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20 octubre 2013

Evangelio. Domingo XXIX del Tiempo Ordinario. DÍA DEL DOMUND


Según San Lucas 18, 1-8.

En aquel tiempo, Jesús les decía una parábola para inculcarles que es preciso orar siempre sin desfallecer. Había un juez en una ciudad, que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. Había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: ¡Hazme justicia contra mi adversario!. Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme.
Dijo, pues, el Señor: Oíd lo que dice el juez injusto; y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar? Os digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?.



Reflexión.
(Tomada de la página web de la Diócesis de Cartagena. De su Obispo: José Manuel Lorca Planes)

En el día del DOMUND recibimos el regalo de la Palabra de Dios. El Altísimo nos sorprende siempre en nuestra propia historia, también ahora, cuando escuchemos que podemos tener la certeza de que Dios atiende nuestras plegarias y que hace justicia a sus elegidos con prontitud. A pesar de nuestras debilidades y de la oscuridad en la que podamos estar metidos, el Señor transforma las impaciencias y dudas en esperanza, porque sostiene nuestros brazos en la batalla que libramos cada día contra las fuerzas del mal.

Será fácil captar el tema esencial que se plantea, la necesidad de la oración. Nos bastará con dejar que calen hondo las lecturas de la Palabra para darnos cuenta como, ante los gritos del Pueblo y por la intercesión de Moisés, Dios responde eficazmente. Esta situación la narra admirablemente Benedicto XVI cuando dice: “Cuando ya nadie me escucha, Dios todavía me escucha. Cuando ya no puedo hablar con ninguno, ni invocar a nadie, siempre puedo hablar con Dios. Si ya no hay nadie que pueda ayudarme –cuando se trata de una necesidad o de una expectativa que supera la capacidad humana de esperar-, Él puede ayudarme. Si me veo relegado a la extrema soledad..., se que el que reza nunca está totalmente solo”. El que ora y confía atrae la protección de Dios, por esta razón la insistencia a orar sin desanimarse.

Es preciso advertir sobre un matiz que me parece interesante dentro del texto del Evangelio. Jesús nos expone una parábola donde podemos concluir que no basta con pedir, sino que lo que tiene de particular es que nos dice que hay que insistir una y otra vez, pero sin cansarse. Debemos tener en cuenta esto, porque nuestra condición humana nos engaña haciéndonos creer que Dios no nos escucha. Por eso insiste el Señor que, aunque sea humano el cansarse, debemos insistir en nuestras plegarias, que Dios no duerme y nos concede el triunfo sobre el mal en tiempo oportuno.

Orad e insistid al Señor por la Jornada Mundial de Evangelización de los Pueblos, DOMUND, para que suscite vocaciones para la misión y para que los cristianos no nos desentendamos de esta tarea. ¡Ayudad con generosidad!

Que Dios os bendiga.


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