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31 enero 2014

La vida solo puede entenderse si se la analiza de cara al pasado; sin embargo, debe vivirse de cara al futuro.


Todo lo bueno y lo malo que nos haya traído el año que pasó, lo lamentable y lo que nos causó dolor, está en manos del Dios todopoderoso. Aun así, gracias a Dios, si de veras confiamos en el Señor Jesucristo, si lo hemos puesto todo sumisamente en Sus manos, Él puede hacer que brote miel de la roca y aguas dulces del desierto amargo del pasado, sea cual sea. ¡Él puede darte en este año nuevo belleza en lugar de cenizas, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado, y gozo por la mañana en vez de lamentos por la noche! Todo esto nos lo promete en Su Palabra, y qué delicia, saber que lo hará. Que somos Suyos, y que confiamos en Él.
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.

Nuestro futuro no está limitado por nuestro pasado.
Independientemente de las decisiones que hayamos tomado, de las que otros hayan tomado por nosotros y de nuestras circunstancias actuales, el futuro sigue siendo tan halagüeño como las promesas de Dios, dos de las cuales son: «Si tenéis fe, […] nada os será imposible», y: «Al que cree todo le es posible». Si no estás en la situación en que desearías estar, aún hay tiempo para cambiar eso.
Mientras da vueltas el cielo, hay esperanza en el suelo.

La vida es un tapiz:
Nosotros somos la urdimbre; los ángeles, la trama; Dios, el tejedor. Solo el tejedor puede ver el diseño completo.
Tu pasado es importante, sin embargo es mucho menos importante con relación a tu presente que la manera en que concibes tu futuro.

No pienso que yo mismo lo haya logrado ya.
Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús.
Revivir el pasado y lamentarnos de algunas cosas que hicimos, o sumirnos en el remordimiento por no haber hecho otras que nos hubiera gustado hacer, es propio de nuestra naturaleza humana. Dios lo comprende. Así y todo, es un error dejar de ver todo lo bueno que también trajeron esas experiencias: la madurez, la profundidad y otras enseñanzas que contribuyeron a forjar nuestro carácter y a prepararnos para cosas mayores y mejores que han de venir.

Al volver la mirada hacia el pasado debemos apreciar los bienes y dichas que nos deparó. No nos olvidemos de «todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro y todo lo amable» que también ha habido en nuestra vida. Demos gracias a Dios por las decisiones acertadas que tomamos en el pasado y por las que nos va a ayudar a tomar en un futuro.

Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!
El amor siempre halla de alguna manera.

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