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18 septiembre 2016

Evangelio. Domingo XXV del Tiempo Ordinario.


Según San Lucas 15, 1 - 32.
En aquel tiempo, Jesús decía también a sus discípulos: «Había un hombre rico que tenía un administrador a quien acusaron ante él de malbaratar su hacienda; le llamó y le dijo: ‘¿Qué oigo decir de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no podrás seguir administrando’. Se dijo a sí mismo el administrador: ‘¿Qué haré, pues mi señor me quita la administración? Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer, para que cuando sea removido de la administración me reciban en sus casas’. 
»Y convocando uno por uno a los deudores de su señor, dijo al primero: ‘¿Cuánto debes a mi señor?’. Respondió: ‘Cien medidas de aceite’. El le dijo: ‘Toma tu recibo, siéntate en seguida y escribe cincuenta’. Después dijo a otro: ‘Tú, ¿cuánto debes?’. Contestó: ‘Cien cargas de trigo’. Dícele: ‘Toma tu recibo y escribe ochenta’.
El señor alabó al administrador injusto porque había obrado astutamente, pues los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz. Yo os digo: Haceos amigos con el dinero injusto, para que, cuando llegue a faltar, os reciban en las eternas moradas. El que es fiel en lo mínimo, lo es también en lo mucho; y el que es injusto en lo mínimo, también lo es en lo mucho. Si, pues, no fuisteis fieles en el dinero injusto, ¿quién os confiará lo verdadero? Y si no fuisteis fieles con lo ajeno, ¿quién os dará lo vuestro? Ningún criado puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero».


Reflexión.

Hoy Jesús en el Evangelio nos habla del administrador infiel.
Los bienes materiales son cosas buenas, positivas, porque es Dios quien nos lo regala.
Pero, las cosas materiales, no la podemos adorar como si fuesen Dios, o se nos fuera la vida en ello. Las cosas que tenemos, son para ponerlas al servicio de los demás. Siempre deben ser un medio, nunca una solución. Si usamos las cosas materiales indebidamente, pueden llegar a separarnos de las personas que están a nuestro alrededor.
Tenemos que intentar no ser avariciosos ni envidiosos con las cosas que no tenemos.
El Señor nos pide que seamos fiel en lo poco, en cada acontecimiento, en cada momento. No intentemos hacer de nuestra vida algo grande. Que las cosas pequeñas hagan de la nuestra vida algo inmensamente grande.

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