Buscar en este blog

25 diciembre 2018

Pregón de Navidad.


Hace muchos siglos, cuando las noches eran interminablemente largas y la luz del día se resistía a aparecer en el horizonte.

Cuando los hombres dejaron de tenderse, darse la mano y de ofrecerse, los unos a los otros, como ayuda en el camino.

Hace muchos siglos, cuando las injusticias se desplegaron como un inmenso paraguas sobre los más pobres y necesitados.

Cuando miles de hombres miraban hacia el cielo esperando respuestas que, a pie llano, se les negaba.

Hace muchos siglos se comenzó a hablar del Nacimiento de un Niño.

Un Niño que, con rostro humano, sería semblante de Dios.

Un Niño que, al venir, cumpliría promesas, deseos y sueños de la humanidad.

Un Niño que, cuando llegó, convirtió el mundo en un remanso de paz.

Un Niño que, en su amanecer, se vio el brillo de la bondad.

Un Niño que, al gemir, latió con un corazón rebosante de paz bendiciendo con manos llenas de amor destellando miradas y llantos con sabor a Dios.

Hace muchos siglos, en Belén, en el silencio el amor habló de una forma infinitamente humilde:

¡Dios se hizo hombre!

El cielo se rebajó a nivel de la tierra.
La humildad asomó por todos sus costados

El perdón y la paz, alcanzaron a toda buena voluntad.

Pero, hoy, al igual que entonces Dios sigue naciendo en el pesebre de cada persona.

Dios flota en las aguas del Misterio.

Una VIDA NUEVA emerge vigorosa y con sabor a cielo.

Una ilusión llama a la puerta de nuestra tristeza de nuestro desencanto ¡ES NAVIDAD!

Y, como aquella primera Navidad de hace 20 siglos, el cielo regala abundancia de dones lo celestial nos contagia la alegría que el mundo nos arrebata la Morada de Dios nos llena, con impulsos de una humanidad nueva.

¡ES NAVIDAD!

No dejéis que corra más el tiempo:

¡Viene el Señor!

Y, cuando acude el Señor, lo hace en silencio y sin ruido.

Brotará de unas entrañas virginales, de Aquella que dijo “SI”.

Y, crecerá, al amparo de la sabiduría y entereza de un tal José.

¡Viene el Señor! ¡Es Navidad!

Lo grande, no tiene cabida en Belén; ahí triunfa lo pequeño.

El Amor, tiene música y partitura propia: Dios nos ama.

Lo viejo pasa y comienza lo nuevo; Dios en persona despunta.

Un gran regalo se nos entrega; una vida estremecida y humillada.

Es agasajo de Dios; don para todos y cada uno de los hombres.

Entre troncos revestidos de paja vendrá el Señor.

Y, en dos maderos teñidos de sangre, se irá el Señor.

En tablas viene el amor sin musitar palabra alguna, Crucificado entre tablas se irá el amor con escasas siete palabras de misericordia, vértigo y paz.

En silencio, nacerá Dios.
En silencio, se nos irá el Señor
Pero, mientras tanto, ¡Es Navidad!

Fuente inagotable de lo que nunca se agota en Dios: el AMOR.
Gracia que recompensa toda espera: EL AMOR DE DIOS.
Fuego que nunca podrá apagarse: EL AMOR DE DIOS.
Paz y amor reverberando: EL AMOR DE DIOS.
Caricia de Dios al hombre: EL AMOR DE DIOS.
Beso de Dios a nuestro barro: EL AMOR DE DIOS.
Reparto de fe y de esperanza: EL AMOR DE DIOS.
Contagio de fraternidad y alegría: EL AMOR DE DIOS.

¡ES NAVIDAD! ¡DIOS BAJA A LA TIERRA!.

No hay comentarios:

Publicar un comentario