“No se puede seguir a Jesús sin seguir a la Iglesia. Quien cede a la tentación de ir por su cuenta corre el riesgo de no encontrar nunca a Cristo". (Papa Benedicto XVI).
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31 enero 2021
Reflexión. Domingo IV del Tiempo Ordinario.
En este domingo, vemos como Dios habló a su pueblo a través de los profetas, pero de una manera especial, nos ha hablado principalmente por Jesús. Jesús es la misma palabra de Dios. No hay otra Palabra que él, no hay otro mensaje que el Evangelio. Nosotros hoy, somos profetas en nuestros ambientes. Cuando nos bautizaron nos ungieron con el santo Crisma y nos consagraron sacerdotes, profetas y reyes. Jesús nos elige para que lo conozcamos, escuchemos su palabra y las demos a conocer a los demás. ¿Estamos dispuestos a ser profetas?
----------En la Primera Lectura del libro del Deuteronomio,
Moisés anuncia que el Señor les dará un profeta semejante a él mismo, cuando estuvo en medio del pueblo en la salida del Egipto. No se refiere en este caso a un profeta concreto, sino a la serie ininterrumpida de profetas que Dios suscitará en medio de su pueblo. Los profetas tienen la misión de escuchar la Palabra de Dios y transmitirla al pueblo. Moisés tiene doble función: mediador ante Dios y vocero de su palabra. El último profeta fue Juan el Bautista. Y ahora, cada bautizado tenemos la obligación de coger ese testigo y ser profetas en nuestros ambientes.
----------La Segunda Lectura de Pablo a los Corintios,
vemos como Pablo se dirige a los bautizados de la comunidad que viven en medio de la sociedad y que deben tomar decisiones y opciones en sus vidas tanto familiares como personales. La profecía y la virginidad por amor son dos cualidades del creyente, como lo era para Jesús. Esto hace que brille la total radicalidad de la verdad y del amor evangélicos. El apóstol quiere al cristiano despegado de toda preocupación temporal para poder servir con fidelidad al Reino de Dios.
----------El Evangelio de Marcos,
Jesús comienza el anuncio del Reino en torno al lago. La palabra de Dios se muestra siempre con poder decisivo en la historia de la salvación. Jesús es presentado como poseedor de la palabra de Dios. Su palabra tiene poder salvadora y liberadora. Este poder está reflejado en la curación del endemoniado y enfermedades, y en la libertad frente a la esclavitud de la enfermedad y de la ley. Enseña con discreción, pero con claridad. El pobre endemoniado o el enfermo representa la actitud de quienes viven en contra de Dios, rechazan su manifestación y no quieren aceptarlo en sus vidas. La liberación que Jesús realiza por medio de la Palabra es un signo de cómo el Evangelio se impone sobre la realidad y las fuerzas del mal. El Evangelista marca una diferencia entre la autoridad de Jesús y la falta de autoridad de los escribas de la ley.
Pidamos a la Virgen María, que nos ayude a vivir con radicalidad el Evangelio y que seamos verdaderos profetas en nuestros ambientes. Que la Palabra se haga Vida en nuestra vida.
Evangelio. Domingo IV del Tiempo Ordinario.
27 enero 2021
Audiencia general del Papa Francisco: La oración con las Sagradas Escrituras.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy quisiera detenerme sobre la oración que podemos hacer a partir de un pasaje de la Biblia. Las palabras de la Sagrada Escritura no han sido escritas para quedarse atrapadas en el papiro, en el pergamino o en el papel, sino para ser acogidas por una persona que reza, haciéndolas brotar en su corazón. La palabra de Dios va al corazón. El Catecismo afirma: «A la lectura de la sagrada Escritura debe acompañar la oración —la Biblia no puede ser leída como una novela— para que se realice el diálogo de Dios con el hombre» (n. 2653). Así te lleva la oración, porque es un diálogo con Dios. Ese versículo de la Biblia ha sido escrito también para mí, hace siglos, para traerme una palabra de Dios. Ha sido escrito para cada uno de nosotros. A todos los creyentes les sucede esta experiencia: una pasaje de la Escritura, escuchado ya muchas veces, un día de repente me habla e ilumina una situación que estoy viviendo. Pero es necesario que yo, ese día, esté ahí, en la cita con esa Palabra, esté ahí, escuchando la Palabra. Todos los días Dios pasa y lanza una semilla en el terreno de nuestra vida. No sabemos si hoy encontrará suelo árido, zarzas, o tierra buena, que hará crecer esa semilla (cf. Mc 4,3-9). Depende de nosotros, de nuestra oración, del corazón abierto con el que nos acercamos a las Escrituras para que se conviertan para nosotros en Palabra viviente de Dios. Dios pasa, continuamente, a través de la Escritura. Y retomo lo que dije la semana pasada, que decía san Agustín: “Tengo temor del Señor cuando pasa”. ¿Por qué temor? Que yo no le escuche, que no me dé cuenta de que es el Señor.
A través de la oración sucede como una nueva encarnación del Verbo. Y somos nosotros los “tabernáculos” donde las palabras de Dios quieren ser acogidas y custodiadas, para poder visitar el mundo. Por eso es necesario acercarse a la Biblia sin segundas intenciones, sin instrumentalizarla. El creyente no busca en las Sagradas Escrituras el apoyo para la propia visión filosófica o moral, sino porque espera en un encuentro; sabe que estas, estas palabras, han sido escritas en el Espíritu Santo y que por tanto en ese mismo Espíritu deben ser acogidas, ser comprendidas, para que el encuentro se realice.
A mí me molesta un poco cuando escucho cristianos que recitan versículos de la Biblia como los loros. “Oh, sí, el Señor dice…, quiere así…” ¿Pero tú te has encontrado con el Señor, con ese versículo? No es un problema solo de memoria: es un problema de la memoria del corazón, la que te abre para el encuentro con el Señor. Y esa palabra, ese versículo, te lleva al encuentro con el Señor.
Nosotros, por tanto, leemos las Escrituras para que estas “nos lean a nosotros”. Y es una gracia poder reconocerse en este o aquel personaje, en esta o esa situación. La Biblia no está escrita para una humanidad genérica, sino para todos nosotros, para mí, para ti, para hombres y mujeres en carne y hueso, hombres y mujeres que tienen nombre y apellidos, como yo, como tú. Y la Palabra de Dios, impregnada del Espíritu Santo, cuando es acogida con un corazón abierto, no deja las cosas como antes, nunca, cambia algo. Y esta es la gracia y la fuerza de la Palabra de Dios.
La tradición cristiana es rica de experiencias y de reflexiones sobre la oración con la Sagrada Escritura. En particular, se ha consolidado el método de la “lectio divina”, nacido en ambiente monástico, pero ya practicado también por los cristianos que frecuentan las parroquias. Se trata ante todo de leer el pasaje bíblico con atención, es más, diría con “obediencia” al texto, para comprender lo que significa en sí mismo. Sucesivamente se entra en diálogo con la Escritura, de modo que esas palabras se conviertan en motivo de meditación y de oración: permaneciendo siempre adherente al texto, empiezo a preguntarme sobre qué “me dice a mí”. Es un paso delicado: no hay que resbalar en interpretaciones subjetivistas, sino entrar en el surco vivo de la Tradición, que une a cada uno de nosotros a la Sagrada Escritura. Y el último paso de la lectio divina es la contemplación. Aquí las palabras y los pensamientos dejan lugar al amor, como entre enamorados a los cuales a veces les basta con mirarse en silencio. El texto bíblico permanece, pero como un espejo, como un icono para contemplar. Y así se tiene el diálogo.
A través de la oración, la Palabra de Dios viene a vivir en nosotros y nosotros vivimos en ella. La Palabra inspira buenos propósitos y sostiene la acción; nos da fuerza, nos da serenidad, y también cuando nos pone en crisis nos da paz. En los días “torcidos” y confusos, asegura al corazón un núcleo de confianza y de amor que lo protege de los ataques del maligno.
Así la Palabra de Dios se hace carne —me permito usar esta expresión: se hace carne— en aquellos que la acogen en la oración. En algunos textos antiguos surge la intuición de que los cristianos se identifican tanto con la Palabra que, incluso si quemaran todas las Biblias del mundo, se podría salvar el “calco” a través de la huella que ha dejado en la vida de los santos. Esta es una bonita expresión.
La vida cristiana es obra, al mismo tiempo, de obediencia y de creatividad. Un buen cristiano debe ser obediente, pero debe ser creativo. Obediente, porque escucha la Palabra de Dios; creativo, porque tiene el Espíritu Santo dentro que le impulsa a practicarla, a llevarla adelante. Jesús lo dice al final de un discurso suyo pronunciado en parábolas, con esta comparación: «Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de sus arcas —del corazón— lo nuevo y lo viejo» (Mt 13,52). Las Sagradas Escrituras son un tesoro inagotable. Que el Señor nos conceda, a todos nosotros, tomar de ahí cada vez más, mediante la oración. Gracias.
Saludos:
Saludo cordialmente a los fieles de lengua española. Los animo a acercarse a la Palabra de Dios con obediencia y creatividad. En ella encontramos un tesoro inagotable al que podemos acceder todos los días mediante la oración, y ella nos irá trasformando y llenándonos de gran alegría. Que el Señor los bendiga.
LLAMAMIENTO
Hoy, aniversario de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz, se celebra la Jornada de la memoria. Conmemoramos a las víctimas de la Shoah y a todas las personas perseguidas y deportadas por el régimen nazi. Recordar es expresión de humanidad. Recordar es signo de civilización. Recordar es condición para un futuro mejor de paz y de fraternidad. Recordar también es estar atentos porque estas cosas pueden suceder otra vez, empezando por propuestas ideológicas que quieren salvar un pueblo y terminan por destruir un pueblo y a la humanidad. Estad atentos a cómo ha empezado este camino de muerte, de exterminio, de brutalidad.
----------Resumen leído por el Santo Padre en español ----------
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy reflexionamos sobre la oración que podemos hacer a partir de un fragmento de la Biblia. Las palabras de la Sagrada Escritura no han sido escritas para permanecer en el papel, sino para germinar en el corazón de la persona que ora. A pesar de su antigüedad, cada versículo de la Biblia fue escrito también para nosotros, y a través de ellos Dios nos habla. Cuando escuchamos un pasaje que tal vez hemos oído muchas veces, en ese momento, observamos cómo nos toca interiormente y nos ilumina una situación que estamos viviendo. En cierto modo la Escritura nos lee a nosotros, pues lee nuestra vida, comprende nuestra humanidad concreta y nos permite vernos reflejados en muchos personajes y situaciones.
La tradición cristiana nos ha dejado muchos métodos de oración; uno bastante consolidado es la “lectio divina”. Se trata sobre todo de leer el pasaje con atención para comprenderlo. Después se comienza un diálogo con la Palabra divina, para que pueda ser motivo de meditación y oración. Siempre en fidelidad al texto, nosotros nos interrogamos: ¿Qué es lo que “me dice a mí”? El último paso es la contemplación, para que las palabras dejen paso al amor, al silencio, como el encuentro entre dos enamorados.
De esta manera, la Palabra puede ser nuestra fortaleza; ella viene a habitar dentro de nosotros para que también nosotros habitemos en ella, identificándonos con ella de tal modo que podamos reflejar su enseñanza en nuestro modo de hablar y de actuar.
(Vaticano. Miércoles 27-01-2021)
25 enero 2021
Celebramos hoy La Conversión de san Pablo, apóstol.
24 enero 2021
Reflexión. Domingo III del Tiempo Ordinario.
En este domingo, celebramos el Domingo de la Palabra de Dios, instituido por el Papa Francisco. Nos ayuda a acercarnos a la fuente donde mana la vida cristiana. Por eso, las lecturas que nos propone la liturgia para nuestra reflexión nos ayudan a convertirnos, creer y estar apasionados por el Reino de Dios. Creer en el Evangelio es hacerlo presente cada día en nuestra vida y anunciarlo con nuestras palabras y con la vida. No olvidemos, que Dios está a nuestro lado, camina con nosotros y busca nuestro bien.
----------En la Primera Lectura de la profecía de Jonás,
vemos una narración diferente a la que podemos ver en los otros profetas. La misión del profeta es escuchar y proclamar lo que Dios dice. A Jonás, le puede su ideología, y piensa que Nínive debe ser castigada y huye de Dios. Pero, cada persona, tiene su tiempo, su propia conversión. Él, después de que le tragara el pez y que lo devuelva a la tierra, Dios lo envía de nuevo y es cuando esta vez, le obedece. Este contraste subraya la gravedad de la incredulidad y el universalismo de la salvación. Dios destina su salvación a todas las naciones y razas. Dios se complace en la conversión del pecador. La conversión siempre es posible. Dios sale siempre al encuentro y no se cansa de perdonarnos y de llamarnos una y otra vez.
----------La Segunda Lectura de Pablo a los Corintios,
nos recuerda como el cristiano no es ajeno a los mismos acontecimientos que sus conciudadanos, pero la actitud es totalmente diferente. La espera a la Parusía, una visión escatológica y una esperanza a la Venida de Cristo al final de los tiempos, alivia e impide sobrevalorar el dolor de lo terrenal. Por eso, San Pablo habla del matrimonio, para que los que están casados, a pesar de sus obligaciones, trabajos y tareas, no se olviden que hay que vivir con radicalidad el Evangelio en el mundo y que hay que apartar todo lo que distraiga de ese ideal que propone el apóstol.
----------El Evangelio de Marcos,
presenta a un Jesús adulto, que anuncia con inmediatez la llegada del Reino y la urgencia de convertirse. Esta llamada urgente va de la mano de una invitación. Creed. Jesús, con su bautismo, hace un nuevo comienzo. Una nueva actividad que ahora específica concretamente en que consiste. En la misma persona de nuestro Señor Jesucristo se hace presente ese Reino de Dios. No es una situación personal, o algo que se puede tocar. El Reinado de Dios se concreta con un mensaje, una actuación y una vida: Cristo. Todo cristiano está llamado vocacionalmente a seguir e Jesús. Confiar y renunciar a todo lo que nos aparta del camino del Evangelio. La conversión es el seguimiento total al Señor. El Reino ha comenzado, pero sigue activo. No ha culminado. En nuestras manos está que seamos ejemplo de vida cristiana coherente, para que podamos implantar y hacer vida con nuestra vida el Reino de Dios: un mundo mejor para todos, lleno de paz, perdón, amor, fraternidad y justicia.
Pidamos a la Virgen María, que nos ayude a tener un corazón abierto para poder convertirnos al Evangelio sin miedo.
Evangelio. Domingo III del Tiempo Ordinario.
23 enero 2021
22 enero 2021
Rezamos por las víctimas del incendio de Madrid.
Oh Dios, que concedes el perdón y quieres la salvación de los hombres: te rogamos que,
R/. Amén.
V/ . Concédele, Señor, el descanso eterno.
R/. Y brille para él (ella) la luz eterna.
V/ . Descanse en paz.
R/. Amén.
18 enero 2021
Reflexión. Domingo II del Tiempo Ordinario
Acabado el tiempo de la Navidad, comenzamos el tiempo Ordinario. La liturgia nos señala este domingo para nuestra reflexión personal y comunitaria dos aspectos de la vocación cristiana que están interconectada. En primer lugar, la llamada. El Señor, desde nuestro bautismo, nos llama a seguirle. Don que nos regala para ser felices y superar los momentos de debilidad. En segundo lugar, el encuentro. Este acto nos tiene que llevar a salir de nosotros mismos para poder acercarnos a los hermanos y convertirnos en enuncio y testimonio coherente de vida. Frente a la llamada que Dios nos hace en particular, ¿Cuál será hoy nuestra respuesta?En la
Leemos la vocación profética de Samuel. Asistimos a una llamada que se repite varias veces y por parte del joven hay un gran desconocimiento ante la situación, pero acepta y confía. Dios llama por su nombre a Samuel. Se fija de un humilde niño, que tiene la capacidad de escuchar y que aún no tiene el corazón resabiado. No tiene ni títulos ni doctorados. Elí enseña al joven a que escuche, confíe, responda y confíe en el Señor. Recordemos a esas personas que nos han enseñado a escuchar a Dios y agarrado de la mano para introducirnos en el misterio de Dios y su presencia.
Nos habla de la doctrina de la castidad cristiana, fundada en la consagración del cuerpo humano por la incorporación a Cristo que lo convierte en templo del Espíritu Santo. Pero, ¿por qué Pablo habla de la sexualidad? La respuesta, es que Corinto estaba situada entre dos puertos que daban a dos mares. El ir y venir de marineros, saldados, viajeros, etc, hacía de la ciudad un lugar donde las licencias en la vida sexual eran muy conocidas… Por eso, Pablo establece el principio general: el cristiano no es ya esclavo para las pasiones desordenadas. El cuerpo del cristiano está ordenado a complementarse en esa adhesión a Cristo que le hace partícipe de su condición espiritual.
14 enero 2021
El Vaticano adapta el Miércoles de Ceniza a la pandemia.
La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos ha modificado el rito del Miércoles de Ceniza adaptándose a este tiempo de coronavirus. Así lo ha explicado en una nota difundida el 12 de enero de 2021 por el cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos y Monseñor Arthur Roche, Arzobispo Secretario.
---------- Nueva fórmula ----------
Tal como se lee en el documento, “pronunciada la oración de bendición de las cenizas y después de asperjarlas, sin decir nada, con el agua bendita, el sacerdote se dirigirá a los presentes, diciendo una sola vez y para todos los fieles, la fórmula del Misal Romano: «Convertíos y creed en el Evangelio», o bien: «Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás».
Tras ello, el sacerdote se limpiará las manos y se pondrá la mascarilla para proteger la nariz y la boca. Posteriormente, impondrá la ceniza a cuantos se acercan a él o, si es oportuno, se acercará a los fieles que estén de pie, permaneciendo en su lugar. Asimismo, el sacerdote tomará la ceniza y la dejará caer sobre la cabeza de cada uno, sin decir nada”.
11 enero 2021
El Papa: los ministerios del Lector y del Acólito estén abiertos a las mujeres.
Francisco está cambiando el Código de Derecho Canónico haciendo institucional lo que ya sucede por la práctica: el acceso de las mujeres laicas al servicio de la Palabra y el altar. La elección del Pontífice explicada en una carta al Cardenal Ladaria.
Vatican News
El Papa Francisco ha establecido con un motu proprio que los ministerios del Lector y del Acólito están en adelante también abiertos a las mujeres, de forma estable e institucionalizada con un mandato especial. Las mujeres que leen la Palabra de Dios durante las celebraciones litúrgicas o que realizan un servicio en el altar, como ministras o como dispensadoras de la Eucaristía, no son ciertamente una novedad: en muchas comunidades del mundo son ahora una práctica autorizada por los obispos. Sin embargo, hasta ahora todo esto se ha realizado sin un mandato institucional real y adecuado, en derogación de lo establecido por San Pablo VI, quien, en 1972, al abolir las llamadas "órdenes menores", había decidido mantener el acceso a estos ministerios reservados a los hombres sólo porque los consideraba preparatorios para un eventual acceso a las órdenes sagradas. Ahora el Papa Francisco, también a raíz del discernimiento que surgió de los últimos Sínodos de Obispos, quiso hacer oficial e institucional esta presencia femenina en el altar.
Con el motu proprio "Spiritus Domini", que modifica el primer párrafo del canon 230 del Código de Derecho Canónico y que se publica hoy, el Pontífice establece, por tanto, que las mujeres pueden acceder a estos ministerios y que se les atribuye también mediante un acto litúrgico que las institucionaliza.
Francisco especifica que quiso aceptar las recomendaciones que surgieron de varias asambleas sinodales, escribiendo que "se ha alcanzado en los últimos años un desarrollo doctrinal que ha puesto de relieve cómo ciertos ministerios instituidos por la Iglesia tienen como fundamento la condición común de los bautizados y el sacerdocio real recibido en el sacramento del bautismo". Por lo tanto, el Papa nos invita a reconocer que estos son ministerios laicos "esencialmente distintos del ministerio ordenado recibido en el sacramento del Orden".
La nueva formulación del canon reza: "Los laicos de una edad y unos dones determinados por decreto de la Conferencia Episcopal podrán ser empleados permanentemente, mediante el rito litúrgico establecido, en los ministerios de lectores y acólitos". Por lo tanto, se suprime la especificación "del sexo masculino" que se refería a los laicos y que estaba presente en el texto del Código hasta la modificación de hoy.
El motu proprio va acompañado de una carta dirigida al Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Luis Ladaria, en la que Francisco explica las razones teológicas de su elección. El Papa escribe que "en el horizonte de renovación trazado por el Concilio Vaticano II, hay un creciente sentido de urgencia hoy para redescubrir la corresponsabilidad de todos los bautizados en la Iglesia, y en particular la misión de los laicos". Y citando el documento final del Sínodo para el Amazonas, observa que "para toda la Iglesia, en la variedad de situaciones, es urgente que los ministerios sean promovidos y conferidos a hombres y mujeres... Es la Iglesia de los hombres y mujeres bautizados la que debemos consolidar promoviendo la ministerialidad y, sobre todo, la conciencia de la dignidad bautismal".
Francisco, en su carta al cardenal, después de recordar en las palabras de San Juan Pablo II que "con respecto a los ministerios ordenados la Iglesia no tiene en absoluto la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres", añade que "para los ministerios no ordenados es posible, y hoy parece oportuno, superar esta reserva". El Papa explica que "ofrecer a los laicos de ambos sexos la posibilidad de acceder a los ministerios de Acolitado y Lectorado, en virtud de su participación en el sacerdocio bautismal, aumentará el reconocimiento, también a través de un acto litúrgico (institución), de la preciosa contribución que desde hace tiempo muchísimos laicos, incluidas las mujeres, ofrecen a la vida y a la misión de la Iglesia". Y concluye que "la decisión de conferir estos cargos, que implican estabilidad, reconocimiento público y el mandato del obispo, también a las mujeres hace más efectiva la participación de todos en la labor de evangelización de la Iglesia".
La medida viene después de una profundización de la reflexión teológica sobre estos ministerios. La teología posconciliar ha redescubierto de hecho la relevancia del Lectorado y el Acolitado, no sólo en relación con el sacerdocio ordenado, sino también y sobre todo en referencia al sacerdocio bautismal. Estos ministerios forman parte de la dinámica de colaboración recíproca que existe entre los dos sacerdocios, y han puesto de relieve cada vez más su carácter propiamente "laico", vinculado al ejercicio del sacerdocio que pertenece a todos los bautizados como tales.
10 enero 2021
Evangelio. Solemnidad del Bautismo del Señor.
Reflexión. Bautismo del Señor.
Con esta solemnidad, terminamos el tiempo litúrgico de la Navidad. Jesús es ungido por el Padre como su Hijo y Mesías. Las tres lecturas tienen un hilo conductor. Isaías presenta y anuncia al Mesías pobre y humilde. Pedro identifica al Siervo Jesús. Marcos, deja que Juan el Bautista, presente como el Señor. Y lo certifica una voz del cielo cuando dice: este es mi Hijo.
Celebrar el Bautismo del Señor nos debe ayudar a tomar conciencia de que nuestro Bautismo nos ha incorporado a Cristo. Somos Hijos amados de él, y nuestra misión es proclamar la Buena Noticia con nuestra propia vida.
----- La Primera Lectura de Isaías,
presenta a un hombre, Siervo de Yahvé, elegido por él. Su espíritu lo consagra para establecer entre los pueblos, el derecho que es la ley de Dios, su revelación. El siervo se presenta humilde, sencillo, manso. Pero en su actuación es coherente y firme. Dios lo ama por encima de todo. El siervo, al ser enviado de Dios, es portador de justicia, de amor, paz y libertad. ¿Cómo soy yo con las personas que me rodean? ¿Soy como el siervo?
----- La Segunda Lectura de los Hechos de los Apóstoles,
vemos los rasgos principales del Siervo de Yahvé. Jesús es el Ungido por Dios con la fuerza del Espíritu. Hizo de su vida humilde una autentica transparencia de AMOR. Y esta misión es universal. No importa ni la nación, ni la raza, ni el sexo. Para los judíos, tuvo que ser incómodo y un tanto chocante que el Siervo fuera un Crucificado. Por eso Pedro de forma contundente anuncia que Dios estaba con él. Nuestra fe sigue siendo para muchos, motivo de escándalos, de risa, y para otros, fuerza salvadora. De nosotros depende tomar un camino u otro.
----- En el Evangelio de Marcos,
Juan Bautista es el último de los profetas y anuncia que su detrás de él, viene Alguien más grande que él. Sirve como transmisión, como puente. Él prepara el camino para que podamos acoger a Cristo. Por eso, el Evangelio de Marcos, junto a Mateo y Lucas, comienza con el Bautismo en el Jordán. El Espíritu, anunciado por Isaías en los poemas del Siervo, ahora se posa sobre Jesús. Es un bautismo de cambio de vida, de comenzar un nuevo rumbo, de tomar decisiones, y dejar aún lado todo lo que nos impida avanzar por ese camino. Jesús anuncia su misión de anuncio de la Buena Noticia del Reino como el Mesías, Siervo de Yahvé, que se pone al lado de los pecadores y les acompaña. Creámonos que somos Hijos Amados de Dios y nuestra misión es seguir con el legado de anunciar cada día el Evangelio con nuestra vida.
Que Santa María, nuestra Madre, nos ayude a vaciarnos de nuestros intereses para poder llenarnos del Evangelio y ser luz para nuestro mundo.