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11 julio 2012

Cuando el amor llama a tu vida


Cuenta el relato que un jóven dijo al maestro: “Háblanos del amor”.
Y él levantó la cabeza, miró a la gente y una quietud descendió sobre todos. Entonces dijo con gran voz:  Cuando el amor os llame, seguidlo. Y cuando su camino sea duro y difícil, y cuando sus alas os envuelvan, entregaos. Aunque la espada entre ellas escondida os hiriera. Y cuando os hable, creed en él. Aunque su voz destroce muchos sueños, tal como el viento norte devasta los jardines. Porque así como el amor os corona, así os crucifica.
Así como os acrece, así os poda. Así como asciende a lo más alto y acaricia vuestras más tiernas ramas, así descenderá hasta vuestras raíces y las sacudirá en un abrazo con la tierra. Como trigo en gavillas él os une a vosotros mismos. Os desgarra para desnudaros. Os cierne, para libraros de vuestras coberturas. Os pulveriza hasta volveros blancos. Os amasa, hasta que estéis flexibles y dóciles. Y os asigna luego a su fuego sagrado, para que podáis convertiros en sagrado pan para la fiesta sagrada de Dios.
Todo esto hará el amor en vosotros para que podáis conocer los secretos de vuestro corazón y convertiros, por ese conocimiento, en un fragmento del corazón de la Vida. Pero si, en vuestro miedo, buscáis sólo la paz y el placer, entonces es mejor que cubráis vuestra desnudez y os alejéis de sus umbrales.
Cuando améis no debéis decir: “Dios está en mi corazón”, sino más bien: “Yo estoy en el corazón de Dios”. Y pensad que no podéis dirigir el curso del amor porque él, si os encuentra dignos,  dirigirá vuestro curso. El amor no tiene otro deseo que realizarse.
Pero, si amáis y debe la necesidad tener deseos, que vuestros deseos sean éstos: Fundirse y ser como un arroyo que canta su melodía a la noche. Saber del dolor de la demasiada ternura.
Ser herido por nuestro propio conocimiento del amor. Y sangrar voluntaria y alegremente. Despertarse al amanecer  con un alado corazón y dar gracias por otro día de amor. Descansar al mediodía y meditar el éxtasis de amar.

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