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26 julio 2020

Reflexión. Domingo XVII del Tiempo Ordinario.


Seguir hoy a Jesucristo es elegir el Reino de los Cielos. Pero elegir y apostar por Dios no es una elección cualquiera. El tesoro que propone Jesús está enterrado en lo más profundo de nuestra alma, en el núcleo mismo de nuestro ser. Es el Reino de Dios. Quizá este tesoro sólo es encontrado por aquellos que no se dan por satisfechos fácilmente. Por los que se comprometen a construir aquí y ahora ese Reino de fraternidad, paz, verdad y amor. ¿Estás dispuesto a empezar hoy o lo dejas para otro día? El Reino te espera. Jesús te espera.

- La Primera Lectura del Libro de los Reyes,
tenemos que tener en cuenta el momento en el que fue escrito para poder entender el marco que acontece y que es lo que pasa anteriormente. Es decir, el reinado de Salomón antecedió al de Josías, y éste, marcaría un antes y un después. ¿Por qué? Porque la historia de Israel fue compleja. Un grupo del pueblo, interpretó el pasado y el presente bajo el signo de la decadencia. Cayeron en la idolatría, diferencias entre ricos y pobres, los reyes eran infieles a Yahvé y no promovían el cumplimiento de la ley, y un largo etcétera. Una vez sabido lo que pasaba, el texto muestra a Salomón como un buen monarca que comprendía que la misión que tenía por delante le sobrepasaba. Pidió a Dios ayuda para discernir entre el bien y el mal, y a llevar a cabo la justicia. Por eso, nos presenta cómo la relación personal con Dios suscita grandes posibilidades a cada uno, inclusive en quienes asumen tareas de responsabilidad.

- Salmo: Cuánto amo tu voluntad, Señor.
Como el rey Salomón y el autor del Salmo, el joven escriba, hagamos de la ley y de la voluntad de Dios nuestro agrado. Para que actuemos con humildad, responsabilidad sin faltar a la caridad.

- La Segunda Lectura de la Carta del Apóstol Pablo a los Romanos,
nos muestra como Dios colabora para que todas las cosas sean para el bien de quienes le aman. Dios llama a todos. Convoca y respeta la libre voluntad de nuestra parte de responderle o no. La llamada es a hacerse semejante a Jesús. Este es el primer paso: el cambio personal. Pablo nos invita a abrirnos, a ser transformados a imagen de Jesús y descubriremos como Dios trabaja para que todas las cosas sean para su bien. No quiere decir que esto sea un camino de rosa y suerte, no. Sino porque a pesar de todo lo que nos podamos encontrar, tenemos confianza plena en que Dios no nos abandona nunca. Estaremos acompañados por Dios.

- En el Evangelio de Mateo,
la novedad del Reino es Jesús. Jesús nos explica que es el Reino de los cielos.
En las tres parábolas de hoy utiliza la misma fórmula: “El Reino de los cielos se parece…”
Un tesoro, una perla preciosa, una red repleta de peces y un padre de familia que utiliza lo antiguo y lo nuevo, es decir, todo lo que tiene y es para realizar su vocación. Jesús habla en parábolas porque quiere asegurarse que los suyos han comprendido bien el mensaje. El Reino es Jesús y quien lo ha descubierto tiene que tomar postura y disfrutarlo. No se puede quedar quieto. Ahora nos toca reflexionar a cada uno individualmente sobre aquello que estamos dispuestos a hacer en nuestra vida para conservar y no perder el tesoro, la perla, ni dejar que nos roben la red.

Pidamos a nuestra Madre la Virgen, que nos ayude a ser humildes anunciadores dignos del Reino y tengamos un recuerdo especial por todos los abuelos en este día de Santa Ana y San Joaquín.


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