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12 septiembre 2016

El perdón de Dios cancela nuestros pecados y nos regenera en el amor.


“Su perdón cancela el pasado y nos regenera en el amor” de tal forma que "cuando un pecador se convierte y se hace reencontrar por Dios no lo esperan reprobaciones y durezas, porque Dios salva, espera en casa con alegría y hace fiesta”.

El mensaje del Evangelio de hoy nos infunde gran
esperanza y lo podemos sintetizar así: no hay pecado en el que hayamos caído por el que, con la gracia de Dios, no podamos resurgir; no hay un individuo irrecuperable, porque Dios no deja jamás de querer nuestro bien, también cuando pecamos.
Con estos tres relatos, Jesús quiere hacer entender que Dios es el primero en tener hacia los pecadores una actitud de acogida y misericordia.

En la primera parábola Dios es presentado como un pastor que deja 99 ovejas para ir en busca de la que se ha perdido. En la segunda se observa “a una mujer que ha perdido una moneda y la busca pero no la encuentra y en la tercera Dios es imaginado como un padre que acoge a su hijo que se había alejado”.
Todas tienen un elemento común: “verbos que significan alegrarse juntos, hacer fiesta”. Con los tres relatos “Jesús nos presenta un Dios con los brazos abiertos, que trata a los pecadores con ternura y compasión”.
La que más conmueve, porque manifiesta el infinito amor de Dios, es la del padre que abraza al hijo que ha regresado”.
El camino de regreso a casa es la vía de la esperanza y de la vida nueva”, “Dios espera nuestro retomar el camino, nos espera con paciencia, nos ve cuando todavía estamos lejos, va a nuestro encuentro, nos abraza, nos perdona”.


(Meditación del Papa Francisco: 11-9-2016)

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