“No se puede seguir a Jesús sin seguir a la Iglesia. Quien cede a la tentación de ir por su cuenta corre el riesgo de no encontrar nunca a Cristo". (Papa Benedicto XVI).
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23 junio 2019
Reflexión. Solemnidad del Cuerpo y Sangre del Señor.
En este domingo, celebramos la Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo.
Una fiesta que es la continuación del Jueves Santos, ya que aquí, Jesús instituye la Eucaristía, y, hoy adoramos esas especies de pan y vino, que son realmente el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo. La Eucaristía es una donación que nos alimenta en nuestra vida de seguidores de Jesús.
Celebrar con sentido esta solemnidad, no es solamente acompañar por las calles de nuestra ciudad a Jesús en la Sagrada Hostia, adorarlo en los sagrarios de nuestras parroquias, rezar en las exposiciones del Santísimo y un largo etcétera, que están bien, pero sin olvidar que la mayor custodia que podemos venerar hoy en día, es a ese Jesús Sacramentado que está y vive en nuestro prójimo. En el hermano que sufre, que lo pasa mal, que necesita de nuestra ayuda.
Hablar de Cristo Sacramentado, es venerar el cuerpo sagrado de tantas personas que son profanadas por diferentes motivos; Participar de la Eucaristía es sentir hermano al que tengo al lado. Porque comer del mismo pan y beber de la misma sangre, nos hace familia e iguales unos de otros.
Escuchar en el Evangelio de hoy la frase que les dice Jesús a sus discípulos: "Dadles vosotros de comer", es desconcertante. Ya que ellos, estaban preocupados porque no había de comer para toda la multitud. Jesús con unos cuantos peces y con algunos panes, al bendecirlos hay para todo el mundo.
Este gesto de bendecir, nos llama a que compartamos lo que tenemos, lo que somos, lo que trabajamos. Porque el que está a mi lado, es parte de mi.
Jesús, derrama hasta su última gota de sangre en la cruz. Y por si fuera poco, nos regala, nos dona en cada Eucaristía su Cuerpo y su Sangre. Alimentos que nos fortalecen, nos confortan y nos ayuda a seguir viviendo. Porque desde esa donación, podremos comprender con generosidad, con humildad y confraternidad que la caridad debe ser nuestra vestimenta, que nuestro sagrario es el prójimo y que en la custodia no solamente está Cristo Sacramentado, sino todos y cuantos sufren como Jesús de Nazaret.
Que esta solemnidad, nos ayude a tener más fe en Cristo Sacramentado, y que desde ahí, esa fe, se haga vida con nuestros actos en el prójimo.
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