Que san José dé a los jóvenes “la capacidad de soñar, de arriesgar y asumir deberes difíciles que han visto en sus sueños”.
San José obedece al ángel que se le aparece en un sueño y toma consigo a María, embarazada por obra del Espíritu Santo. Un hombre silencioso, obediente, que lleva a sus espaldas promesas de “descendencia, de paternidad, de filiación, de estabilidad”: este deber gravoso que hoy tiene mucho que decirnos a nosotros, en este tiempo de un fuerte sentimiento de orfandad.
Y este hombre toma la promesa de Dios y la lleva adelante con fortaleza, en silencio. La cumple porque es lo que Dios quiere”.
Es un hombre que “nos puede decir muchas cosas, pero que no habla”, “el hombre escondido”, el hombre del silencio, “que tiene la más grande autoridad en ese momento pero no la muestra”.
Las cosas que Dios confía al corazón de José son “cosas débiles”, “promesas”, y una promesa es débil. Después también con el nacimiento del niño, la fuga a Egipto: situaciones de debilidad. José toma en el corazón todas las debilidades con mucha ternura.
Con la misma ternura con la que se toma un niño en brazos.
Con la misma ternura con la que se toma un niño en brazos.
“Es el hombre que no habla pero que obedece, el hombre de la ternura, el hombre capaz de llevar adelante las promesas para que se hagan firmes, seguras. El hombre que garantiza la estabilidad del Reino de Dios, la paternidad de Dios, nuestra filiación como Hijos de Dios.
Me gusta imaginar a José como el custodio de las debilidades, de nuestras debilidades también. Es capaz de hacer nacer cosas bellas de nuestras debilidades, incluso de nuestros pecados”.
Me gusta imaginar a José como el custodio de las debilidades, de nuestras debilidades también. Es capaz de hacer nacer cosas bellas de nuestras debilidades, incluso de nuestros pecados”.
José es guardián de las debilidades para que se hagan firmes en la fe. Pero este deber lo recibió en un sueño: es “un hombre capaz de soñar”. Por tanto, es también guardián “del sueño de Dios”. Del “sueño de Dios de salvarnos a todos”, de la redención.
“¡Qué grande este carpintero!”. “Silencioso, trabaja, custodia, lleva adelante las debilidades y es capaz de soñar. Una figura, por tanto, que tiene un mensaje para todos nosotros”.
“Yo quisiera pedirle que nos dé a todos la capacidad de soñar, porque cuando soñamos las cosas grandes, bellas, nos acercamos al sueño de Dios, las cosas que Dios sueña sobre nosotros".
Y pidió: “Que a los jóvenes de hoy, porque él era joven, les dé la capacidad de soñar, de arriesgarse y de asumir deberes difíciles que han visto en sus sueños. Y que nos dé a todos nosotros la fidelidad que generalmente crece en un comportamiento justo, él era justo, crece en el silencio, pocas palabras. Crece en la ternura que es capaz de guardar las propias debilidades y las de los demás”.
Homilía del Papa Francisco. Roma 2017.
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