hombre y mujer y sabe, que todos pasamos por diferentes momentos en la vida. El sembrador, no está preocupado por poner la semilla en el sitio adecuado, sino, que las reparte libremente. Dios, el sembrador misericordioso, esparce en cada persona la semilla de su Palabra, y de nosotros depende, si somos capaces de regarla y dejarla crecer o no.
Dios nos deja la libertad, de acoger esa semilla o no… Lo importante es que sepamos ser conscientes que a pesar de a veces estar con las piedras, o con las zarzas, o en tierra que no de fruto, saquemos fuerza para volver a la tierra buena (sacramentos) y cojamos fuerza para dejarnos empapar por la Palabra, y abramos la semilla que cada uno llevamos dentro para que de fruto, y ese fruto pueda ser compartido con el resto de personas, en especial, los más necesitados.

Pidamos a la Virgen del Carmen, en este su día, que sepamos acoger la Palabra como ella supo hacerlo. Que tengamos un corazón generoso y agradecido, y en este tiempo de verano, preparemos nuestros campos con los diferentes sacramentos para que pueda dar fruto la semilla del Evangelio que llevamos dentro.

Tengamos un recuerdo en nuestra oración, por las diferentes congregaciones que tienen en este mes de julio sus capítulos generales, en especial, por mis Hermanas Trinitarias de Madrid, para que por la intercesión del P. Méndez y M. Mariana, sepan discernir los cambios futuros para mayor gloria de Dios y fidelidad al carisma en el servicio de la juventud necesitada.
Que así sea.


Más en:
http://www.revistaecclesia.com/salio-el-sembrador-a-sembrar-por-fray-jose-borja/

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