Acabado el tiempo de la Navidad, comenzamos el tiempo Ordinario. La liturgia nos señala este domingo para nuestra reflexión personal y comunitaria dos aspectos de la vocación cristiana que están interconectada. En primer lugar, la llamada. El Señor, desde nuestro bautismo, nos llama a seguirle. Don que nos regala para ser felices y superar los momentos de debilidad. En segundo lugar, el encuentro. Este acto nos tiene que llevar a salir de nosotros mismos para poder acercarnos a los hermanos y convertirnos en enuncio y testimonio coherente de vida. Frente a la llamada que Dios nos hace en particular, ¿Cuál será hoy nuestra respuesta?En la
----------Primera Lectura del libro de Samuel
Leemos la vocación profética de Samuel. Asistimos a una llamada que se repite varias veces y por parte del joven hay un gran desconocimiento ante la situación, pero acepta y confía. Dios llama por su nombre a Samuel. Se fija de un humilde niño, que tiene la capacidad de escuchar y que aún no tiene el corazón resabiado. No tiene ni títulos ni doctorados. Elí enseña al joven a que escuche, confíe, responda y confíe en el Señor. Recordemos a esas personas que nos han enseñado a escuchar a Dios y agarrado de la mano para introducirnos en el misterio de Dios y su presencia.
----------La Segunda Lectura de Pablo a los Corintios
Nos habla de la doctrina de la castidad cristiana, fundada en la consagración del cuerpo humano por la incorporación a Cristo que lo convierte en templo del Espíritu Santo. Pero, ¿por qué Pablo habla de la sexualidad? La respuesta, es que Corinto estaba situada entre dos puertos que daban a dos mares. El ir y venir de marineros, saldados, viajeros, etc, hacía de la ciudad un lugar donde las licencias en la vida sexual eran muy conocidas… Por eso, Pablo establece el principio general: el cristiano no es ya esclavo para las pasiones desordenadas. El cuerpo del cristiano está ordenado a complementarse en esa adhesión a Cristo que le hace partícipe de su condición espiritual.
----------El Evangelio de Juan
Presenta el encuentro de los primeros discípulos con Jesús, que en lugar de insistir el evangelista en la iniciativa de Jesús, subraya la actitud de búsqueda por parte del hombre. La búsqueda viene provocada por una indicación venida de fuera. Un testimonio de alguien que se ha encontrado ya personalmente con Jesús y ha descubierto su vida y personalidad íntima. No importa si se ha llegado el primero, el segundo o el último. El encuentro con Cristo no es una carrera con una meta. Es un encuentro que transforma a la persona. Le hace consciente de que en su vida comienza una nueva etapa. La vocación no es de unos pocos “privilegiados” ni con grandes títulos teológicos. La llamada de Cristo es para todas las personas, que necesita de una respuesta clara y firme que nace fundamentalmente de la experiencia de la vida cristiana.
Pidamos a la Virgen María, nuestra Madre, que nos ayude a ser firmes y coherentes con nuestra vocación a la que su Hijo nos llama para implantar el Evangelio en el día a día.
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