“No se puede seguir a Jesús sin seguir a la Iglesia. Quien cede a la tentación de ir por su cuenta corre el riesgo de no encontrar nunca a Cristo". (Papa Benedicto XVI).
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09 noviembre 2018
¿Los sacramentos se pagan?
Reflexionando con el pasaje del Evangelio de San Juan en el que Jesús expulsa a los mercaderes del templo, - que en la mente de esos vendedores “está el ídolo del dinero y los ídolos siempre son de oro -. Y los ídolos esclavizan”.
Esto nos llama la atención y nos hace pensar en cómo tratamos nuestros templos, nuestras iglesias. Si realmente son casa de Dios, casa de oración, de encuentro con el Señor, si los sacerdotes favorecen eso, o si se parecen a los mercados.
A veces he visto –no aquí en Roma sino en otra parte– he visto una lista de precios.
Pero, ¿Cómo, los sacramentos se pagan?. No, es una ofrenda. Pero si quieren dar una ofrenda –que la deben dar– que la pongan en la cesta de las ofrendas, escondido, que nadie vea cuánto dan.
También hoy hay este peligro. ‘Pero debemos mantener la Iglesia’. Sí, sí, es cierto.
Que la mantengan los fieles, pero en la cesta de las ofrendas, no con una lista de precios”.
Os advierto sobre el peligro de la mundanidad en las celebraciones de los sacramentos o en las iglesias.
Pensemos en algunas celebraciones de cualquier sacramento tal vez, o conmemoraciones donde tú vas y ves: no sabes si es un lugar de culto la casa de Dios o un salón social. Algunas celebraciones se aproximan a la mundanidad.
Es cierto que las celebraciones deben ser bellas pero no mundanas, porque la mundanidad depende del dios dinero. Es una idolatría. Esto nos hace pensar, y también a nosotros: cómo es nuestro celo por nuestras iglesias, el respeto que tenemos allí cuando entramos.
También, en la primera lectura de San Pablo a los corintios, precisando que el corazón de cada uno es “un templo: el templo de Dios”. Así cada uno debe preguntarse en el corazón “si es mundano e idólatra”.
No pregunto cuál es tu pecado o mi pecado. Pregunto si dentro de ti hay un ídolo, si está el señor dinero. Porque cuando está el pecado, está el Señor Dios misericordioso que perdona si vas con Él. Pero si está el otro señor –el dios dinero– tú eres un idólatra, es decir un corrupto: no ya un pecador, sino un corrupto.
El núcleo de la corrupción es justamente una idolatría: es haber vendido el alma al dios dinero, al dios poder. Así se es un idólatra.
(Papa Francisco. Santa Marta. 09-11-2018).
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