Amigo, segundo padre, confesor, director espiritual, párroco... Etc etc etc. No hace falta ponerte un título para demostrar lo que eras para mí. A tu lado desde mis nueve años hasta los treinta y uno, que te fuiste con el Señor. Que afortunado era y no me daba cuenta.
Gracias por todos los años vividos a tu lado.
Sigue hablándole a Dios e intercediendo por cada uno de nosotros.
Espero que no te asustes mucho de como ha cambiado todo por aquí abajo. Y una vez más, llevabas razón en tus consejos. ¡Ay! Te equivocabas poco.
Se te echa de menos. Parece que fue ayer cuando me dabas tú último apretón de manos en la observación del Hospital Carlos Haya...
Gracias por tu vida entregada al servicio del Evangelio y tu pastoral. Eternamente agradecido, Miguelillo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario