La Cuaresma es camino de conversión hacia la novedad del Reino. En la Cuaresma resuena aquel primer grito de Jesús: ¡Convertíos porque el Reino de Dios está cerca! Y cuando nos convertimos y abrimos los ojos a la novedad del Reino, descubrimos que verdaderamente Jesús nos sitúa en una nueva realidad. Nada que ver con lo que vivíamos antes. Nada que ver con lo que nos habían enseñado. Jesús nos lleva por caminos nuevos de amor y de misericordia.
Algún día deberíamos llegar a comprender que ésa es precisamente la novedad que nos ha traído Jesús: que Dios no nos condena sino que nos salva, nos levanta y nos invita a seguir caminando. Él sabe que el pecado nos hace más daño a nosotros que a nadie. Por eso no quiere que pequemos. Y confía en que seremos capaces de salir adelante. ¿No es eso el agua de la vida que brota en medio del desierto de nuestros corazones?
CMF.
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