En 1924 entró en el seminario diocesano de Málaga. Pasaba las vacaciones con sus padres, ayudando en las labores del campo y en la catequesis. Fue ordenado de diácono el 6 de marzo de 1936.
La persecución religiosa de julio de 1936 le sorprendió de vacaciones en casa de sus padres. Estuvo escondido, en una especie de semisótano del piso de entrada, hasta que una vecina lo delató. Unos milicianos lo secuestraron y lo llevaron a la cárcel de Álora, donde fue torturado con corrientes eléctricas, clavándole agujas en el cuerpo. Le quisieron hacer blasfemar y renegar de la fe, pero no cedió ante los tormentos. Cuando le proponían que dijera ¡Viva el Comunismo! él gritaba ¡Viva Cristo Rey!.
Fue martirizado en el Arroyo Bujía (Álora – Málaga) el 15 de noviembre de 1936. Tenía 24 años de edad. Le rociaron con gasolina, y le prendieron fuego. Durante varios días continuaron disparando al cadáver, que permaneció insepulto hasta que fue enterrado en el mismo arroyo. El día 3 de mayo de 1937 sus restos fueron trasladados al cementerio de Yunquera. Tenía las piernas partidas y estaba destrozado.
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