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07 enero 2018

Reflexión. Solemnidad del Bautismo del Señor.


¡Feliz Domingo!

Con la Solemnidad del Bautismo del Señor, se cierra la etapa de la Navidad y se inicia el tiempo público de Jesús.

En este tiempo de Navidad, hemos visto como Dios se ha ido manifestando en diferentes momentos:
El 25 de diciembre, nacía en la soledad de  un establo, acompañado por María y José y rodeado de animales y de personas que estaban de aquel lugar.
El 6 de enero, se manifestaba como Dios en la humildad de un niño, a esos magos que les ofrecían oro, incienso y mirra.
Hoy, lo vemos como un hombre, que va al rio Jordán para ser bautizado por Juan el Bautista y se presenta como la Trinidad.
Un Padre que habla desde el cielo, que confiesa que Jesús es su Hijo Amado y el Espíritu Santo que baja en forma de una paloma.

Este camino que hace Dios, es para encontrarse con cada uno de nosotros.
Se hace uno de nosotros y se manifiesta con sencillez al mundo entero para que el Bautismo recobre un nuevo significado. EL Bautismo nos hace hijos de Dios y hermanos de todos los que nos rodean.

En este domingo, después de haber estado para arriba y para abajo, con fiestas, vacaciones y comidas – cenas, deberíamos pararnos y agradecer a nuestros padres que un día nos llevaron a la Iglesia para que ella, como madre, nos acogiera y nos bautizaran.

Es un buen momento para examinar qué estamos haciendo con nuestra vida de cristianos.
Si estamos siendo verdaderos sacerdotes, porque damos testimonio de  Cristo con nuestra propia vida: actos y palabras. Una alabanza continua y diaria a Dios.
Si somos verdaderos profetas, que anunciamos a Cristo sin miedo. Si somos cauces entre Dios y los demás.
Si somos verdaderos reyes a imagen de Cristo Rey. Que no espera ser servido, ni coger el primer puesto, sino, que sirve y se pone el último. Que los demás, van por delante.

Ser Bautizado es (como dice Isaías en la Primera Lectura) anunciar al Mesías, y no como el mundo espera que sea, sino, un Mesías que es pobre y humilde.
Que no ha venido a ser servido sino a servir (Hechos de los Apóstoles) y que este es mismo Jesús, el Hijo de Dios.
Y (en el Evangelio de Marcos), Juan el Bautista presenta a Jesús, como el que tiene que venir para Bautizar no con agua, sino con Espíritu Santo y fuego.
Y el cielo, certifica eso que Juan dice. Se presenta la Trinidad, tres personas pero diferente en su naturaleza. Voz, Paloma e Hijo.

Que esta fiesta nos ayude a recordar que somos verdaderos hijos de Dios, y por consiguiente, a ser fieles al gran compromiso que un día aceptaron nuestros padres en el Bautismo, y nosotros lo ratificamos en la plenitud del sacramento de la confirmación.
Que así sea.


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