El Venerable Jerónimo Mariano Usera y Alarcón, sacerdote y monje cisterciense, es una destacada figura y un testimonio de santidad en la sociedad y en la Iglesia de España en el s. XIX.
1.- Infancia y adolescencia en Madrid
Mariano Nicomedes Usera y Alarcón nació en Madrid el 15 de septiembre de 1810. Su padre D. Marcelo Fulgencio Usera y su madre Dña. Bernarda Antonia Alarcón constituyeron una familia numerosa, profundamente cristiana y destacada en el mundo de la cultura en la que se configuró y educó la vigorosa personalidad de Mariano de forma integral. Desde niño recibió una educación afirmada en los valores primordiales del ser humano: la libertad, la verdad y el bien, la generosidad y la actitud de servicio. Podemos resaltar en su trayectoria humana la firmeza de carácter, la claridad de objetivos, y la coherencia en los diversos proyectos sociales y religiosos que proyectó y realizó. Bautizado en la Parroquia de San Sebastián de Atocha, los valores cristianos marcan y definen las líneas fundamentales de su vida: la solidez de la fe religiosa, el amor a Dios realizado en el amor al prójimo, y la disponibilidad permanente a la voluntad de Dios
2. - Monje cisterciense en diversos Monasterios (1825 – 1836)
Ya en su adolescencia sintió la vocación hacia la Vida Religiosa e ingresó en la Orden Cisterciense en el Monasterio de Oseira, en Galicia. Su motivación partía de una experiencia interior profunda, que él manifestó en la expresión “Siento que Dios me llama para hacer el bien en la tierra y voy con el corazón decidido”. Dio el primer paso con firmeza en el camino monástico, tomó el nombre nuevo de Jerónimo, y fue ordenado sacerdote a los 24 años, después de un currículo académico de excelencia en los Monasterios de la Orden, donde, según la Regla de San Benito, en su pureza originaria “Carta caritatis” según los Cistercienses, el monje va configurando su existencia en la escuela de Cristo, que es “schola caritatis”, en la cual la sabiduría entra en el alma, vuelve insípidos los sabores carnales, purifica la inteligencia, limpia y cura el paladar del corazón.
Como monje y sacerdote, la vida de Fray Jerónimo Usera entra en un itinerario de servicio y consagración a Dios en las más diversas experiencias: oración y contemplación, pastoral, estudios teológicos, vida ascética y apostolado, y cuanto lleva al monje a la vida de santidad ya que no le faltaron gozos y padecimientos, éxitos y fracasos, amigos y adversarios, a imitación del Maestro con quien había comprometido su vida.
Desempeñó el ministerio de predicador en las más diversas situaciones, desde grandes acontecimientos religiosos hasta las cotidianas ceremonias litúrgicas en las zonas rurales de España. Publicó un Sermonario que hoy no conservamos, sino en fragmentos con sermones aislados. Su elocuencia era brillante, como atestiguan cuantos lo escucharon. No en vano la reina Isabel II le nombró su predicador supernumerario.
Sufrió la exclaustración forzosa y violenta de la desamortización política de 11 de octubre de 1835 que afectó a los cenobios de los monjes, por Decreto del Ministro Mendizábal, radicalmente liberal, por considerar que los monasterios de las Órdenes religiosas eran inútiles e innecesarios. Este despojo, que llevó consigo la dispersión de los monjes, dejó a Fray Jerónimo en la más absoluta desnudez y desamparo, sin más apoyo que la Divina Providencia y la propia familia, experiencia que enriqueció su espiritualidad, que posteriormente dejaría en herencia a las Hermanas del Amor de Dios, recomendándoles que la Divina Providencia sería su único patrimonio. En medio de estos vaivenes e inestabilidad, destacamos la fidelidad de Fray Jerónimo a la consagración definitiva a Dios, profesada en el Cister. Expulsado del monasterio a la fuerza, nada doblegó su espíritu, permaneciendo monje toda su vida, incluso consiguió de la Santa Sede su habilitación para desempeñar funciones y cargos eclesiásticos sin secularización.
3. - Nuevas experiencias en su vida profesional y cultural: Profesor universitario y miembro de la Sociedad Económica de Amigos del País (1840-45)
El nuevo ambiente en el que pisaba el Padre Usera después de la exclaustración, adverso en cierto sentido, resultó también enriquecimiento en experiencia de diversos aspectos de la cultura de la época, la Universidad civil y los círculos y tertulias intelectuales abiertas a nuevas tendencias le abrieron social y científicamente.
En Madrid, en la casa familiar después de la exclaustración, con la perspectiva de un servicio fijo en la Iglesia, el Padre Usera desempeñó diversas actividades de evangelización, culturales y filantrópicas: Entra como profesor de Griego en la Universidad de Madrid, hecho que le permite entablar relación directa con la juventud universitaria y compañeros del Claustro de Profesores, y comprobar el progreso de las ciencias y la sociedad, al mismo tiempo que ésta se aleja de la instrucción y práctica religiosa. Escribe y publica la Demostración de la verdad de la religión Católica, obra apologética donde debate el diálogo entre fe y ciencia, destinada a un cierto sector social racionalista y agnóstico, que sin duda conocía.
A sus 34 años es miembro y Profesor de la Academia de Ciencias Eclesiásticas e ingresa como socio en la Sociedad Económica Matritense del Amigos del País, donde lleva su testimonio de creyente y sacerdote en un ambiente más bien filantrópico y progresista, que le permite descubrir nuevos horizontes pedagógicos en el campo de la inicial pedagogía social y la participación de la mujer en la educación. Fue en la Sociedad Económica donde providencialmente establece contacto con la raza negra en los dos jóvenes Quir y Yegüe de los que fue instructor.
4. - Misión en Guinea Ecuatorial (1845-46)
Aun siendo muy apasionante el mundo en el que se estaba integrando como sacerdote e intelectual en el Madrid de su época, no parecía dar satisfacción a sus inquietudes apostólicas y el reclamo de nuevos horizontes misioneros, más allá de una sociedad acomodada, fue más fuerte que todo lo que su Madrid le brindaba. De ahí su salto misionero a tierras de África, en la tórrida Guinea Ecuatorial, colonia española olvidada y dejada a su suerte por el Gobierno. Concretamente la decisión misionera que le llevó a Fernando Poo fue una empresa de riesgo, que pagó muy cara, pues arruinó su salud, al mismo tiempo que significó una iluminación en su vida.
Su fuerza de voluntad iba contra todo riesgo, pero la realidad fue más fuerte, excesivamente inhóspita y desprotegida y la misión apenas duró seis meses. Sin embargo, podemos hablar de fecundidad, a partir de la intensidad con que dio su tiempo y fatigas hasta lo increíble. Cómo en tan poco tiempo pudo recorrer, conocer, tomar tantos datos de la realidad como vemos en su “Memoria de la isla de Fernando Poo” y esto enfermo y sin recursos humanos ni materiales.
Fruto de su trabajo humanista y evangelizador, en toda la ruta de su itinerario misionero africano, pues como tal ejerció desde que puso sus pies en la corbeta Venus hasta su regreso destrozado por la malaria, podemos constatar una fecunda herencia para este pueblo que Usera amó para siempre: Memoria en el pueblo como primer misionero católico en la isla, diseño cartográfico de la misma, reseña descriptiva de su gente, vocabulario y exposición fonológica de la lengua bubi y el haber plantado la Cruz y la Escuela en su rudimentaria casa de palos y ramas.
De Fernando Poo el Padre Usera se trajo el mejor tesoro posible: la amistad de su gente, la nostalgia misionera bloqueada por la enfermedad, la experiencia de la lucha del voluntarismo contra lo imposible, que hizo de él un rendido ante la voluntad de Dios: regresar a España con el mundo de Guinea en el corazón, con la raza negra incorporada a su existencia, hasta dar su nombre y apellido, más tarde, al negrito Mariano Malaquías Siaisa Usera, recién llegado a Puerto Rico, como esclavo en “el barco de la muerte”. A él aplicamos su propia definición del misionero: “… es el enviado del Hijo de Dios, que pregona la paz, que por todas partes difunde la caridad y que ofrece felicidad y ventura a los que lo escuchan: sólo para sí reserva los sufrimientos”. El misionero Usera llevaba en sus entrañas la pasión por la raza negra, como él declara: “Hace tiempo que me he dedicado a defender los derechos de la raza negra, a la que amo en Jesucristo que es el mayor y más desinteresado amor”.
5. - Misionero y servidor de la Iglesia y de la sociedad en las Antillas (1847 – 1891)
Durante este tiempo, casi cincuenta años de servicios en la Iglesia en las Antillas (Puerto Rico y Cuba) podemos considerar dos etapas, pues constatamos que en la entrega de su vida hubo como un corte existencial y místico, que orientó sus objetivos y acción profética en direcciones diferentes: - Una primera etapa en que centró sus energías en el desempeño de cargos eclesiásticos, como lugares de influencia en la transformación global de estructuras y proyectos eclesiásticos desde arriba (de 1847 a 1856). - Una segunda etapa hasta el final de su vida (1891), que sin dejar ciertas responsabilidades en la vida eclesiástica, concentró su dedicación pastoral y pedagogía social en las situaciones concretas de las personas, preferentemente en lugares de pobreza y desvalimiento, desde el suelo, donde sólo llega el abajamiento silencioso y la donación gratuita.
- Primera etapa (Hasta 1864)
Gobernador eclesiástico en Santiago de Cuba- A su regreso de Guinea. Después de un breve descanso junto a su madre ya viuda, le fue concedida una canonjía en Santiago de Cuba, según el informe del Patriarca de las Indias, “por su celo apostólico y por el espíritu que lo anima en favor de la propagación de la fe católica (…) encontrándose habilitado para desempeñar dicho cargo, según la S. Sede Apostólica”. Casi inmediatamente fue promovido para Gobernador Eclesiástico de aquella diócesis. El P. Usera llega a las Antillas con excelentes credenciales en todos los aspectos, en plena juventud y con bastantes experiencias pastorales. Sin embargo, la tierra que comenzaba a pisar tenía ciertas dolencias en el mundillo de los cargos eclesiásticos, que juntamente con su gloria le cargarán una pesada cruz sobre los hombros.
De su gestión en Santiago destacamos:
- La ingente misión de un Plan Pastoral global en el que participaran voluntariamente cuantos fieles pudieran hacerlo, juntamente con los sacerdotes
- La reforma integral del Seminario de San Basilio
- La restauración del Santuario de la Virgen de la Caridad
- Una incansable actividad pastoral, en la que priorizó la educación y catequesis. Su paso por Santiago de Cuba quedará para siempre ligado a la Virgen de la Caridad del Cobre, entrañable para todos los cubanos. El P. Usera dejó una Diócesis organizada y disponible al Obispo Claret, que tomó posesión de su cargo en 1851.
Misión en Puerto Rico (1856 – 1860)
En la Diócesis de Puerto Rico El P. Usera desempeñó diversos cargos eclesiásticos, en una situación bastante difícil, que le costó sufrimiento y amargura, porque le golpeó en la fibra más sensible de su vida, como era la fidelidad y adhesión entrañable a la Iglesia y a la persona del Papa. Desempeñó los cargos de Deán del Cabildo, Vicario y Gobernador Eclesiástico de la Diócesis por breve tiempo, pero bregando con litigios e intrigas no esperadas en una situación de inestabilidad, en medio de vacíos de un Pastor episcopal estable. Estos altos cargos en la Diócesis, vacante de Obispo, eran apetecidos por otros más por “cargos” que por “servicios”, hecho que desembocó en una víctima, el Padre Usera, hasta ser tildado de cismático, el que no hizo sino bandearse sabiamente entre las jurisdicciones del Poder temporal y eclesial, como fiel hijo de la Iglesia. Por todo esto confiesa haberse sentido afligido y molesto. Su gesto de obediencia ciega ante las medidas tomadas por la Santa Sede, ante posibles errores de procedimiento, manifiesta su fidelidad a la Iglesia ante el cabildo de 23 de octubre del 56. Usera dijo que acata, respeta y obedece como fiel hijo de la Iglesia lo dispuesto por su Santa Cabeza el Romano Pontífice.
A pesar de todo, no cedió en nada su responsabilidad pastoral, y libre de responsabilidades candentes en el gobierno de la Diócesis, se centró en varios frentes: evangelización del pueblo, misiones populares, ministerio de la reconciliación, recorriendo las plantaciones, los pueblos abandonados y escuchando a todos en la intimidad del confesonario. Su entrega preferencial a la infancia y juventud desamparada, le llevó a crear la Casa de Caridad y Oficios de San Ildefonso, y su conocimiento de la sociedad esclavista a la defensa de los esclavos negros, dándoles amparo y promoción, en algunos casos heroica, como lo demuestra su asistencia a los llegados en el Majesty, “el barco de la muerte”.
- Segunda etapa: hasta el final de su vida (1860 - 1891)
A partir de sus experiencias en Puerto Rico y libre de altas responsabilidades de gobierno, en la mitad del camino de su vida, con una salud bastante quebrantada, la vida y acción apostólica del Padre Usera podemos decir que se volcó en la solidaridad con los sectores de la sociedad desatendidos, dándose plenamente en las más diversas actividades, siempre convergiendo en el mismo objetivo: los necesitados. Progresivamente se fue olvidando de sí mismo, convirtiendo su vida en un total gesto de gratuidad. Poseído por la fuerza del Espíritu Santo, en su interior se iba gestando el carisma del Amor que dejaría en herencia en distintas formulaciones, para cuantas personas se apuntaran a secundar sus proyectos.
Pedagogo y Fundador
La experiencia de la Escuela de San Ildefonso en S. Juan de Puerto Rico, con las dificultades que aparecieron debido a la insuficiente dedicación y estabilidad de las damas que la gestionaban, como señoras de la alta sociedad, impulsó al P. Usera a definir y buscar el tipo de personas que pudieran identificarse con sus propuestas. Para ello se tomó un tiempo de reposición de fuerzas y discernimiento en España, donde surgió la Congregación de Hermanas del Amor de Dios, (1864), dulce peso que llevaba hacía tiempo, en su mente y corazón, Maestras para las Antillas y donde fuera necesario. Hoy la Congregación está presente en 18 países en Europa, África y América, al servicio de la educación, en Escuelas abiertas, sin discriminación de ningún tipo, de forma preferente en las periferias sociales.
Deán de La Habana por imposición
La Reina Isabel II le cargó al Padre Usera el deanato de La Haba en el momento menos oportuno (1864), de modo que se vio obligado a poner la renuncia, que no le fue aceptada. Estaba ultimando el proyecto de fundación de las Hermanas del Amor de Dios, hecho que hacía imprescindible su presencia en España. Con la Congregación casi en la incubadora, fiado una vez más de la Divina Providencia y de la colaboración de amigos sabios y santos, partió para La Habana.
La Habana y su entrañable gente recogieron los frutos de la sabiduría y santidad del venerable Padre Usera. Como Deán, maestro, predicador, guía espiritual y servidor en lo difícil. El Padre Usera desplegó su sacerdocio en una acción pastoral ingente, centrado en la pastoral social como praxis. Podemos decir que su persona fue la mejor bendición que el pueblo de La Habana recibió, como sociedad civil y religiosa, pues pocos fueron los sectores que no experimentaran su acción espiritual y benéfica. Desde su toma de posesión como Deán (¡Siempre fue el Sr. Deán!) hasta su muerte, Usera fue una señal del Amor de Dios para todos, especialmente para los más desamparados: misiones populares, servicios religiosos y administrativos en Hospitales, liberación de las conciencias en el confesonario, relación cordial y benéfica con los trabajadores y esclavos de las plantaciones, servicios litúrgicos y catequéticos en prisiones y el ejército. La memoria de los contemporáneos dejó muy claro todo esto en sus testimonios póstumos.
Por sus obras los conoceréis
Destacamos, además del testimonio de su vida santa, tres de las más importantes creaciones con estructuras operativas que el P. Usera puso en pie en servicio de la evangelización, asistencia y promoción social en La Habana:
· La Escuela Amor de Dios. Inicialmente debería haber sido una Escuela Normal para la formación de maestras, pero no fue posible. Sí lo fue la primera escuela de educación general Amor de Dios en Guanabacoa, inaugurada el 20 de septiembre de 1874 con el Proyecto Amor de Dios, que el propio P. Usera redactó junto con las hermanas y que con las escuelas de Toro y Cádiz, hoy son raíz de la identidad educativa de la Congregación.
· Sociedad protectora de los Niños de la isla de Cuba. La obra era una adaptación de la Institución del mismo nombre española, que Usera conocía, adaptada a la realidad cubana y en particular al sector más desprotegido de La Habana. Los fines de la ‘Sociedad’ se explicitan en la primera de sus “Bases”: “La Sociedad tomará bajo su protección a los niños de todas razas, sexos y condiciones y seguirá ejerciéndola hasta que estén colocados en arte, oficio o profesión en que puedan atender honrada y cumplidamente a sus necesidades, respecto de los varones, y hasta que contraigan matrimonio o queden colocadas en posición que les permita también atenderé honrada y cumplidamente a sus necesidades, respecto a las mujeres”. La sociedad atendió a numerosos niños y niñas, víctimas de la sociedad de su tiempo, la mayoría procedentes de madres en marginación social.
· Academia de Tipógrafas y Encuadernadoras. Fue creada por el P. Usera con sus últimos ahorros, y con ayuda social de personas solidarias de la ciudad, cuando la muerte estaba casi a vencerlo. Faltaba un mes para su partida definitiva. Aunque la Academia no fue su obra más importante, sí la consideramos de especial significado porque afirmaba que su fundador creía y apostaba por la liberación de la mujer y su inclusión en el mundo profesional, como medio de autonomía, cuando este pensamiento y apuesta estaba aún en mantillas.
6 - Centramiento espiritual de Jerónimo Usera
· Contemplativo de Dios y de su obra
Jerónimo Usera fue un hombre de profunda espiritualidad, no sólo como experiencia interior del Espíritu Santo, sino como filtro de la realidad humana y contemplación del mundo, salido de la mano de Dios como criatura “buena”. Su religiosidad, su búsqueda de Dios y de las cosas de Dios, se centra en Jesucristo. De la Palabra al hombre, en quien se encarna. El camino de Jesús es “hacerse hombre” y visibilizarse en los más necesitados. Este es el rostro de Dios que Jerónimo Mariano buscó y encontró durante toda su vida y así se fue dejando transformar en alter Christus.
· Adhesión a Jesús encarnado y crucificado por nosotros
Podemos afirmar que el mensaje cristiano que anuncia, por unas vías o por otras, está el núcleo del kerigma paulino: anunciamos a Cristo y éste crucificado, en el contexto de 1Cor. 1,23 ss. “el Hijo de Dios que se dignó descender de los cielos a la tierra y, lleno de amor por los hombres, se hizo hombre y, padeciendo y muriendo por nosotros, proclamó desde la cruz una doctrina que había de dar libertad al mundo, paz a los hombres, vida a la verdadera ciencia, gloria a la virtud y exterminio al vicio”. Esta misión de la doctrina de Jesús la vemos incorporada en los rasgos de su propio hacer apostólico: libertad, paz, ciencia y virtud.
Cristo se hizo hombre y murió por nosotros. Los dos núcleos fundamentales de la redención: encarnación y muerte de Jesús son polos permanentes en sus referencias al kerigma, que Jerónimo expone en sus predicaciones con gran sencillez. El Hijo es la encarnación del Amor de Dios, fuente de sabiduría y santidad, es redención de todo desamor. El despojo del Hijo, siervo y muerto en la cruz, hace referencia a la actitud más amorosa que, en la espiritualidad cisterciense, es la humildad, la solidaridad con los más pequeños.
· Acogido al amor maternal de María
Juntamente con Cristo y ligada a los núcleos referidos, aparece en la espiritualidad de Usera, la Madre, María. Ella dijo su “SÍ” juntamente con su Hijo, Jesús en la encarnación y otro tanto en el Calvario, donde por testamento de Jesús pasamos nosotros también a ser hijos de la Madre, María. La Virgen María ocupa un lugar preeminente en la espiritualidad de Jerónimo. La tenía grabada como herencia familiar. En la vida monástica bebió esta querencia en las fuentes de la tradición espiritual cisterciense y en las obras de Bernardo de Claraval. En los años de formación en Oseira interiorizó para toda su vida el compromiso de amor mariano, con afirmaciones devocionales de la Orden, que lo marcaron: “Bien puedo arrancar mi corazón y echarlo fuera, si éste fuera duro con María. Porque el corazón que no la ama no es digno de vivir ni de amar cosa alguna. Si yo dejara de servir a María, puedo darme por perdido” Para él, Doctor en Teología, la verdadera devoción a María es la sumisión a la voluntad de Dios y la imitación de sus virtudes. Así lo trasmitió a las Hermanas del Amor de Dios.
· Orante en todo lugar y circunstancia.
Quien ora cree y quien cree ora. Jerónimo tenía la fuerza de la fe, infundida por el Espíritu Santo y harto purificada. La oración fue la reserva de vitaminas que sostuvo una vida tan intensa de apostolado. Contemplativo y activo, contemplar para discernir y transformar la realidad, iluminada por la fe: estructuras eclesiásticas y suburbios marginados, niños indigentes, esclavos, enfermos, presidiarios. Todos los rostros humanos fueron para Jerónimo visión del Hijo de Dios, hecho hombre en las personas concretas. Hambriento de Eucaristía. Por propia experiencia sabe que el hombre interior se alimenta de oración y Eucaristía. Así lo recomienda también a las Hermanas del Amor de Dios.
7- Final de la vida de Jerónimo en la tierra
Dios le concedió larga vida y larga purificación de la misma. Lo había dado todo y se dio a sí mismo totalmente. No tuvo casa propia ni ahorros que le diesen seguridad, ningún otro apoyo que no fuese la Providencia divina. El salario del Sr. Deán era repartido antes de ser cobrado y hasta da la impresión de que se había desentendido de su propia imagen humanamente hablando. Ropa vieja, los muebles imprescindibles y viejos, todo en un cuarto mínimo en el desván de la catedral, donde nadie tenía arrestos para vivir. A todo esto, hemos de añadir algunas deudas en la Farmacia, donde se le fiaba no precisamente para él. En su última enfermedad fue recogido por su sobrina María Paz, esposa del segundo Marqués de San Gregorio, en su casa de La Habana, donde Don Jerónimo, el Sr. Deán, murió a causa de enteritis el 17 de mayo de 1891, a punto de cumplir 81 años. Sabemos que el último servicio que realizó fue ejercer gratuitamente de capellán en el asilo de mendigos de la Habana.
Los periódicos de la ciudad, recogiendo la voz popular, difundieron en los días posteriores a su muerte, su memoria de santidad y el ejemplo de su vida entregada por amor de Jesucristo en servicio de los más necesitados.
- Reconocimiento eclesial de sus virtudes heroicas
La Iglesia ha reconocido el testimonio de vida cristiana ejemplar y virtudes heroicas del VENERABLE PADRE JERÓNIMO MARIANO USERA Y ALARCÓN. En dicho reconocimiento tenemos la palabra autorizada del entonces Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, Mons. José Saraiva Martins:
“Los hombres de hoy tienen una necesidad extrema de la presencia serena y de la palabra pacificadora de verdaderos testimonios del amor, como nuestro Venerable Jerónimo Usera, que hizo visible, con el testimonio de su vida, la presencia amorosa y liberadora del Amor de Dios. Con el solemne reconocimiento de la heroicidad de las singulares virtudes practicadas por nuestro amable Padre Jerónimo Mariano Usera, la Iglesia, por la voz del Santo Padre Juan Pablo II, nos lo presentó a todos nosotros y particularmente a sus hijas e hijos espirituales como modelo actual de santidad cristiana, y confirmó el mensaje que brota de su vida, que responde plenamente a las exigencias del mundo de hoy” (Roma, 28-06-99).
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