Celebramos con gran alegría la Solemnidad del nacimiento del Señor, y por eso resuenan con especial afecto esas palabras del Evangelista San Juan que escuchamos en el Evangelio: “Y la Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria”.
En la sencillez del pesebre, rodeado sólo por unos humildes pastores y en medio de los animales que pasaban resguardados la noche, la Virgen ha dado a luz al Hijo de Dios: la luz de la divinidad ha iluminado la oscuridad del portal de Belén y en la belleza y ternura del niño recién nacido contemplamos toda la gloria de Dios.
Dejemos que él sea nuestra Luz, nuestra Paz y la contagiemos a todas las personas sin miedo.
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