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24 enero 2021

Reflexión. Domingo III del Tiempo Ordinario.


En este domingo, celebramos el Domingo de la Palabra de Dios, instituido por el Papa Francisco. Nos ayuda a acercarnos a la fuente donde mana la vida cristiana. Por eso, las lecturas que nos propone la liturgia para nuestra reflexión nos ayudan a convertirnos, creer y estar apasionados por el Reino de Dios. Creer en el Evangelio es hacerlo presente cada día en nuestra vida y anunciarlo con nuestras palabras y con la vida. No olvidemos, que Dios está a nuestro lado, camina con nosotros y busca nuestro bien. 


----------En la Primera Lectura de la profecía de Jonás,

 vemos una narración diferente a la que podemos ver en los otros profetas. La misión del profeta es escuchar y proclamar lo que Dios dice. A Jonás, le puede su ideología, y piensa que Nínive debe ser castigada y huye de Dios. Pero, cada persona, tiene su tiempo, su propia conversión. Él, después de que le tragara el pez y que lo devuelva a la tierra, Dios lo envía de nuevo y es cuando esta vez, le obedece. Este contraste subraya la gravedad de la incredulidad y el universalismo de la salvación. Dios destina su salvación a todas las naciones y razas. Dios se complace en la conversión del pecador. La conversión siempre es posible. Dios sale siempre al encuentro y no se cansa de perdonarnos y de llamarnos una y otra vez.

----------La Segunda Lectura de Pablo a los Corintios,

 nos recuerda como el cristiano no es ajeno a los mismos acontecimientos que sus conciudadanos, pero la actitud es totalmente diferente. La espera a la Parusía, una visión escatológica y una esperanza a la Venida de Cristo al final de los tiempos, alivia e impide sobrevalorar el dolor de lo terrenal. Por eso, San Pablo habla del matrimonio, para que los que están casados, a pesar de sus obligaciones, trabajos y tareas, no se olviden que hay que vivir con radicalidad el Evangelio en el mundo y que hay que apartar todo lo que distraiga de ese ideal que propone el apóstol.

----------El Evangelio de Marcos,

presenta a un Jesús adulto, que anuncia con inmediatez la llegada del Reino y la urgencia de convertirse. Esta llamada urgente va de la mano de una invitación. Creed. Jesús, con su bautismo, hace un nuevo comienzo. Una nueva actividad que ahora específica concretamente en que consiste. En la misma persona de nuestro Señor Jesucristo se hace presente ese Reino de Dios. No es una situación personal, o algo que se puede tocar. El Reinado de Dios se concreta con un mensaje, una actuación y una vida: Cristo. Todo cristiano está llamado vocacionalmente a seguir e Jesús. Confiar y renunciar a todo lo que nos aparta del camino del Evangelio. La conversión es el seguimiento total al Señor. El Reino ha comenzado, pero sigue activo. No ha culminado. En nuestras manos está que seamos ejemplo de vida cristiana coherente, para que podamos implantar y hacer vida con nuestra vida el Reino de Dios: un mundo mejor para todos, lleno de paz, perdón, amor, fraternidad y justicia.

Pidamos a la Virgen María, que nos ayude a tener un corazón abierto para poder convertirnos al Evangelio sin miedo.



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